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Cómo los investigadores de salud del condado de L.A. están tratando de detener el incremento de sífilis

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Roberto Rocha ha estado gritando y hablando con gente desconocida. Algunos han amenazado con dispararle. Ha visitado las cárceles, y tocó infinidad de puertas a través del condado de L.A., todo en busca de la enfermedad de la sífilis.

La centenaria enfermedad, de la que se hace referencia hasta las obras de Shakespeare, está regresando con toda fuerza, y Rocha está tratando de detenerla, y su táctica es, un angelino infectado a la vez. Aunque sus síntomas iniciales son leves, la sífilis puede conducir a parálisis, ceguera y abortos espontáneos si no se trata a tiempo.

Cada día, Rocha y docenas de otros trabajadores de salud pública del condado de L.A. abordan sus carros para buscar personas que podrían haber estado expuestas a enfermedades de transmisión sexual. Ellos creen que la única manera de terminar con el brote, es curar a los infectados y luego encontrar a sus parejas sexuales para que también puedan ser atendidos.

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Pero las pistas que Rocha tiene de los compañeros sexuales pueden ser muy vagas en el mejor de los casos: Él visita una tienda de donas por la tarde. Vive en algún lugar de un edificio de apartamentos de tres pisos frente a una tienda de licores, etcétera.

Rocha se estacionó una vez cerca de un puente debajo de autopista donde le habían dicho que encontraría al ex compañero de un paciente. Armado sólo con su apodo y una descripción de sus tatuajes, Rocha subió a través de un agujero en una cerca.

(Angelica Quintero / @latimesgraphics)

“Había seis personas viviendo debajo de una grieta en el puente y fui allí buscando a la persona”, dijo Rocha. “Él estaba acostado allí en la esquina y le hablé. En este trabajo se ve de todo”.

Durante años, trabajo como el de Rocha ha prevenido infecciones e incluso ha salvado vidas. A pesar de que su enfoque principal son las enfermedades de transmisión sexual, los trabajadores de salud pública pueden remitir a los pacientes a rehabilitación, ayudarles a salir de relaciones abusivas o encontrar a médicos para curar otras dolencias.

Pero con los índices de sífilis más elevados en décadas en Estados Unidos, los expertos están revisando detenidamente las causas de los nuevos casos y también están evaluando si un trabajo como el de Rocha puede detener la rápida propagación de la enfermedad.

‘Te consideran lo peor’

Rocha, de 42 años, quería trabajar en salud pública cuando se graduó de UC Irvine en el 2000. Comenzó en un laboratorio pero no le gustaba estar encerrado. Entonces obtuvo un trabajo con el departamento de Salud Pública del condado del L.A. el año siguiente.

Rocha llama a los pacientes recientemente diagnosticados con sífilis o con VIH, pero los más jóvenes por lo general no responden a sus llamadas, por lo que se aparece en sus hogares o lugares de trabajo.

Muchos no quieren hablar con él. Muchos le gritan e insultan.

Cuando eso ocurre, Rocha deja una tarjeta con su información de contacto en elpatio delantero, o la desliza debajo de la puerta y después regresa más tarde.

Rocha, que recientemente fue promovido como supervisor, enseña a sus subordinados esta persistencia.

“Te azotan la puerta, te gritan, te insultan”, dijo. Pero aún así te llamarán más tarde”.

Cuando Rocha recibe noticias de ellos, tiene que obtener rápidamente información personal. Necesita conocer los síntomas de la infección - dónde está la llaga y cuándo se dio cuenta el paciente - para que pueda determinar si la transmitieron a otra persona. Luego les pregunta con quién más recientemente ha tenido relaciones sexuales.

Los índices de infección por sífilis están al alza

Cuando Rocha comenzó a trabajar en el departamento, la sífilis parecía estar bajo control. El número de casos fue tan bajo que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos lanzaron una campaña nacional en 1999 para erradicar la enfermedad.

Sin embargo, las tasas de sífilis han aumentado casi todos los años desde el inicio del nuevo milenio, aumentando su ritmo de propagación en los últimos años. El número de casos de sífilis infecciosa a nivel nacional se cuadruplicó en 15 años a 23.872 en 2015, según datos del CDC.

La mayoría de las nuevas infecciones han sido en hombres, en particular hombres homosexuales y bisexuales. Este verano, la Fundación de Atención Médica contra el SIDA de L.A. creó vallas publicitarias en la ciudad, así como en Oakland, Dallas y Chicago advirtiendo de un “Tsunami de Sífilis”.

Los médicos dicen que la gente no puede notar cuando contraen la sífilis por primera vez, porque el primer síntoma es un dolor muy ligero que desaparece por sí solo. Una erupción puede llegar más tarde. Si no se trata durante años, la sífilis puede dañar los órganos internos y propagarse al cerebro.

La sífilis se puede curar con una inyección de penicilina, pero está causando problemas antes de ser detectada. En los últimos años ha habido un aumento en California de la sífilis ocular, un síntoma raro de la enfermedad que puede causar ceguera.

La sífilis también puede propagarse de madres embarazadas a sus bebés y causar abortos espontáneos, mortinatos y sordera.

En 2015, 142 bebés en California nacieron con sífilis congénita, incluyendo 23 en el condado de L.A. Apenas tres años antes, sólo había 33 bebés con sífilis y siete en el condado.

“Creo que lo alarmante es que ha habido un incremento muy fuerte”, dijo Amy Moy, del grupo de apoyo Essential Access Health, con sede en California.

Muchos culpan el aumento de casos a la falta de financiamiento para los programas de prevención de las ETS. En 2012, más de la mitad de los programas de ETS estatales y locales se enfrentaron a recortes presupuestarios, lo que redujo las horas y recursos de las clínicas, según el CDC.

Funcionarios de salud pública también dicen que los hombres homosexuales cada vez están usando menos preservativos debido a que se ha reducido el miedo al VIH. Algunos también especulan que las redes sociales han contribuido a tener relaciones sexuales con más personas porque es más fácil encontrar nuevas parejas.

“Todas esas cosas se están uniendo y creando esta tormenta perfecta”, dijo Moy.

¿Se puede hacer algo?

Hace años, Rocha visitó a una niña de 14 años que había sido diagnosticada con sífilis. Había huido de su casa y salía con un hombre de 25 años.

Rocha también supo que ella era adicta a la metanfetamina y que su novio le suministraba la droga. Le había tatuado su nombre. Rocha denunció al hombre, que terminó en la cárcel.

Cuando se reúne con un paciente, Rocha no sólo pregunta acerca de sus hábitos sexuales. Él pregunta sobre la vivienda y la salud mental. Incluso podría establecer el transporte a un centro de rehabilitación de drogas. Si está hablando con un paciente que está en la cárcel, él le preguntará cómo están siendo tratados y si tienen acceso a sus medicamentos.

“Quiero llegar a la raíz de lo que está causando que se involucren en comportamientos de alto riesgo”, dijo. “Estamos tratando de ayudarles de diferentes maneras, queremos asegurarnos de que estén bien”.

En otra ocasión, Rocha apareció en la casa de un joven de 18 años que acababa de ser diagnosticado con el VIH pero no les había dicho a sus padres que era gay. Le pidió a Rocha que se sentara con él mientras revelaba las dos noticias.

La Dra. Sonali Kulkarni, directora médica de la División de Programas de VIH y ETS del Condado de L.A., dijo que el trabajo de estos especialistas en intervenciones de enfermedades - hay alrededor de dos docenas en el condado - puede tener un tremendo efecto en la vida de las personas.

Pero en medio del crecimiento de los casos de sífilis, los funcionarios de salud están reevaluando este enfoque individualizado para la prevención de las ETS. Los pacientes reciben tratamiento, pero hay pocas pruebas de que reduzca la transmisión y las tasas de sífilis en general en la comunidad, dijo.

Parte del problema es que la gente no identifica a sus parejas.

Rocha recordó a un hombre que envió por correo electrónico a un investigador una lista de 100 nombres y números de teléfono de personas con las que se había acostado en el último año. Pero lo más frecuente es que no revelen los nombres o que no sepan con quien han tenido relaciones sexuales en baños públicos o en reuniones casuales promovidas en las redes sociales.

“Estamos contentos si conseguimos que una sola persona no se infecte o que se cure”, dijo Rocha.

Kulkarni dijo que están pensando en otras formas de combatir la enfermedad. Es importante concentrarse en los pacientes con VIH porque más de la mitad de los nuevos casos de sífilis están en personas que tienen VIH.

También dijo que podrían enfocar su alcance en ciertos vecindarios donde mucha gente ha sido infectada. Además, hay evidencia temprana que demuestra que los pacientes sífilis no están conectados entre sí a través de una red sexual, sino a través del uso de drogas, dijo.

“Hay más espacio para entender mejor qué podemos hacer para disminuir la propagación de la sífilis”, dijo.

Para Rocha, su trabajo se ha convertido en mucho más que la prevención de las ETS.

Recordó haber visitado la casa de un joven de 19 años que recientemente había sido diagnosticado con sífilis y VIH. La abuela del muchacho abrió la puerta.

Me dejó entrar en su habitación. Era pura piel y huesos .... Había dejado de comer, había dejado de hacer cualquier actividad”, dijo. Pensaba que su mundo había terminado.

El paciente pensaba que el VIH era una sentencia de muerte. Rocha le explicó que las personas diagnosticadas hace décadas están viviendo felizmente hoy. Le dijo que podía obtener ayuda para pagar los medicamentos.

Rocha salió de la casa y fue abordado por la abuela del chico, que estaba llorando. Ella le dio las gracias.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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