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Óscar De La Hoya le pide a Canelo que no cometa el mismo error que él cometió ante Félix Trinidad

(RG·Robert Gauthier / Los Angeles Times)
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Canelo Álvarez tiene que noquear a Gennady Golovkin en su revancha la noche del 15 de septiembre.

Así lo dijo Óscar de la Hoya.

La selección de palabras de De la Hoya fueron curiosas, pero también atrevidas, considerando que están poniendo un gran peso en el peleador más valioso de su compañía.

No estaba hablando solamente como el promotor de Álvarez, estaba hablando como un expugilista.

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De la Hoya entiende que las carreras pueden ser definidas por momentos como el que le espera a Álvarez este sábado 15, cuando enfrente a Golovkin en el T-Mobile Arena. De la Hoya sabe que estas oportunidades son muy volátiles, una vez que pasan, ya no vuelven a regresar.

“No puedes regresar el tiempo”, dijo De la Hoya. “Tienes que aprovechar el momento”.

De la Hoya vivió en carne propia las consecuencias de dejar pasar las oportunidades, específicamente en lo que supuestamente era la pelea más importante de su carrera, una derrota controversial ante Félix Trinidad, de Puerto Rico, en 1999.

“Me aterrorizó eso por siempre”, dijo De la Hoya.

En su generación, De la Hoya era el Canelo Álvarez. Trinidad era el Golovkin, un acosador del ring con tremendo poder en sus dos manos.

Dos pesos welters invictos, De la Hoya y Trinidad se encontraron en la “pelea del Milenio” el 18 de septiembre de 1999. De cara al enfrentamiento, las comparaciones no faltaron. Lo compararon con el duelo en el que Sugar Ray Leonard venció por nocaut en el décimo cuarto asalto a Tommy Hearns en 1981.

“Es chistoso porque cuando enfrenté a Trinidad, fue de la misma forma en la que Canelo enfrentó a Golovkin la primera vez”, recordó De la Hoya, quien hizo un tremendo trabajo defensivo esa noche.

Álvarez era un peleador lento al inicio de su carrera, y gradualmente ha trabajado con dedicación para mejorar su técnica. De la Hoya era naturalmente un peleador más dotado que Álvarez, con velocidad en los pies y bendecido con una enorme rapidez en las manos.

Álvarez boxeó bien en su pelea en contra de Golovkin, en 2017, pero los testigos cerca del ring dividieron opiniones en lo efectivo que fue Canelo al neutralizar el ataque de su rival.

En el caso de De la Hoya, la observación fue unánime. De la Hoya lo estaba arrasando. Trinidad no lo podía tocar. A pesar de la diferencia en clase, De la Hoya nunca trató de terminar con Trinidad, y parecía satisfecho con esquivar los golpes de su rival y darle cachetadas. La estrategia le perjudicó a De la Hoya pues no tuvo la energía necesaria para golpear a Trinidad después de hacerlo fallar. De la Hoya luego evitó pelear en los últimos tres asaltos.

La decisión fue sorpresiva. Trinidad recibió un regalo con la decisión mayoritaria.

(WS·Wally Skalij / Los Angeles Times)

En lugar de elevar la trayectoria de De la Hoya y Trinidad de la misma forma que Leonard y Hearns lo hicieron en su batalla de 14 rounds, el pleito disminuyó la carrera de ambos peleadores.

De la Hoya fue a hacer peleas más memorables y ganó cientos de millones de dólares en su carrera, pero ninguna de ellas borró la memoria de lo que pasó contra Trinidad. Cuando se retiró, tuvo el sentimiento de que había logrado menos de lo que realmente pudo haber realizado, y que nunca fue el peleador que realmente pudo haber sido.

“Si hay una pelea que me gustaría volver a hacer, serían esos últimos tres asaltos”, dijo De la Hoya. “Aunque para los ojos de la gente yo gané, esos tres rounds fueron críticos”.

Su decepción solamente fue magnificada por el orgullo y la euforia que vivió en sus mejores salidas, llenas de valor.

Noqueó a Ike Quartey en una pelea de 12 asaltos cuando estaba abajo en las tarjetas tras la decisión dividida en 1999. Perdió una decisión dividida ante Shane Mosley al siguiente año, pero intercambió golpes de poder con él en el centro del ring al final. Luego derrotó a Fernando Vargas en 2002, y luego le hizo lo mismo al atormentador verbal, Ricardo Mayorga, en 2006.

“Hay una razón por la cual aún siguen hablando de mí y de Vargas o de mí y Mayorga, o de mí y Mosley o de mí e Ike Quartey”, dijo De la Hoya. “Es porque tienes que aprovechar el momento”.

Pero Trinidad era un peleador más peligroso que cualquiera de esos peleadores que había vencido, y administró golpizas que terminaron arruinando las carreras prometedoras de Vargas y David Reid. De la Hoya se retiró millonario y sin señales notables de daños al cerebro. ¿Qué tal si hubiera noqueado a Trinidad o hubiera estado en una pelea que le hubiera causado daño permanente?

De la Hoya no quiere que Álvarez tenga ese mismo destino y se ha tomado el tiempo para hablar de sus experiencias al peso mediano mexicano.

“Ahora que Canelo sabe lo que tiene en frente a él. Siento realmente que Canelo debe de ir a matar”, dijo De la Hoya. “Siento que Canelo debe ser más agresivo, y eso lo va a hacer retroceder, de la misma manera que yo le debí hacer ante Trinidad si lo hubiese enfrentado una segunda vez”.

Álvarez tendrá la oportunidad de la reivindicación de la cual nunca tuvo De la Hoya. Lo mismo ocurre ante Golovkin.

“Ya sea Canelo o ‘GGG’, tienes que ir ahí y tratar de ser grande”, dijo De la Hoya. “No solamente bueno, tienes que ser grande, y saber que el sábado es tu oportunidad”.

Lo que haga con esa oportunidad es lo que va a determinar cómo lo recuerden.

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