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John B. King Jr., un nuevo secretario de educacion que conoce el valor de una segunda oportunidad

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John B. King Jr. no se parece a ninguno de los secretarios de educación que lo antecedieron: él es mitad negro y mitad puertorriqueño, y en su exitoso ensayo de admisión a Harvard tuvo que explicar porqué había sido expulsado de Phillips Academy Andover, la prestigiosa preparatoria de Massachusetts.

La madre de King murió de un fatal ataque al corazón cuando él tenía 8 años. Cuatro años después, su padre desarrolló el mal de Alzheimer y murió. King vivió por temporadas en casas de sus parientes, pero sólo se sentía seguro en la escuela. Como a él mismo le gusta decir, sus maestros le salvaron la vida.

Más adelante, obtuvo una beca para Andover. Pero en este internado de elite, el niño huérfano de Brooklyn se rebeló y lo expulsaron. Su infancia le dejó con “ira y frustración... contra los adultos”, y se notaba.

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Aun así, se sintió apoyado por sus profesores, tanto dentro como fuera del aula. Sus tíos lo acogieron en su casa; él escribió el ensayo de solicitud para la universidad y finalmente obtuvo títulos de Harvard, Yale y Columbia. “Conozco de primera mano la diferencia que los maestros y lo que las escuelas pueden hacer”, ha dicho el funcionario.

King fue confirmado por el Senado el 14 de marzo último. El primer secretario de educación de Obama, Arne Duncan, había anunciado en octubre de 2015 que dejaba el puesto por lo que restaba del año. Obama eligió a King, por entonces adjunto y asesor de Duncan, para servir como secretario interino; el gobierno no tenía planes de buscar su confirmación formal como secretario. “Hace tres o cuatro meses, nadie habría pensado que era posible”, afirmó Duncan en una entrevista reciente.

Pero en medio de la protesta de algunos republicanos, para quienes contar con un miembro del gabinete sin confirmar resultaba inexplicable, la Casa Blanca cambió de rumbo y extendió la nominación.

“Necesitamos un secretario de educación confirmado por el Senado y responsable ante éste, para que la enmienda de la ley ‘No Child Left Behind’ se implemente tal cual como el Congreso la votó”, afirmó a través de un comunicado el senador Lamar Alexander (R-Tennessee), presidente del Comité de Educación del Senado, después de la votación de confirmación.

Aunque King presidirá las escuelas sólo hasta que Obama deje el cargo, en enero próximo, aún tiene un largo camino por recorrer y muchos temas por trabajar. El Departamento de Educación deberá regular la ley llamada ‘Every Student Succeeds’, sustitución bipartidista de ‘No Child Left Behind’, la ley de educación nacional.

En California, la principal cuestión será definir si se debe calificar a las escuelas con un número general, una práctica recientemente suspendida en el estado. La Junta de Educación de California espera que, en virtud de la nueva ley, a los estados se les permita dar al público una variedad de sistemas de medida y no determinar el rendimiento escolar por un úniconúmero.

Esa es una pregunta clave, porque la ley exige a los estados que intervengan en un tercio de las escuelas que registren el más bajo rendimiento, y no quedaclaro cómo eso se llevaría a cabo sin una clasificación definitiva. King aún no tiene una respuesta a esa pregunta, pero asegura que está reuniendo información por parte de maestros, padres y administradores acerca del tema.

Aun así, está seguro de que será capaz de terminar su asignación para la fecha de vencimiento. “El presidente a menudo dice al equipo: ‘Grandes cosas suceden en el cuarto trimestre’”, afirmó King. “Y es exactamente cierto”.

Su carrera se inició en la enseñanza de Ciencias Sociales en una preparatoria de San Juan, Puerto Rico, y en Boston. Se convirtió en director de una escuela en Brooklyn, fundó la Roxbury Preparatory Charter School en Massachusetts y, finalmente, fue director adjunto en Uncommon Schools, una organización que administra una cadena de escuelas charter en tres estados.

Luego se convirtió en el primer comisionado adjunto del estado de Nueva York, y en 2011, a los 36 años, se elevó a comisionado de educación. Supervisó la implementación de los estándares básicos comunes (Common Core), una serie de objetivos de aprendizaje que el gobierno de Obama alienta a través de la competencia Race to the Top.

En Nueva York, la introducción de estos estándares básicos comunes coincidió con las nuevas evaluaciones de los maestros por parte del estado. La nueva etapa era más difícil, y los resultados de los nuevos exámenes alineados con los estándares cayeron en picada.

Los padres se sorprendieron, y muchos profesores se sintieron mal preparados para ayudar a los estudiantes. Los padres se rebelaron en reuniones del ayuntamiento, gritando a King e insultándolo.

Esos acontecimientos persistieron en la memoria del actual secretario.

“Hay cosas que hicimos en Nueva York después... que me gustaría haber hecho antes”, aseguró, en referencia a la formación de profesores, entre otras cosas. Aún hoy él enfrenta las consecuencias de ello, al menos simbólicamente: el único demócrata que votó en contra de la confirmación de King fue lasenadora Kirsten Gillibrand, de Nueva York.

Gillibrand emitió un comunicado diciendo que no podía votar por King porque su “período en Nueva York había sido muy contradictorio, y había dejado sin voz a las familias, los estudiantes y los profesores”.

En un viaje a Los Ángeles, el verano pasado, King visitó Homeboy Industries para hablar acerca de la iniciativa de la Casa Blanca ‘My Brother’s Keeper’, diseñada para ayudar a nivelar las cantidades de jóvenes de color en los campos de juego.

En Homeboy, una organización fundada para recuperar a antiguos miembros de pandillas y potenciales pandilleros, muchos hablaron de sus experiencias con los sistemas de justicia penal y de educación. King se concentró mayormente en preguntar y escuchar.

“Fue muy abierto con nosotros. Muy compasivo”, aseguró Mariana Ruiz, de 32 años de edad, exadicta al alcohol y la metanfetamina, quien abandonó la escuela secundaria, coqueteó con la vida de las pandillas, perdió la custodia de su hijo y pasó algún tiempo en la cárcel. “No son muchas las personas que están abiertas a escuchar a gente como nosotros, dijo Ruiz. “Tenemos un montón de reacciones negativas”.

Finalmente, Ruiz logró recuperarse, recobró la custodia de su hijo y, a través de Homeboy, obtuvo su diploma. Ahora asiste a East Los Angeles College, donde se dice que ha mantenido un promedio de 4.0 puntos cada semestre.

Meses más tarde, King recordó la visita a Homeboy como “un recordatorio concreto acerca de la importancia de las segundas oportunidades”.

El gobierno está testeando un programa llamado ‘Second Chance Pell’, que da a las personas encarceladas subvenciones federales para la educación terciaria. No es de extrañar de un hombreque fue expulsado de Andover. En un reciente discurso, King observó que los maestros que lo sustentaron podrían haber dicho: “Hay un estudiante afroamericano y latino cuya familia está en crisis. ¿Qué posibilidades tiene?”.

Pero no lo hicieron. En cambio, afirmó, vieron una esperanza en él.

joy.resmovits@latimes.com

Traducción: Diana Cervantes

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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