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Otra semana, otra renuncia: Hollywood finalmente aborda el acoso sexual

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La semana pasada, la comunidad cinematográfica de Los Ángeles fue sacudida cuando dos figuras clave en Cinefamily, un popular cine sin fines de lucro ubicado en Fairfax Avenue, renunciaron después de que circularan por las redes sociales acusaciones de acoso y ataques sexuales en su contra. Pocos días más tarde, Cinefamily anunció que suspendía su programación para dar paso a una investigación.

Se trata de una historia local perturbadora, pero también otro ejemplo de una situación más amplia: una generación después de que Anita Hill acuñara el término en el léxico común, Hollywood finalmente está tomando el acoso sexual en serio.

Durante los pasados 18 meses, una cadena de hombres poderosos de la industria, entre ellos el director de Fox News Roger Ailes; la estrella principal de la cadena, Bill O’Reilly, y el director ejecutivo de Epic Records, L.A. Reid, han sido expulsados tras acusaciones de conductas inapropiadas con empleadas.

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En tanto, una generación más joven de mujeres famosas se han expresado sobre sus supuestas experiencias con el abuso. La estrella pop Taylor Swift testificó fuertemente en la corte este mes contra un DJ de radio quien, según afirmó, la había manoseado en un meet and greet. El año pasado, su colega Kesha emprendió una campaña legal menos exitosa, en la cual alegó años de abuso sexual a manos de su exproductor.

El acuso y el abuso sexual se ha convertido en la noticia del año; nuevos casos y acusaciones se conocen prácticamente cada semana. Pocos días después de que Cinefamily anunciara las dimisiones de su cofundador, Hadrian Belove, y de un vicepresidente del directorio, Shadie Elnashai, Buzzfeed publicó un artículo acerca de una mujer que acusó a R. Kelly de comenzar una relación sexual con ella cuando tenía 15 años de edad. En el Daily Beast, la comediante Tig Notaro abordó los antiguos rumores de deshonestidad de su antiguo novio, Louis C.K. Días más tarde, la publicación de la industria de la tecnología The Information reportó que Amazon había investigado a su jefe de estudio, Roy Price, por supuestos comentarios lascivos hacia una productora.

El tema también ha afectado a la ciudad hermana de Hollywood, Silicon Valley, en mayor medida con la renuncia del CEO de Uber Travis Kalanick, acusado de fomentar una cultura tóxica de trabajo en la compañía.

Parece un cambio notable, teniendo en cuenta lo ocurrido con la famosa cinta de “Access Hollywood”, en octubre pasado. Cuando el Washington Post publicó un video de 2005, en el cual Donald Trump -por entonces anfitrión de “Celebrity Apprentice”- se jactaba ante Billy Bush de cómo la fama le permitía regularmente toquetear a mujeres, muchos pensaron que ello acabaría con su candidatura presidencial.

Sin embargo no lo hizo, aunque Bush fue despedido rápidamente de su empleo en “Today” y, cerca de un año después, todavía sigue buscando trabajo.

Trump, por su parte puede ser una de las fuerzas detrás de la reciente cascada de revelaciones y renuncias. Su elección ha llevado a muchas mujeres a la acción, señaló Karin Roland, directora de campañas en UltraViolet, una organización de derechos de la mujer que organizó protestas contra Bill O’Reilly. “Vivimos en una época en la cual el presidente de los EE.UU. es un abusador sexual confeso”, remarcó. “Despertar a esa realidad es perturbador. Por otro lado, es absolutamente riesgoso denunciarlo, y eso no ha cambiado. Las apuestas son demasiado altas si no empezamos a hablar de esto”.

En los días que siguieron a la liberación de la cinta de “Access Hollywood”, el otoño pasado, no sólo otras acusadoras denunciaron episodios de manoseo y otros comportamientos inapropiados de Trump, sino que en las redes sociales muchas mujeres, algunas de ellas famosas, compartieron sus propios episodios de abuso. Por ejemplo, la actriz Rose McGowan acusó a un jefe de estudio -a quien no se nombró- de violación.

Rebecca Traister, quien escribe de feminismo y política en New York magazine, comparó el momento actual con las secuelas de las audiencias del caso de Anita Hill-Clarence Thomas, en el otoño de 1991. Aunque Hill perdió en una medida -Thomas fue confirmado en la Corte Suprema, donde todavía ejerce hoy- su testimonio animó a que una oleada histórica de mujeres se presentaran para cargos públicos en 1992, un ciclo que se conoció popularmente como “el Año de la Mujer”. “Hay una población que tiene energía para luchar y tomar algunas de las lecciones aprendidas en los últimos dos años para convertirlas en progreso a largo plazo”, destacó Traister.

Después de décadas de talleres obligatorios de recursos humanos, el público también parece menos dispuesto a ignorar el abuso o considerarlo una conducta “infantil”.

“La realidad de un montón de casos es que no han salido de la nada”, consideró Traister, resaltando que muchos de ellos eran “secretos a voces”. “Ha habido una discusión bastante abierta de la forma en que [los ejecutivos del entretenimiento] han tratado con las mujeres de formas que varían entre poco profesionales hasta delictivas, pero no hubo, hasta muy recientemente, resonancia en cuanto a esas quejas”.

Podría ser que Hollywood haya aprendido su lección después del mal manejo que hizo con el caso de Bill Cosby. Las quejas contra el comediante estaban ampliamente extendidas y habían sido publicadas por los grandes medios de comunicación desde 2005. Pero la prensa dominante se mostró reacia a darles seguimiento, y el público parecía no estar dispuesto a considerar la posibilidad de que el Dr. Huxtable sea un agresor sexual. Cuando, nueve años más tarde, un monólogo de stand-up de Hannibal Buress se viralizó y alentó la presentación de una lluvia de acusadores, la noticia se alimentó, en parte, por la vergüenza de cuánto de ello era ya bien sabido.

Del mismo modo, la biografía de Gabe Sherman, “The Loudest Voice in the Room” (2014), alegó entre otras indiscreciones que Ailes le había ofrecido a una productora un aumento a cambio de favores sexuales. Pero fue Gretchen Carlson, en su juicio de 2016 contra Ailes -en el cual lo acusó de despedirla por haber rechazado sus avances sexuales-, lo que inspiró a otras mujeres, entre ellas la anfitriona estrella Megyn Kelly, a tomar medidas y acelerar la caída del ejecutivo.

El hecho de que Carlson no era exactamente una feminista también hizo que sus afirmaciones suenen más convincentes para algunos, y habló del creciente consenso bipartidista en torno a un tema que alguna vez fue sólo defendido por la izquierda.

Las redes sociales también fueron “una herramienta crucial”, resaltó Andi Zeisler, cofundadora de Bitch Media, que volvieron más accesibles a las figuras poderosas y permitieron a los sobrevivientes construir una comunidad y ayudar a difundir los conceptos feministas al público en general. “Son el motor de muchas conversaciones”, afirmó. “Incluso en comparación con cinco años atrás, la gente es mucho más inteligente acerca de aprovechar los medios de comunicación social y sus redes para asegurarse de que estas acusaciones se conozcan y no caigan en saco roto”.

Las versiones acerca de hombres poderosos de Hollywood y sus ataques a mujeres vulnerables son tan viejas como la industria en sí, y la línea de conducta apropiada quizás es más borrosa en un sector en donde los directores de elenco tienen libertad para evaluar a las actrices con base a su aspecto, o para pedirles que usen prendas “que denoten el cuerpo” para una audición.

Tal como Lorraine Ali, crítica de TV de Los Angeles Times, señaló a principios de este año, la dinámica de género en Fox News, donde las anfitrionas lucían una suerte de uniforme de vestidos ajustados, tacones altos, cabello rubio y mucho maquillaje, no era precisamente sutil.

“No hay duda de que, cuando las mujeres son sexualizadas al aire, también lo son fuera de éste”, aseguró Lisa Bloom, abogada que representó a muchas clientes de alto perfil en casos de abuso y ataque sexual, entre ellas varias pertenecientes a Fox News.

En la mayor parte de la historia de Hollywood, el “sofá de elección de elenco” (en inglés casting couch), un eufemismo que disimula el acoso sexual e incluso la violación, fue una práctica cínicamente aceptada como parte del negocio; las historias de lujuriosos magnates de la industria, como Louis B. Mayer y David O. Selznick, que explotaron a jóvenes estrellas se conocen de a decenas. Incluso el venerado Alfred Hitchcock fue acusado de agresión sexual y hostigamiento por parte de una de sus icónicas rubias, Tippi Hedren.

El problema continúa hasta nuestros días. La estrella de “Westworld” Thandie Newton comentó recientemente que en una audición, a comienzos de su carrera, un director la filmó por debajo de la falda y luego compartió la cinta con sus amigos. Otras actrices, como Susan Sarandon y Charlize Theron, también han hablado de las propuestas que recibieron cuando eran jóvenes aspirantes.

Históricamente, las mujeres que formalmente alegaban ser víctimas de malas conductas se encontraban con una indiferencia silenciosa, montones de dinero para silenciarlas o acusaciones de ser “difíciles”, mientras que -en la mayoría de los casos- los hombres acusados (o incluso condenados) no resultaban afectados profesionalmente.

El director Roman Polanski huyó a Europa en 1978 para evadir cargos de violación y continuó haciendo películas en el exilio; incluso ganó un Oscar en 2003. El violador condenado Mike Tyson actuó en la saga exitosa “Hangover” y en su propio especial de HBO, dirigido por Spike Lee. Más recientemente, Casey Affleck se alzó con un Oscar en febrero pasado, a pesar de la acusación de haber acosado sexualmente a una compañera de trabajo. Sin embargo, los cargos de violación contra el director de “Birth of a Nation”, Nate Parker, dañaron las esperanzas del film de ganar premios (y llevaron a muchos a concentrarse en el doble estándar basado en la raza).

Parte del cambio reciente podría ser pura matemática; más mujeres ocupan cargos más altos, por ende hay menos tolerancia para los comportamientos de estilo “Mad Men” que alguna vez fueron comunes. El hecho de que una mujer hable, además, anima a otras a ser tomadas en serio cuando lo hacen; si bien una denunciante única puede ser considerada como una oportunista, “bandas de mujeres que cuentan la misma historia” son más difíciles de ignorar, remarcó Traister. “Es tan triste que debamos tener una docena de mujeres, dos docenas, cien de ellas, antes de que estemos dispuestos a creer sus historias contra un hombre”.

La abogada Bloom afirma que su cliente, la modelo Janice Dickson, se sintió llamada a revelar su historia contra Crosby cuando vio que otras hacían lo mismo. Para la letrada, el pleito de Carlson contra Ailes cambió las reglas del juego. “Ailes fue posiblemente el hombre más poderoso en los medios estadounidenses, uno de los más poderosos del mundo. Todo el mundo decía: ‘Nunca derrotarás a Roger Ailes’. Ella lo hizo”, sentenció Bloom. “Me hizo sentir que se puede apuntar alto”.

En un comunicado, Carlson expresó: “Me inspira que después de haber saltado al precipicio el verano pasado, otras mujeres hayan dado los mismos pasos valientes para ponerse de pie, hablar y luchar”.

La cantidad también puede haber tenido que ver con la caída de O’Reilly, quien había sido perseguido por acusaciones de comportamiento inapropiado durante años antes que el New York Times reportara que el canal había pagado cerca de $45 millones de dólares para resolver múltiples demandas en su contra.

En el caso de Cinefamily, la investigación se produjo después de que una carta anónima -donde se denunciaba una violación y un caso de acoso sexual- circulara en Facebook. Nadie ha presentado cargos aún o -con excepción del caso resuelto por acuerdo privado- una denuncia, pero esto motivó una oleada de enojo y protestas en las redes y la organización emprendió una exhaustiva investigación.

“Estoy animada por la forma en que las sobrevivientes se están conectando; estamos en un tiempo de mayor conciencia”, afirmó Roland. “De todas formas hay un problema muy serio que no ha desaparecido”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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