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El día al año en el que Jorge Pérez hace de su casa una galería de arte

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El empresario inmobiliario y coleccionista de arte Jorge Pérez hace una vez al año de su casa en Miami una galería de arte por invitación, que ocupa desde el salón al baño y no tiene más puertas cerradas que las de los armarios.

La visita a Villa Cristina, la casa al borde del mar que Pérez tiene en el barrio de Coconut Grove, es uno de los acontecimientos de la Miami Art Week, la semana del arte que gira en torno a la feria Art Basel, que hoy abrió sus puertas al público.

Cada año la casa presenta una exposición diferente con las últimas adquisiciones y las obras más selectas de la colección de Pérez, como si de una galería de arte se tratara.

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Al “tour” de hoy, acompañado de un desayuno regado con café y “mimosas”, asistieron entre otros el director de ARCO, la feria de arte contemporáneo de Madrid, Carlos Urroz, la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada, artistas como el cubano Rubén Torres Llorca y galeristas como el colombiano Luis Ángel Parra.

Los invitados pueden contemplar las obras de arte que albergan el jardín y la villa de un estilo híbrido entre español e italiano y también cómo vive el fundador del Pérez Art Museum (PAMM) de Miami.

En un rincón de la casa abarrotada de invitados Pérez dice a Efe que no lo hace por exhibicionismo sino para agradecer y corresponder a los que le atienden a él y a su esposa Darlene cuando visita las ferias del circuito internacional de arte.

Uno de sus asistentes señala por su parte que esta reunión anual sirve también para poner en contacto a galeristas, artistas, coleccionistas y periodistas.

Aunque las obras de arte que se muestran cada año son diferentes, hay algunas que por orden de su dueño nunca se tocan.

Entre las que permanecen está “Protección” (1996), una obra de arte conceptual de Torres Llorca, que como su nombre indica es una especie de amuleto de la suerte.

Pérez, que vive desde hace 25 años en esta casa, bromea diciendo que no se atreve a tocarla por miedo a que le cambie la suerte.

Del mismo autor hay una escultura en la planta baja, donde arranca la escalera, de dos niños mirándose en un espejo.

Las figuras, que según explica su autor están hechas en un barro que se cuece solo y recubiertas de capas de papel, están de espaldas al espectador, pero las caras se reflejan en el espejo colocado en la pared hacia la que están mirando.

“Uno se enamora más de unas obras que de otras”, dice Pérez en medio de saludos y abrazos de gente que llega y de otra que se va, pues por la casa van pasando tandas de invitados entre las 9 y las 11 de la mañana.

Otra obra de la que este amante del arte nacido en Argentina, con raíces familiares en Cuba y educado en Colombia no se desprende es un carboncillo de gran tamaño pintado por Fernando Botero en 1970.

Es una “Niña comiendo helado” y como corresponde está en el comedor.

Incluso en la enorme cocina de la casa hay obras de arte, al igual que en los baños.

Pinturas, instalaciones, videoarte, esculturas, dibujos, grabados y collages ocupan cada espacio disponible.

En el cuarto de Felipe, el hijo del matrimonio, además de juguetes y fotos, hay arte.

Artistas como Marta Minujin, Claudio Bravo, Joaquín Torres-García, Carlos Rojas, Olga de Amaral, Pablo Atchugarry, José Bedia, Luis Felipe Noe, Ana Mercedes Hoyos, Julio Larraz y Cristina Iglesias, entre otros muchos, tienen su espacio en Villa Cristina.

En el jardín, grandes esculturas de artistas como Botero, Chirico, Sophia Vari, Antony Gormley y Niki de Saint Phalle se yerguen en medio de la exhuberante vegetación tropical que rodea la casa, a la que solo le falta un yate en el embarcadero privado para estar completa.

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