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Los 6 juegos que la tecnología se llevó

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Cuando era niño no había placer más grande que llegar de la escuela, descansar un poco, comer y después, cuando bajaba un poco el sol, salir al callejón a jugar con los otros niños.

En el callejón nos juntábamos todos. En el espacio liberado del callejón todos éramos como una gran familia. A esa hora pasaba “El Tino”, con un carrito de madera pintado de azul, en el que vendía raspados y limones con sal y chile. Y mientras él gritaba “raaaaspados”, nosotros jugábamos sin descanso.

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1.- “La traes”. El juego consistía en elegir a uno de los jugadores para que trajera “la roña”. Entonces ese niño, “el que la trae”, tenía que perseguir y alcanzar a otro para librarse. En cuanto tocaba a otro, dejaba de ser perseguidor y se convertía en perseguido. Para calmar un poco el cansancio había algunas “bases”, donde se podía descansar a salvo.

2.- “Chinchileguas arriba del burro”. Ese era un juego rudo. Nos dividíamos en dos equipos. A un equipo le tocaba colocarse para que brincaran sobre él. Cada uno de los participantes colocaba la cabeza entre las piernas de su compañero y el primero se detenía sobre otro compañero que hacía de “poste”. El otro equipo tenía que brincar sobre las espaldas y evitar que cualquiera de sus miembros se cayera. Claro, mientras más fuerte fuera el golpe, más posibilidades tenían de derrotar al otro equipo.

3.- La “Bebeleche” (En muchos lugares lo conocen como Avioncito). Ese es un juego de equilibrio y precisión, porque si al brincar pisabas la raya, perdías y tenías que empezar de nuevo.

4.- “Stop”. Cada quien seleccionaba un país y los jugadores se colocaban en un círculo. Uno de los jugadores decía el nombre de uno de los países. El que había escogido ese país tenía que pisar el centro del círculo y gritar stop. Entonces tenía que alcanzar al jugador más cercano con cinco pasos.

5.- “El burro”. En este juego se escogia a uno de los niños para que se hincara y los demás brincaran sobre él. Cada número tenía una leyenda y un truco que debía hacer el que brincaba. Por ejemplo, cuando se estaba en el número 5, se decía: “Cinco desde aquí te brinco”, y entonces el que saltaba tenía que hacerlo desde una distancia predeterminada. Si no lo lograba, entonces se convertía en “burro”.

6.- Los quemados. Ese juego me gustaba. En cada extremo se colocaba un jugador y en medio, el grupo de niños que trataban de esquivar la pelota. Cada jugador que era “quemado” por la pelota tenía que salir. Ganaba el último en ser quemado.

Esos y muchos juegos más se han perdido en el nuevo mundo de la tecnología. Ahora los videojuegos se han convertido en los amos y señores del tiempo libre de los niños.

Ojalá las nuevas generaciones retomen el gusto por jugar al aire libre. Nada como tomar un vaso helado de agua después de haber correteado toda la tarde.

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