Anuncio

El Vaticano se une a los salvadoreños para honrar la memoria de ‘San Romero’

Share

SAN SALVADOR.- Blanca Estela García no necesitó que el Vaticano le dijera que el asesinado Arzobispo salvadoreño Oscar Romero era un santo.

Ni tampoco las miles de personas reunidas aquí en los parques, en las misas y en las marchas realizadas hacia la Catedral de San Salvador en los últimos días necesitan que se les recuerde que Romero fue asesinado hace 35 años.

Ni las personas usando las camisetas de “San Romero de América” o las cintas para la cabeza, los llaveros y las bolsas en homenaje a Romero, necesitan un recordatorio.

Anuncio

“Para nosotros era nuestro pastor y nuestro guía”, dijo García, de 45 años de edad, quien cose ropa en una maquiladora y quien llevaba citas del penúltimo sermón dicho por Romero en la parte de atrás de su camiseta. “Tomó mucho tiempo para que esto sucediera, pero Dios quería justicia”.

Después de años de debate sobre si Romero era un comunista o un teólogo de la liberación, asesinado por sus políticas o por su fe, en febrero el Papa Francisco dejó a un lado las dudas, lo declaró un mártir y anunció que sería beatificado, el paso a seguir antes la santidad.

La ceremonia de beatificación está programada para llevarse a cabo el 23 de mayo en San Salvador y se espera que asistan un millón de personas de toda América Latina, donde Romero durante mucho tiempo ha sido venerado como un icono.

El asesinato de Romero el 24 de marzo de 1980, fue en muchos sentidos el comienzo de la guerra civil de El Salvador. Se convirtió en un símbolo para la lucha que se desarrollaba en el país y en otras partes de América Latina. Una lucha por la cual los guerrilleros izquierdistas dijeron que estaban tratando de mejorar las condiciones de la población empobrecida y que el ala derecha anti-comunista apoyada por Estados Unidos luchaba por preservar bajo la situación actual.

Los gobiernos conservadores salvadoreños y los cardenales de América Latina durante años presionaron al Vaticano contra el reconocimiento de Romero, quien fue baleado por un francotirador mientras decía misa en la pequeña capilla de la Divina Providencia localizada junto a su vivienda.

Romero quien en un inicio era un clérigo conservador, llegó a abogar en nombre de la población pobre de El Salvador, después de presenciar el gobierno mortal y la brutalidad militar en contra de los campesinos. El asesinato por parte de los militares del sacerdote jesuita Rutilio Grande en 1977, un colega que trabajo de cerca con los pobres y que simpatizaba con los rebeldes, fue otro acontecimiento importante en la creciente oposición de Romero en contra del gobierno.

“Escuchaba a las personas, hablaba y visitaba a las personas incluso en las comunidades más remotas… durante momentos de conflicto. Daba consuelo y ánimo”, recordó la hermana Noemi Ortiz, quien trabajó con Romero. “Nuestra experiencia con Monseñor Romero era la de experimentar a Dios en la tierra”.

Sus últimas homilías criticaban los abusos cometidos por la izquierda, pero cada vez se declaraban más en contra de los militares, incluso pidiéndoles a los soldados, en uno de sus últimos sermones, a desobedecer las órdenes que los obligaban a reprimir a la población.

El respaldo de Romero por parte del Vaticano ha creado algunos momentos incómodos para el ala derecha salvadoreña, aún poderosa a pesar de la llegada del partido de la izquierda a la Presidencia en el 2009. Los miembros del partido de la derecha fueron considerados los responsables del asesinato de Romero, pero los conservadores por lo general son católicos devotos y ahora deben considerar la decisión del Vaticano.

Romero “le pertenece a todos los salvadoreños”, dijo Edwin Zamora, el candidato a alcalde del ala derecha, el mes pasado durante su campaña prometió construir un monumento al sacerdote asesinado si ganaba. Zamora fue acosado por el partido de la izquierda por lo que consideraron como una táctica de electoralismo barata.

Después de que la guerra terminó formalmente en 1992, una Comisión de la Verdad sostuvo que el comandante del ejercido Roberto D’Aubuisson, quien murió ese mismo año, fue el responsable de ordenar el asesinato de Romero. D’Aubuisson fue el fundador del ultraconservador partido político Arena, que gobernó El Salvador durante dos décadas hasta el 2009, cuando el Frente de Liberación Nacional Farabundo Marti, el partido de la ex guerrilla izquierdista, ganó la Presidencia.

Las discusiones del asesinato de Romero ahora plantean preguntas incómodas y sin respuestas sobre que personas arriba de D’Aubuisson autorizaron un asesinato tan potencialmente controversial. Muchas personas aquí en El Salvador creen que los miembros de los negocios de élite del país, algunos de los cuales todavía se encuentran en posiciones empresariales de poder, son los responsables.

Más de 20 años después de que terminó la guerra, El Salvador sigue siendo un lugar atormentado y políticamente dividido. Se han logrado algunos avances en la reconciliación, pero la concentración política permanece, compuesta por nuevos problemas como la guerra de las pandillas y el narcotráfico.

Si desea leer esta nota en innglés, haga clic aquí

Anuncio