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Sobredosis, una joven acompañante, fiestas plagadas de drogas: la vida oculta del decano de la escuela de medicina de USC

(Alex J. Berliner / AP)
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En las salas de conferencias, laboratorios y oficinas ejecutivas de USC, el Dr. Carmen A. Puliafito era una figura imponente. El decano de la Escuela de Medicina era un renombrado cirujano oftalmológico, cuya habilidad en el quirófano estaba acompañada por un don para atraer dinero y talentos a la universidad.

Pero había otro costado en este médico educado en Harvard.

Durante su mandato como decano, Puliafito se rodeó de un círculo de criminales y consumidores de drogas que afirmaron que el doctor usaba metanfetamina y otras drogas con ellos, según descubrió una investigación de Los Angeles Times.

Puliafito, de 66 años, y estos conocidos mucho más jóvenes, capturaron sus hazañas en fotos y videos. The Times revisó decenas de imágenes a las cuales tuvo acceso. Tomadas durante 2015 y 2016, en ellas se ve a Puliafito y otras personas, festejando en habitaciones de hotel, en vehículos, departamentos y en la oficina del ahora exdecano en USC.

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En un video, Puliafito, vestido con esmoquin, muestra una píldora naranja en su lengua y dice a la cámara: “Pensé que podía tomar un ecstasy antes del baile”, y luego traga la gragea. En otro, Puliafito emplea un encendedor de butano para calentar una gran pipa de vidrio destinada al uso de metanfetaminas. El médico inhala y luego exhala una espesa capa de humo blanco. Sentada junto a él, en un sofá, una joven fuma heroína de un trozo de papel aluminio caliente.

Como decano, Puliafito supervisó a cientos de estudiantes de medicina, miles de profesores y médicos, y becas de investigación por un total de más de $200 millones. Fue un recaudador de fondos clave para la USC, institución para la cual reunió más de mil millones de dólares en donaciones, según su estimación.

Puliafito renunció a su cargo -con una paga de $1.1 millón al año- en marzo de 2016, en medio del período de primavera, alegando que quería explorar oportunidades externas.

Tres semanas antes, una mujer de 21 años había tenido una sobredosis en su presencia, en un cuarto de hotel en Pasadena. La joven fue trasladada de urgencia al hospital, donde se recuperó. La policía halló metanfetamina en la habitación, según un reporte, pero no realizó arrestos. Puliafito nunca habló públicamente del incidente, que se reporta aquí por primera vez.

Líderes de la USC contrataron al Dr. Carmen A. Puliafito en 2007 para elevar el perfil de la Escuela de Medicina Keck. El galeno había ayudado a inventar una tecnología láser que revolucionó el tratamiento de las enfermedades oculares (Robert Gauthier / Los Angeles Times).

Líderes de la USC contrataron al Dr. Carmen A. Puliafito en 2007 para elevar el perfil de la Escuela de Medicina Keck. El galeno había ayudado a inventar una tecnología láser que revolucionó el tratamiento de las enfermedades oculares (Robert Gauthier / Los Angeles Times).

(Robert Gauthier / Los Angeles Times)

Después de dejar el cargo de decano, USC mantuvo a Puliafito en el plantel de la escuela de medicina y éste continúa aceptando nuevos pacientes en las clínicas oftalmológicas del campus, según el sitio web de Keck. También es un testigo central en una demanda por $185 millones de dólares, en la cual la Universidad de California acusó a USC de mala conducta por contratación de la competencia -uno de sus investigadores estrella-.

Puliafito no respondió las solicitudes de entrevista o las preguntas escritas. Cuando fue contactado por vía telefónica la semana pasada, colgó sin hacer comentarios después de escuchar un breve resumen de los informes de The Times.

Antes de ello, en un email que envió al periódico poco después de renunciar a su puesto, Puliafito confirmó que había tomado la decisión de forma voluntaria con el fin de dedicarse a un trabajo de biotecnología. “En resumen, fui decano por casi una década. Fue genial, pero ya estaba listo para abordar estas oportunidades cuando llegaran”, escribió.

El presidente de USC, C.L. Max Nikias, y el preboste Michael Quick, quien fue jefe directo de Puliafito, no respondieron a los repetidos pedidos de información sobre las circunstancias que rodearon la dimisión del exdecano. Tampoco lo hizo la oficina de prensa de la universidad.

Cuando los periodistas visitaron la oficina de Nikias para preguntar sobre la cuestión, el jefe de personal, Dennis Cornell, les dijo: “El presidente no hablará con The Times acerca de este tema”.

Este medio entrevistó a seis personas que participaron de fiestas con Puliafito en Pasadena, Huntington Beach y Las Vegas, así como en USC. Todas rondan en edad entre el final de la adolescencia y finales de la treintena. Ninguna es estudiante de USC.

Una de ellas, Sarah Warren, fue quien tuvo la sobredosis en la habitación del hotel de Pasadena. La joven le dijo a The Times que conoció a Puliafito a principios de 2015, mientras trabajaba como prostituta; aseguró que ambos se vieron con regularidad durante más de un año y medio, y que Puliafito usaba drogas con ella y, a veces, la llevaba a ella y a otros miembros de su círculo al campus de USC después de horas, para hacer fiestas. “Él decía: ‘Ellos aman tenerme por aquí’. Los estudiantes de medicina piensan que soy Dios”, manifestó Warren.

Puliafito no tiene antecedentes penales conocidos, y los registros públicos no muestran manchas en las licencias médicas que tiene en California y otros tres estados. Una revisión de los registros judiciales en dichos estados no encontró ninguna demanda por negligencia en su contra.

El especialista es muy apreciado en el campo de la oftalmología, y a menudo se dirige a otros médicos en convenciones nacionales y seminarios de capacitación. Durante la última década fue coautor de más de 60 artículos de revistas médicas sobre enfermedades de la retina y otros temas. Desde 2008 es miembro de la junta directiva del Instituto de Medicina Regenerativa de California, la agencia estatal que supervisa la investigación con células madre.

Fue una pista acerca del incidente en el hotel de Pasadena lo que llevó a The Times a descubrir la doble vida del médico.

Justo antes de las 5 p.m. del 4 de marzo de 2016, un empleado del Hotel Constance, un clásico de lujo sobre Colorado Boulevard, llamó al 911 para reportar que un huésped había sufrido una aparente sobredosis.

El empleado del hotel comunicó al operador del Departamento de Bomberos con un cuarto del tercer piso. Allí atendió un hombre, se identificó como médico y dijo que la condición de su compañera no era grave, según la grabación de la llamada. “Mi amiga tomó un montón de tragos y está durmiendo”, le dijo al operador. Cuando le preguntaron si la mujer había consumido otra cosa, respondió: “Creo que sólo fue alcohol”.

Cuando la ambulancia llegó, otro empleado del hotel hizo una nueva llamada al 911 para solicitar presencia policial.

“Hay alguien en una habitación… Estaban consumiendo drogas”, afirma el empleado al operador de emergencias, según la grabación del 911. “Creo que estaban consumiendo metanfetamina”, agrega.

Los paramédicos llevaron a la mujer al Huntington Memorial Hospital. Las autoridades no revelaron su nombre; The Times la identificó como Warren a través de entrevistas, redes sociales y registros de propiedad.

Warren, quien ahora tiene 22 años, ha estado desde noviembre en un tratamiento de rehabilitación por abuso de drogas en el condado de Orange, y afirmó que dejó de tener contacto con Puliafito. La mujer habló de la relación entre ambos en una serie de entrevistas. Entre otras cosas, expresó que habían estado de fiesta en el hotel por dos días. Allí ella ingirió “demasiado GHB” -gamma-hidroxibutirato, la llamada ‘droga de la violación’, que algunos usuarios consumen en dosis pequeñas para generar un efecto eufórico-, lo cual la dejó “totalmente incapacitada”.

Cuando volvió a despertar, seis horas más tarde y ya en el hospital, Puliafito la recogió. “Volvimos al hotel, conseguimos otro cuarto y continuamos la fiesta”, aseguró. Los videos revisados por The Times dan cuenta de sus testimonios.

Una grabación realizada la noche anterior a la sobredosis muestra a Puliafito y Warren en una habitación del hotel. La joven le pide al médico que le ayude a aplastar la metanfetamina para preparar un hot rail, un método de inhalar la droga. “Claro que sí”, responde Puliafito. Más tarde, se ve a Warren inclinada sobre una bandeja con varias líneas de un polvo blanco.

En otro video de ambos, grabado en otro hotel un día después de la sobredosis, Warren culpa al GHB por el episodio en el Hotel Constance. “Carmen me salvó la vida”, dice en el video.

Puliafito aparece en la imagen con lo que aparenta ser una pipa de metanfetamina en la mano, y luego la lleva a su boca.

Fuentes con acceso a estos y otros videos y fotografías de Puliafito le permitieron a The Times ver las imágenes con la condición de que no éstas no sean publicadas.

Warren afirmó que ella y Puliafito habían estado de fiesta en el lujoso Hotel Constance, en Pasadena, cuando una dosis de la droga GHB la dejó “completamente incapacitada”. Un empleado del hotel llamó entonces al 911 (Robert Gauthier / Los Angeles Times).

Warren afirmó que ella y Puliafito habían estado de fiesta en el lujoso Hotel Constance, en Pasadena, cuando una dosis de la droga GHB la dejó “completamente incapacitada”. Un empleado del hotel llamó entonces al 911 (Robert Gauthier / Los Angeles Times).

(Robert Gauthier / Los Angeles Times)

Una semana después de la sobredosis, un testigo presentó una denuncia anónima a través de un sitio web de la ciudad y solicitó a las autoridades de Pasadena que investiguen a Puliafito y el manejo policial de la situación, según una copia de la queja, obtenida a través de la Ley de Registros Públicos de California.

Tres días más tarde, el mismo testigo llamó a la oficina del presidente de USC, Nikias, y advirtió a dos empleados acerca del rol de Puliafito en el incidente del hotel. El testigo habló con The Times bajo condición de anonimato.

Registros telefónicos confirman que este testigo hizo una llamada de seis minutos de duración a la oficina de Nikias, el 14 de marzo de 2016, 10 días después de la sobredosis.

Una semana y media más tarde, Puliafito renunció como decano.

Preocupado ante la posible inacción de la policía de Pasadena, el testigo se acercó a The Times. El periódico solicitó entonces al Departamento de Policía su reporte acerca de la sobredosis. Inicialmente, una portavoz del departamento señaló que no había informe alguno, más allá del registro de la llamada. Después de que The Times efectuara repetidos pedidos de información adicional, el departamento reconoció que un oficial debería haber preparado un reporte en la escena. Al oficial se le ordenó hacerlo en junio de 2016; tres meses después del hecho.

En el reporte, Puliafito es identificado como un testigo de la sobredosis y un “amigo” de la víctima. El resto del documento está ampliamente censurado.

El departamento también publicó un informe de evidencia que muestra que los oficiales incautaron algo más de un gramo de metanfetamina de la habitación. El nombre del “dueño” de la droga está censurado, y la dirección de Pasadena que aparece como la residencia de esa persona no existe.

En el marco de la ley estatal, la posesión de metanfetamina puede considerarse un delito menor. Cuando se preguntó por qué nadie fue acusado, Tracey Ibarra, vocera de la policía de Pasadena, informó que los oficiales tendrían que determinar quién era “responsable” de las drogas. La funcionaria se negó a contestar preguntas sobre el alcance de la investigación. Warren aseguró que jamás la entrevistaron al respecto.

Aunque Puliafito le dijo al operador del 911 que pensaba que su acompañante estaba bajo la influencia únicamente del alcohol, Ibarra mencionó que la mujer estaba “obviamente bajo la influencia de narcóticos; los mismos que estaban en el cuarto”.

Puliafito, en una gala de USC en el Beverly Wilshire Hotel, en octubre de 2015. El médico fue un prodigioso recaudador de fondos y reunió más de mil millones de dólares en donaciones para la entidad, según su propia estimación (Alex J. Berliner / ABImages via AP).

Puliafito, en una gala de USC en el Beverly Wilshire Hotel, en octubre de 2015. El médico fue un prodigioso recaudador de fondos y reunió más de mil millones de dólares en donaciones para la entidad, según su propia estimación (Alex J. Berliner / ABImages via AP).

(Alex J. Berliner / ABImages via AP)

Diez años atrás, USC buscaba un líder que transformara su programa médico. U.S. News & World Report, en su informe anual sobre las mejores escuelas de medicina estadounidenses, había ubicado a Keck 25 puestos por debajo de UCLA en investigación. La clasificación resultó demasiado baja para los líderes de USC, quienes consideraron entonces que contar con una escuela de medicina de primera categoría era crucial para sus aspiraciones nacionales. Para ello, necesitaban un decano que pudiera atraer el dinero y a los investigadores destacados para hacer de Keck una institución de élite.

“Alguien que pueda encargarse de una gran escuela y hacerla aún mejor”, dijo Steven Sample, por entonces presidente de USC, en el cierre del proceso de búsqueda, en 2007. “Hayamos esa persona en el Dr. Carmen Puliafito”.

Oriundo de Buffalo, Nueva York, Puliafito se graduó con honores en la Escuela de Medicina de Harvard y ayudó a inventar una tecnología láser -la tomografía de coherencia óptica- que revolucionó la forma en que los médicos de todo el mundo diagnostican y tratan las enfermedades oculares.

El especialista tenía un buen historial de fundación de instituciones y de solidificar sus perfiles. En la Escuela de Medicina de la Universidad Tufts, en Boston, había trabajado como director fundador del New England Eye Center en los años 1990. Un perfil de cortesía de 1993 publicado en el Boston Globe describió la personalidad “directa” de Puliafito y comparó al galeno con “uno de esos cenagales (mud pots) del Parque Yellowstone: son plácidos en la superficie por unos minutos; luego erupcionan, y vuelven a calmarse”.

Puliafito dejó Tufts para ser director del Bascom Palmer Eye Institute de la Universidad de Miami, entre 2001 y 2007. Allí se encargó de duplicar el plantel y triplicar los fondos para investigación, según comunicados de prensa de la institución.

Su estadía en Miami no transcurrió plácidamente. Marc Brockman, un optometrista del instituto, presentó una demanda en su contra en 2006 por ataques y agresiones, y acusó a la universidad de negligencia al contratarlo.

En su testimonio, Brockman alegó bajo juramento que, en un “berrinche” soez acerca de un equipamiento médico inoperable, Puliafito lo tomó por el cuello de su bata de laboratorio y lo ahogó. El acusado negó lo sucedido.

Durante el caso, se supo que la universidad había investigado quejas separadas de acoso sexual contra Puliafito, según testimonios jurados y declaraciones judiciales en la demanda. Los registros no revelan el resultado de la investigación, y una vocera de la institución educativa expresó “No tenemos nada que ofrecer” en respuesta a las preguntas acerca del tema.

Puliafito y la universidad alcanzaron un acuerdo confidencial con Brockman en junio de 2007. Dos meses después, USC lo contrató como decano.

Cuando Warren conoció a Puliafito, a comienzos de 2015, era una joven de 20 años que había abandonado la universidad; se había mudado recientemente de la casa de sus padres, en Huntington Beach, y se anunciaba en un sitio web de acompañantes. Según afirmó, fue ella quien le ofreció metanfetamina al especialista, y él aceptó. Estaba claro que el médico se sentía cómodo con las drogas.

Después de ese primer encuentro, comenzaron a verse regularmente. Después de unas semanas, relató, ella buscó su nombre en Google y se enteró de que era el decano de la Escuela de Medicina de USC. “Pensé: ‘Esto es muy alocado’”, recordó.

Las imágenes a las que accedió el Times reflejan una cómoda familiaridad entre Warren y Puliafito. En el video que muestra al médico fumando en una gran pipa de vidrio mientras la joven calienta un trozo de papel e inhala, Warren lo llama “Tony”, apodo de Anthony, el segundo nombre del galeno.

Mirando a la cámara, Warren dice que ambos están haciendo “un buen video de drogas a la vieja usanza”, para enviar a un amigo.

Funcionarios del orden que vieron el clip a pedido de The Times confirmaron que las imágenes son consistentes con la práctica de fumar metanfetamina y heroína.

En otro video, Warren aspira metanfetamina de la pipa y, mientras exhala, Puliafito inhala el humo de su boca, una técnica conocida como shotgunning. En una serie aparte de fotos, Warren aparece sentada en el regazo de Puliafito mientras fuma metanfetamina.

El exdecano había rentado departamentos para Warren en Huntington Beach y cerca de su casa en Pasadena, de modo que estuviera siempre disponible para él, afirmó la joven. Además, le proporcionaba dinero para gastos y cubría los pagos por sus temas legales.

Durante su tiempo juntos, Warren fue arrestada cuatro veces por cargos que incluyen posesión de drogas, conducción en estado de ebriedad y robo menor, muestran los registros de la corte. En todas las ocasiones la joven se declaró culpable o no negó los cargos, y fue puesta en libertad condicional, se le ordenó la realización de trabajos comunitarios o el pago de multas.

Según Warren, Puliafito le decía que se ocupaba de ella, pero finalmente comprendió que el dinero que le daba era “una trampa”. “Nunca me permitía ahorrar e irme”, afirmó. Agregó además que le parecía extraño que alguien con las responsabilidades de un decano pudiera dedicarle tanto tiempo. El médico pasaba la noche con ella en sus departamentos o en cuartos de hotel que él costeaba, se iba temprano en la mañana a su domicilio y luego volvía a tomar el desayuno con ella. “Estaba siempre conmigo”, expresó. “Parecía que no tenía nada más que hacer”.

Las galas de recaudación de USC pueden ser asuntos brillantes, con la participación de estrellas de cine y multimillonarios, en los lujosos salones de baile de Beverly Hills. Puliafito se movía con seguridad en estos eventos; posaba en las fotos con Gwyneth Paltrow y Pierce Brosnan y hablaba con el magnate de la tecnología Larry Ellison y el gran desarrollador Rick Caruso.

En esos círculos, Puliafito se presentaba como el arquitecto de la creciente reputación de USC como una institución de investigación. Cuando se le preguntaba por sus actividades extracurriculares, mencionaba su premiada colección de sellos y el tiempo que compartía con su esposa, una excompañera de Harvard, y sus tres hijos adultos.

Don Stokes no era parte de ese mundo. Con 39 años y residente del condado de Orange, Stokes es un DJ de karaoke con múltiples condenas por posesión de drogas. Cuando fue contactado por este periódico, afirmó que fue Warren quien le presentó a Puliafito y que pasaban horas bebiendo y consumiendo drogas en bares y habitaciones de hoteles, con un grupo que incluía a adictos y prostitutas.

Stokes narró que el exdecano le proporcionó metanfetamina, incluso mientras vivía en New Life Spirit, un centro de rehabilitación de adictos, en Huntington Beach. Warren confirmó ese hecho.

Para Stokes, Puliafito colmaba al grupo de efectivo y regalos como una manera de “atarse a esta generación”. “Nos decía: ‘El dinero no es un problema’”, recordó el DJ, quien recientemente completó otra temporada en rehabilitación. “No había un día en el cual no estuviera cerca de nosotros”.

Otro miembro del grupo era Kyle Voigt, de 37 años, un veterano de la guerra de Irak con antecedentes penales que datan al menos de 2009 e incluyen condenas por posesión de heroína para su venta.

The Times revisó numerosas fotos y videos de Voigt y Puliafito, junto con otros miembros de ese círculo de conocidos. Una serie de fotografías, tomadas en septiembre de 2015, muestran a Voigt y Warren en la oficina del exdecano, en el campus de ciencias médicas de USC. La marca horaria indica que las imágenes se tomaron cerca de las 3 a.m.

En una toma, Warren, con una camiseta de USC, está de pie junto al escritorio del médico, donde se ve un retrato de éste y su esposa; camisetas enmarcadas de los Dodgers y de los Red Sox se observan colgadas en la pared.

En otra imagen, Voigt viste un sombrero Troyano inflable y una bata de laboratorio de la Escuela Keck bordada con el nombre del decano. Tanto él como Warren sostienen trozos de papel aluminio oscurecidos en el medio. Cuando The Times mostró estas fotografías a las autoridades, éstas afirmaron que los parches oscuros son coincidentes con las marcas que quedan al fumar heroína. En la foto, Warren sostiene un encendedor.

Otras imágenes, tomadas el mismo año en una gasolinera de Pasadena, muestran a Voigt al volante del Mercedes clásico de Puliafito, y al exdecano sentado en el asiento trasero. Voigt lleva en su regazo un trozo de papel aluminio.

En una de sus apariciones en la corte, en 2015, se le pidió a Voigt su dirección en un formulario legal. Allí mencionó la residencia de Puliafito, una mansión de estilo Tudor Revival en Pasadena, valuada en $5 millones de dólares.

En una breve entrevista realizada en la primavera en la cárcel del condado de L.A., donde estaba detenido bajo sospecha de robo de identidad, Voigt se negó a explicar por qué proporcionó la dirección del exdecano como suya, y no discutió si había consumido drogas junto con el médico.

En cambio, sí dijo que Puliafito socializaba frecuentemente con él, Warren y otras personas jóvenes. “Carmen está siempre ahí”, afirmó.

Puliafito programó dos visitas a la cárcel para ver a Voigt, aunque los registros muestran que éstas se cancelaron. En un formulario de reserva del 13 de mayo de 2016, el médico manifestó tener una “relación profesional” con el detenido.

En otro documento, del 16 de febrero de este año, se describió como “un amigo”

Warren relató también que su hermano menor era parte del grupo de Puliafito, y que había consumido drogas con él.

Charles Warren, quien reside con sus padres en Huntington Beach, confirmó lo dicho por su hermana. En una entrevista, afirmó que tenía 17 años y poca experiencia con drogas más allá de la marihuana, cuando su hermana le presentó al médico, en la primavera de 2015. Sarah y Charles Warren aseguraron que Puliafito les prescribió inhaladores para el asma con el fin de aliviar sus pulmones luego de fumar marihuana y metanfetaminas. Charles Warren, ahora de 19 años, proporcionó a The Times una copia de su historial de prescripciones en CVS, con fecha 30 de diciembre de 2015, para un inhalador Advair. Allí se muestra a Puliafito como el médico que prescribe, y a Charles Warren como paciente.

A comienzos de 2016, aproximadamente un año después de haber conocido al exdecano, Sarah Warren buscó ayuda para sus problemas con las drogas. La joven pasó tiempo en dos programas de rehabilitación diferentes, y completó el segundo de ellos, en Michael’s House, en Palm Springs, en febrero de 2016. Menos de tres semanas después, se registraron con Puliafito en el Hotel Constance, en Pasadena.

En una tarde soleada, en junio de 2016, decenas de colegas de Puliafito se reunieron sobre el césped en el campus de ciencias de la salud, en USC, para una recepción en su honor. Habían pasado tres meses desde que la presentación de su renuncia, y los principales administradores de la escuela se turnaron para elogiar sus logros como líder de la institución médica.

Keck había escalado en el ranking nacional de las facultades de medicina: U.S. News & World Report la ubicó en el puesto 31 en investigación, siete peldaños más arriba que cuando Puliafito llegó al cargo. “Hoy tenemos una de las más importantes escuelas de medicina y de empresas médicas no sólo de la zona, sino del país. En gran medida se lo debemos al liderazgo de Carmen”, dijo Nikias a la multitud.

Clave para el aumento de prestigio de Keck fue la habilidad del galeno para reclutar investigadores célebres, que atraen el dinero en subvenciones y prestigio. Puliafito convocó a más de 70 profesores a Keck, según una publicación del campus.

Uno de esos espaldarazos de popularidad generó un intenso escrutinio en el momento de la dimisión del exdecano. En una batalla judicial todavía vigente, la Universidad de California demandó en julio de 2015 a USC por la ‘caza furtiva’ (contratación de la competencia) de uno de sus máximos investigadores de la enfermedad de Alzheimer.

Puliafito fue el autodenominado ‘mariscal de campo’ de la iniciativa para contratar al profesor Paul Aisen, de UC San Diego, una estrella en el sistema universitario estatal.

Curar el Alzheimer es una prioridad clave para las agencias gubernamentales y las compañías farmacéuticas, y el laboratorio de Aisen estaba supervisando investigaciones innovadoras en el campo, entre ellas pruebas con drogas en 70 lugares del mundo. Se esperaba el ingreso de más de $340 millones en financiamiento para su laboratorio, según los registros de la corte.

UC alegó en su demanda que la universidad privada rival sobrepasó los límites del reclutamiento académico al apuntar a profesores y laboratorios con base a la concesión de subvenciones. La demanda acusa a USC de conspiración civil, de ayudar e incitar al incumplimiento del deber fiduciario y otras faltas de ética.

USC negó cualquier acto ilícito y presentó una contrademanda por difamación y otros reclamos. Cuando Puliafito dejó el cargo, la UC aún no lo había interrogado bajo juramento.

Un abogado de UC convocó a deponer al exdecano en septiembre de 2016, y lo interpeló acerca de su renuncia. Un letrado de USC objetó la pregunta, tildándola de ‘vaga’ y ‘demasiado amplia’. Puliafito respondió finalmente que había tenido “la oportunidad única” de trabajar en la industria privada y que se había tomado un sabático de su puesto en la facultad.

El médico había aceptado, en abril de 2016, un puesto como jefe de desarrollo estratégico en Ophthotech, una empresa farmacéutica con sede en Nueva York, dirigida por amigos a quienes conocía desde su estancia en Harvard. El empleo no perduró; la compañía anunció en diciembre que la droga que intentaba desarrollar había fracasado en ensayos clínicos.

Puliafito, junto con el 80% de la fuerza laboral, fue despedido, señaló una vocera de la firma. El médico sigue representando a USC en público. El sábado último habló en un programa patrocinado por Keck en el Langham Huntington Hotel, en Pasadena, uno de los sitios que Sarah Warren aseguró haber frecuentado con él.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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