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Trump quiere poner fin a dos programas de inmigración, pero no sabe bien cómo funcionan

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Mientras se permitió el acceso de las cámaras de televisión, durante una larga reunión por temas de inmigración en la Casa Blanca, la semana pasada, el presidente Trump se quejó ante los legisladores sobre cómo 50,000 personas cada año reciben codiciadas tarjetas verdes a través de un programa de visas al cual desea ponerle fin.

Los países “ponen nombres en una tolva”, afirmó Trump. Luego, los funcionarios estadounidenses “ponen la mano en un bol” y sacan “lo peor de lo peor”.

El problema es que no es así como funciona. Tampoco es exacto Trump cuando describe un segundo plan, que él llama “migración en cadena”, pero que los defensores describen como una reunificación familiar. Sin embargo, el primer mandatario quiere ahora el fin de ambos como condición para respaldar un popular tercer programa: los llamados permisos DACA para cientos de miles de inmigrantes que llegaron sin autorización a los Estados Unidos cuando eran niños.

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En contra de los repetidos reclamos de Trump, la lotería de visas no tiene bol, ni tolva. El Departamento de Estado ejecuta un sorteo computarizado de las inscripciones cada año. Los países no presentan nombres, las personas sí. Para diversificar el grupo de inmigrantes, los ciudadanos extranjeros de países con un número bajo de inmigrantes en los EE.UU. pueden ingresar a la lotería, de ahí el nombre que recibe: Programa de Lotería de Visas de Diversidad.

Los participantes deben tener una educación secundaria o haber trabajado durante dos años en un empleo calificado. Sus nombres son examinados y verificados en las bases de datos de delitos y terrorismo. Cada uno de los 50,000 ganadores de la lotería anualmente es entrevistado en un consulado local de los EE.UU. antes de que se le permita ingresar al país.

Trump ha citado repetidas veces amenazas de terrorismo como una razón para terminar con la lotería de visas y el llamado programa de migración en cadena, que permite a los ciudadanos patrocinar a parientes cercanos para emigrar al país. Pero su administración ha tenido problemas para establecer la conexión.

“Simplemente no hay nada acerca de ninguno de estos dos programas que presente un riesgo específico de terrorismo”, aseguró Stephen H. Legomsky, profesor emérito de leyes de inmigración en la Facultad de Derecho de la Universidad de Washington y exconsejero jefe de servicios de inmigración en el Departamento de Seguridad Nacional (HSD) entre 2011 y 2013. “Estos inmigrantes son investigados por potencial terrorista tan minuciosamente como todos los demás”.

El enfoque de Trump en la lotería de visas comenzó el 1º de noviembre pasado, con un tuit en el cual relacionó el plan con un ataque terrorista perpetrado el día anterior (Halloween) en Nueva York, cuando un conductor arremetió con una camioneta alquilada sobre un atestado carril de bicicletas y mató a ocho personas.

Sayfullo Saipov, de 29 años, quien vino a los Estados Unidos desde Uzbekistán a través del Programa de Lotería de Visas de Diversidad en 2010, fue acusado por el ataque. Pero la administración Trump no ha explicado cómo los agentes de inmigración podrían saber que alguien como Saipov planearía un ataque años después de entrar al país.

El presidente también vinculó a Saipov con los supuestos peligros de permitir a los inmigrantes recientes patrocinar a sus familiares. En una entrevista con la presentadora de Fox News Laura Ingraham, realizada en noviembre, el mandatario afirmó que Saipov trajo al país a 23 familiares. Ello no puede ser cierto dado que la ley de inmigración les permite a los titulares de tarjetas verdes de residencia patrocinar sólo a un cónyuge e hijos menores de edad.

“¡LA MIGRACIÓN EN CADENA debe terminar ahora! Algunas personas entran y traen a toda su familia con ellos, y pueden ser verdaderamente malvados”, escribió Trump en Twitter un día después del ataque de Saipov.

Si bien la unificación familiar ha sido una característica de la ley de inmigración durante años, el mes pasado el presidente la incluyó como una amenaza en su Estrategia de Seguridad Nacional.

Esta semana, la administración intensificó su caso contra los dos programas. El miércoles, la Casa Blanca hizo que Ed O’Callaghan, jefe de la división de seguridad nacional del Departamento de Justicia, informe a periodistas sobre un nuevo documento del departamento que vincula el terrorismo con la migración como evidencia de la necesidad de remodelar el sistema inmigratorio de la nación.

El reporte, que Trump solicitó el año pasado, establece que el 75% de las 549 personas condenadas por cargos de terrorismo desde el 11 de septiembre de 2001 nacieron fuera de los Estados Unidos. Callaghan, haciéndose eco del presidente, pidió que se elimine la política de preferencias familiares para las visas, así como el programa de lotería.

El funcionario señaló el caso de Uzair Paracha, un empresario nacido en Pakistán que llegó a los Estados Unidos alrededor de 1980 como familiar de un residente legal y permanente, y fue condenado 25 años después, en 2005, por ayudar a Al Qaeda.

El informe no especifica cuántos -si es que hay alguno- de los condenados desde el 11 de septiembre ingresaron al país a través de los programas de lotería o de unificación familiar. Tampoco detalla si las condenas se relacionaron con ataques o planes de ataques en los EE.UU. o en el extranjero. Dichos detalles no estaban disponibles, sostuvieron las autoridades.

La lotería de visas es la única forma en que un ciudadano extranjero puede establecerse en los Estados Unidos sin tener un pariente estadounidense cercano o un trabajo con una empresa del país que requiera habilidades especiales, o sin ser considerado refugiado de una crisis humanitaria.

En tuits anteriores, Trump señaló que el programa era un “Sistema de Lotería Democrática” y una “belleza” ideada por el Senador Charles E. Schumer, de Nueva York, el líder demócrata del Senado.

Nuevamente, está equivocado. El procedimiento, que entró en vigor en 1995, fue creado como parte de una ley más amplia promulgada por el presidente George H.W. Bush en 1990. Su finalidad fue abordar las preocupaciones de los grupos de irlandeses estadounidenses e ítalo estadounidenses acerca de sus parientes en sus naciones de origen, que no tenían forma de inmigrar legalmente.

Los 50,000 cupos de la lotería representan aproximadamente el 5% del millón de personas que reciben residencia permanente legal, o tarjetas verdes, cada año.

En 2015, la mayor parte de los participantes en la lotería fueron africanos, que representaron el 43%; el 32% fueron europeos, el 19% asiáticos, el 3% latinoamericanos, y menos del 1% eran personas de naciones insulares del Pacífico.

Alrededor del 60% de los inmigrantes que llegan legalmente a los EE.UU. lo hacen debido a una conexión familiar cercana. Los titulares de la tarjeta verde pueden patrocinar a hijos menores y cónyuges para la residencia permanente. En tanto, los ciudadanos estadounidenses pueden solicitar tarjetas de residencia para hijos casados y padres, pero esas categorías están limitadas a 23,400 hijos casados y 67,500 hermanos adultos cada año. La espera por esos cupos puede extenderse más de una década.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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