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Reporte: Los ambientalistas adoran reciclar, pero ya no es funcional 

Pedestrians walk by a recycling bin on the UCLA campus.
Pedestrians walk by a recycling bin on the UCLA campus.
(Wally Skalij / Los Angeles Times)
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LOS ANGELES TIMES

Los californianos cumplen diligentemente con el reciclaje y se sienten bien consigo mismos. Están ayudando al medio ambiente y siendo buenos ciudadanos.

Pero, esa satisfacción podría ensombrecerse si se dieran cuenta de que gran parte de las cosas que reciclan van a parar a un basurero.

Esto se debe a que ya no existe un mercado para los elementos reciclados como el papel, cartón, plástico y otros desechos que se dejan para recolección.

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Por otra parte, las personas están arrojando basura que no corresponde en esos contenedores azules. Simplemente todo el proceso se está estropeando.

“Las personas se dedican al reciclaje de deseos”, dice Mark Oldfield, director de asuntos públicos de CalRecycle, que dirige el programa de reciclaje estatal. “La gente piensa: ‘esto debería ser reciclado, voy a ponerlo en el contenedor’”.

“Es increíble lo que la gente pone en los contenedores de reciclaje”, continúa Oldfield. “Pañales sucios; vajillas rotas; mangueras viejas de jardín. Algunas de las peores infracciones son las baterías viejas”.

Pero, lo que constituye el material prohibido es más variado que simples pañales sucios y baterías corrosivas.

Oldfield dice que hay de todo: cajas de pizza manchadas con queso y grasa, envoltorios de plástico para comida, papel cortado, tarros de mermelada sucios, vidrios rotos, botellas sin enjuagar y periódicos que han sido usados en jaulas para pájaros. Incluso sobres de papel con etiquetas de plástico para la dirección.

Los recicladores en estos días no quieren artículos con material mezclado como papel y plástico, o cartón y cinta adhesiva. No vale la pena separar las cosas. Se va completo al basurero.

Además, el que solía ser el mercado más grande para reciclables en California, y en todo el mundo, recientemente cerró sus puertas.

“China ya no quiere nuestra basura”, dice Steve Maviglio, un estratega político que asesora a la industria del reciclaje. “Es hora de que limpiemos nuestro propio desorden”.

En enero, China comenzó a prohibir el material “contaminado” que alguna vez aceptó. Y según las nuevas reglas de China, si algo tiene la mitad del uno por ciento contaminado, es demasiado impuro para el reciclaje.

“Este cambio de política ya está empezando a tener impactos adversos en California y está resultando en la acumulación de más material en las instalaciones de desechos sólidos y en los centros de reciclaje o en los vertederos”, declaró CalRecycle el mes pasado en un boletín.

Eric Potashner, un funcionario de relaciones gubernamentales de Recology, una empresa recolectora que clasifica la basura reciclable de la bahía de San Francisco, dice: “No hay mercado para muchas cosas en el bote azul. Lo que no podemos reciclar lo llevamos a un basurero”.

Un gran problema, dice, es el papel mixto: papel periódico, revistas y correo no deseado. China ya no lo quiere. Por lo tanto, se está vendiendo a mercados más pequeños en India, Vietnam y otros países del sudeste asiático. El problema se agrava porque, a diferencia de los barcos chinos, hay menos barcos que realizan viajes de ida y vuelta desde el sudeste asiático a California.

“Hace un año”, explica Potashner, “recibíamos 100 dólares por tonelada de papel periódico. Ahora estamos recibiendo un promedio de cinco dólares (...) Los ingresos han sufrido una gran caída”.

Mark Murray, director ejecutivo de Californians Against Waste, un grupo de defensa, dice: “China no es el villano. A su favor se puede decir que han decidido que no quieren que la basura del tercer mundo se clasifique en su país”.

Los chinos tienen una clase media en crecimiento, continúa Murray, y “no quieren que los niños y las familias clasifiquen papeles mezclados con plásticos. Quieren contratar obreros, no personas que hagan el trabajo sucio”.

El colapso del mercado de China es solo el último problema del reciclaje en California.

Hay una lucha constante con el popular programa de reciclaje de envases de bebidas que se originó con la aprobación de la llamada Bill Bottle (ley de envases) de hace 32 años.

Bajo esta ley, las personas pueden aparentemente llevar sus botellas y latas usadas a un centro de reciclaje y recolectar cinco centavos por pieza o diez centavos para los más grandes, que depositaron al comprar la bebida en una tienda.

Pero el programa en sí necesita reciclaje. No está generando suficiente dinero, en muchos casos, para que el reciclaje sea rentable. El valor de la chatarra ha disminuido, especialmente para el plástico. Cuando los precios del petróleo cayeron, se hizo más barato fabricar botellas de plástico con material totalmente nuevo que con material reciclado.

Cerca de mil centros de reciclaje se han cerrado en los últimos dos años, alrededor del 40 por ciento del total, dejando a los consumidores en muchas comunidades sin un lugar local para dejar sus botellas y recuperar sus monedas de cinco centavos.

El otrora orgulloso programa de reciclaje de California “está tambaleante”, dice el senador estatal Steve Glazer, demócrata de Orinda. Recibió un fuerte golpe en 2016 cuando el estado recortó las tarifas que pagaba a los recicladores. Las tarifas de antes servían como incentivos de reciclaje.

Glazer tiene un proyecto de ley modesto del cual opina que es “mejor que no hacer nada en absoluto”. Su medida devolvería las tarifas a su nivel de 2015.

Esa es la zanahoria. Y hay un palo en un proyecto de ley del senador Bob Wieckowski, demócrata de Fremont. Requeriría que todos los envases de bebidas vendidos en California contengan una cantidad mínima de material reciclado. CalRecycle establecería ese mínimo.

El proyecto de ley está especialmente dirigido a los envases de plástico.

El objetivo es establecer un mercado más grande para el reciclaje de plástico en California. También ayudaría a reducir los gases de efecto invernadero, comenta el senador, porque “no estaríamos quemando más petróleo para hacer botellas de plástico”.

El gobernador Jerry Brown, en su nuevo presupuesto estatal, trasladó 15 millones de dólares del dinero de la ley de envases a firmas privadas para procesar y comprar plástico reciclado.

Buenas medidas, pero son curitas.

Los consumidores, los contribuyentes, necesitarán poner más para pagar el reciclaje sostenible y crear un mercado más grande para la basura de California.

Tenemos que dejar de tirar basura inútil y sucia en los contenedores azules.

Es eso o gastar más dinero en feos basureros.

Skelton escribe para Los Angeles Times.

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