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Dos meses después del huracán María, Puerto Rico sigue sin electricidad y miles huyen de la isla

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Las luces siguen apagadas tanto en las bulliciosas ciudades como en los pequeños pueblos rurales. Los generadores a gas, la única alternativa a las líneas eléctricas caídas por todas partes, zumban continuamente en el exterior de hospitales y tiendas. Cuando cae la noche, es el brillo de las luces de los automóviles, no de las farolas, lo que ayuda a vencer la oscuridad.

Dos meses después de que el huracán María azotara a Puerto Rico, gran parte del territorio de los EE.UU. todavía carece de electricidad. Incluso en áreas donde el servicio se ha restablecido, como la ciudad capital de San Juan, los residentes deben lidiar con apagones diarios.

La falta de electricidad, junto con la destrucción masiva de carreteras y puentes, llevó a cientos de miles de habitantes a huir de Puerto Rico hacia los Estados Unidos continentales, y algunos economistas predicen décadas de estancamiento para una isla que ya experimentaba problemas financieros.

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En los últimos días, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, anunció que la zona, a través del trabajo de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico, había restablecido el servicio al 50% de la comunidad.

Rosselló sostuvo que la isla alcanzará un 80% de servicio a fines de noviembre y un 95% a mediados de diciembre, objetivos que algunos calificaron como poco realistas. En contraposición, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE.UU. Estima que el 75% de la isla recuperará la electricidad para fines de enero.

Las audaces declaraciones de Rosselló se conocieron antes de la renuncia, el viernes último, del director de la agencia de energía, Ricardo Ramos, en medio de una ráfaga de acusaciones sobre un contrato por $300 millones adjudicado a Whitefish Energy Holdings para reconstruir la red eléctrica de la isla. Las autoridades federales han investigado el contrato adjudicado a la pequeña empresa, con sede en Montana, en la ciudad natal del secretario del Interior, Ryan Zinke. El acuerdo, firmado poco antes de que María azotara la zona, se canceló el mes pasado, cuando surgieron las dudas.

Rosselló afirmó a los periodistas que Ramos se había convertido en una “distracción” mientras la comunidad luchaba por reconstruir una red eléctrica que quedó prácticamente desbaratada en su totalidad por la tormenta.

El sábado, Yaniel Alexis Pérez caminaba por una calle angosta en Añasco, una ciudad de aproximadamente 27,000 habitantes, con vistas al mar Caribe. Llevaba un collar especial, un cargador negro de celular que lleva consigo a todas partes para poder encender su teléfono cuando encuentra electricidad. Su casa no tiene servicio y sigue anegada después de las implacables lluvias que azotaron la isla. Las aguas de la inundación hacen que sea peligroso usar un generador.

Durante varias semanas, Pérez, de 25 años, pudo conectarse gracias a la generosidad de amigos con generadores. También pasa las noches en la vivienda de su vecino, Ricardo Prosper, de 67 años, quien se considera un tipo creativo: logró conectar las bombillas de 12 voltios de su hogar a una serie de baterías de automóviles. “Incluso cuando no hay electricidad, hay luz aquí”, afirmó Prosper, mostrando su sala de estar.

Los funcionarios estiman que varios cientos de personas, en su mayoría adultos jóvenes, dejan Puerto Rico todos los días hacia el continente. El éxodo ya tenía lugar incluso antes de que María, una tormenta de categoría 4, golpeara la isla, el 20 de septiembre.

Durante años, el territorio autónomo ha luchado con la deuda. En mayo pasado, Rosselló sostuvo que el gobierno puertorriqueño, envuelto en una deuda de más de $70 mil millones de dólares, iría a la corte federal con la esperanza de recibir protección de los acreedores.

Tony Villamil, un economista radicado en Miami que trabajó extensamente en Puerto Rico, aseguró el sábado que “va a llevar una década, como mínimo, que la isla se recupere y recobre cierta sensación de normalidad”. “Todos los puertos, la red eléctrica y las carreteras deben reconstruirse con mejoras significativas”, aseguró. “Es necesario que exista una sólida relación entre los sectores público y privado para ayudar en estas acciones”.

Hasta la fecha, el Congreso aprobó $5,000 millones de dólares de ayuda para Puerto Rico desde que María tocó tierra. Aun así, Rosselló solicitó al gobierno federal casi $94,000 millones para la recuperación de la isla.

Este mes, desde Washington, DC -donde se reunió con miembros del Congreso- Rosselló describió cómo se usaría el dinero: alrededor de $46,000 millones del programa Community Development Block Grant serían para restaurar la vivienda; $30,000 millones de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias se destinarían a infraestructura; y $17,000 millones de otros programas de subvenciones para la recuperación a largo plazo.

Aún así, mientras Roselló y otros funcionarios luchan por encontrar fondos para reconstruir la comunidad y, a su vez, frenar la migración hacia el continente, algunos se han dado por vencidos y se están mudando.

Aníbal López Correa es un candidato de doctorado que estudia educación en la Universidad de Puerto Rico. Al joven le preocupaba ya el futuro financiero de la isla incluso antes de María. “Cada vez que alguien se va, mi deuda aumenta”, expresó. “Porque quienes nos quedamos, seguimos con la misma cantidad de deuda, pero somos menos para pagarla”.

El sábado, López Correa pensaba en su propio futuro. A los 28 años, quiere trabajar como profesor y estuvo investigando cómo son los salarios en varios estados. Según vio, son casi el doble de lo que ganaría en Puerto Rico cuando se gradúe. Sin embargo, afirma, no se apresurará a tomar una decisión, aunque alejarse de su Puerto Rico natal es algo que él, como muchos otros, considera seriamente.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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