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Inmigrantes ajustan su vida y su rutina ante una posible deportación

Wilfredo Mendoza, de Boston, izquierda, y Christina Villafranca, de Malden, Massachusetts, derecha, protestan con pancartas durante una manifestación en Boston, el martes 21 de febrero del 2017. En todo Estados Unidos, las nuevas medidas de mano dura de Trump dirigidas a los cerca de 11 millones de inmigrantes que viven sin autorización han creado temor y ansiedad y han hecho que muchos se preparen para ser arrestados y alteren sus rutinas con la esperanza de evitar la deportación. (AP Foto/Steven Senne)
(Steven Senne / AP)
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En el condado de Orange, California, docenas de inmigrantes han firmado poderes notariales para autorizar a familiares y amigos a recoger a sus hijos de la escuela y usar sus cuentas bancarias para pagar facturas, en caso de que sean arrestados por agentes de inmigración.

En Filadelfia, los inmigrantes portan guías de bolsillo “Conoce tus derechos”, en español e inglés, que explican lo que deben de hacer si es que son detenidos.

Y en Nueva York, la mexicana Zuleima Domínguez, de 23 años, y algunos de sus familiares tienen cuidado al abrir la puerta, y se preocupan y comienzan a hacer llamadas cuando alguien no llega a casa a tiempo.

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En todo Estados Unidos, las nuevas medidas del presidente Donald Trump dirigidas a los cerca de 11 millones de inmigrantes que viven sin autorización en el país han creado temor y ansiedad, y han hecho que muchos se preparen para ser arrestados y alteren sus rutinas con la esperanza de evitar la deportación.

En El Paso, Texas, Carmen Ramos y sus amigos han creado una red para mantenerse todos en comunicación a través de mensajes de texto y avisarse sobre los puntos de revisión que establecen las autoridades de inmigración.

Ramos agregó que se está asegurando de que todo lo que hace está siempre bien hecho. Revisa las luces traseras de su auto antes de salir de su casa para asegurarse de que estén funcionando. No maneja por encima del límite de velocidad y siempre está al tanto de sus alrededores.

“Nos sorprende que hasta una multa te puede enviar de regreso a México”, dijo Ramos, de 41 años, quien junto con su esposo y sus tres hijos emigraron de Ciudad Juárez en el 2008, debido a la violencia causada por el narcotráfico y a amenazas de muerte. Entraron a Estados Unidos con visas de turista y se quedaron después de que éstas vencieron.

“No tendríamos a dónde regresar”, puntualizó.

La ansiedad entre los inmigrantes que viven de manera ilegal en el país ha ido aumentando en los últimos meses, pero se intensificó en las últimas semanas después de que el gobierno de Trump envió claras señales de que desecharía la política del gobierno anterior, que era dar prioridad a la deportación de inmigrantes convictos de delitos graves.

El martes, el gobierno de Trump anunció que todos los inmigrantes sin autorización y que han sido acusados o declarados culpables de delitos, e incluso los sospechosos de haber cometido un delito, estarán en la lista de prioridades de las autoridades migratorias. Esto podría incluir gente arrestada por robo de prendas y otros delitos menores, o que simplemente cruzó la frontera de manera ilegal.

Algunos inmigrantes temen la deportación de sus parejas que no cuentan con documentación de legalidad. Y muchos están preocupados de que las deportaciones separen a padres de sus hijos nacidos en Estados Unidos.

“La gente se está resguardando porque tiene miedo”, dijo Roberto G. Gonzales, asistente de profesor de sociología en la Universidad Harvard, cuya investigación se enfoca en inmigrantes y jóvenes latinos.

Decenas de inmigrantes comenzaron a presentarse en oficinas de grupos defensores en Filadelfia e hicieron preguntas como “¿quién cuidará a mis hijos si me deportan?”.

También se les orienta sobre cómo preparar un “plan de deportación” que incluye el nombre y número de un abogado y otros contactos de emergencia si los arrestan.

En Los Ángeles, los inmigrantes asisten a cursos para conocer sus derechos, pero también han llamado para avisar que tienen miedo de ir por sus hijos a la escuela, dijo Jorge Mario Cabrera, portavoz de la Coalición de Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles.

Los inmigrantes de la zona de Chicago han dicho que tienen miedo de conducir, y algunos incluso desconfían de utilizar el transporte público.

Cuando la policía de Chicago y agentes federales efectuaron este mes revisiones de rutina en una línea ferroviaria, muchos creyeron que se trataba de un retén de inmigración.

Como lo sucedido se difundió rápidamente en Twitter y entre grupos activistas, la policía de Chicago emitió un comunicado en el que afirmó a los inmigrantes: “Ustedes son bienvenidos aquí”.

En Miami, una mexicana de 34 años y madre de dos hijos dijo que intercambia mensajes por celular con amigos y por Facebook sobre cuáles caminos no transitar para evitar los patrullajes de inmigración.

Ella va en coche a su trabajo y lleva a sus hijos a la escuela aunque carece de licencia. Le ha sido imposible conseguirla porque vive sin permiso en el país.

Aceptó que la identificaran sólo por su nombre, Marina, por temor a que la deporten.

En el Bronx, una estudiante universitaria de apellido Domínguez, que tiene permiso para estar en el país de acuerdo con la política del gobierno del anterior presidente, Barack Obama, que ampara a personas que llegaron sin autorización cuando eran niños, piensa en lo que necesitará hacer para cuidar a su hermano, de 6 años, y hermana, de 11, ambos nacidos en Estados Unidos, en caso de que sus padres sean deportados.

Ahora, cuando Domínguez sale de casa, dice a los demás a dónde va, con quién, y a qué hora regresará, y espera que sus papás y hermanos hagan lo mismo. Si alguien va a llegar tarde “avisamos por teléfono”, agregó.

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