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En agradecimiento a los maestros, un llamado al salón de clases

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Si bien he trabajado en el campo de la educación por 10 años, aún recuerdo mis días de estudiante, forjando el camino hacia mi futuro. Cuando comencé a llenar formularios de solicitud para las universidades, mi familia estaba confundida.

Acaso ¿No era suficiente mi diploma de bachillerato?

O ¿No debía simplemente buscar empleo y empezar a formar una familia?

En nuestra comunidad, y muchas otras, ese es el camino lógico a seguir para un hombre latino. Pero yo sabía que mi camino sería diferente. No puedo describir mi emoción al ser aceptado a la Universidad de California en Santa Bárbara. Tuve la oportunidad de vivir en las residencias estudiantiles, ser parte de equipos deportivos, participar en muchas actividades extracurriculares y estudiar en el exterior, en París. En resumen, pasé los mejores días de mi vida, todo gracias a la educación.

Ahora, como asistente de rectoría en Los Ángeles, paso mis días trabajando para asegurar que otros estudiantes que comparten mis antecedentes tengan acceso a estas grandiosas experiencias. La primera vez que supe que la educación era mi llamado fue durante mis años en UCSB, al visitar varias escuelas públicas locales a pocas millas de nuestras prístinas residencias y aulas de clase. Ver las discrepancias en los logros académicos y las facilidades relacionadas directamente con las clases que yo había tomado encendió mi interés por la justicia social. A medida que aprendí más, comencé a ver el salón de clases como el lugar más poderoso para tener el tipo de impacto que imaginé.

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Al graduarme, ya contaba con un título en Sociología y Ciencias Políticas, una sub-especialización en Educación y un enfoque en temas de Inmigración, Teoría Crítica de la Raza y Reforma Educativa. Desde aquél momento empecé a enseñar. Fue durante mis cuatro años en el salón de clases (y luego un año más como profesor) que mi interés académico por la educación se transformó en una pasión profunda y permanente.

Terminé mi maestría en Política Educativa y Administración en Loyola Marymount University y ahora soy asistente de rectoría en la PUC Community Charter Middle School, en el Valle de San Fernando, muy cerca de donde crecí. Todos los días me siento bendecido de poder contribuir a la comunidad que tanto me dio.

Como mexicano-americano de primera generación y primer graduado universitario entre mi familia inmediata, me siento orgulloso de ayudar a otros a conocer su potencial a través de la educación. Hoy, mi familia se enorgullece por mi decisión de perseguir una educación superior y al ver lo motivado que estoy por lograr una diferencia en este mundo.

Al ver a mis estudiantes, me veo a mí mismo. Desde la comunidad y la cultura que compartimos, hasta los retos que enfrentamos. En mi propia vida académica, me he cuestionado si tenía lo necesario para ser exitoso. El estudio nunca fue una cosa fácil para mí, además de que había muchos mensajes culturales que trataban de impedir que ingresara a la escuela. Pero también sé lo que ahora es posible para mí gracias a ese logro. Si mis estudiantes aprenden algo, espero que sea esto.

Hoy día, llevo mi historia personal a la escuela junto con mi identidad como mexicano-americano de primera generación y primer graduado universitario en mi familia. Como líder, reflejo todo esto como un espejo para mis estudiantes, el personal y las familias. Todos los días enfrentamos obstáculos – algunos pequeños y directos, otros que brotan de opresiones sistémicas más grandes. Estoy orgulloso de ser un ejemplo viviente para las muchas familias que he conocido y amado a través de los años. La universidad no tiene que ser sólo un sueño. Juntos, podemos hacerlo realidad.

El papel de los educadores comprometidos no puede ser sobrevalorado. Al celebrar la Semana de Agradecimiento a los Profesores (en mayo), recordemos su papel clave como líderes en las aulas y en la lucha por mayor igualdad y oportunidad. Todos los días mis colegas y yo tenemos el privilegio de ayudar a formar las mentes y futuro de la siguiente generación. Espero que ustedes nos acompañen, junto con los jóvenes y aquellos que ya están en el lugar de trabajo, a pensar cómo podemos dejar huella.

Claudio Estrada nació y creció en Los Ángeles, California, de padres mexicanos originarios de Zacatecas, México. Siendo el primer miembro de su familia en graduarse de la escuela preparatoria (high school) con honores, obtuvo su título universitario de la University of California, Santa Barbara. Durante sus estudios en UCSB, tuvo la oportunidad de estudiar idiomas e historia europea en París, Francia. Tras graduarse de la universidad, se unió a la organización Teach For America en 2009 y ha permanecido en el campo educativo desde entonces. Inició su carrera como maestro de inglés y de historia a nivel de secundaria (middle school) y hoy día trabaja como director en una de las escuelas charter con mejores calificaciones en el Valle de San Fernando, PUC Community Charter Middle School.

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