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Quién ganará la guerra comercial entre Trump y China, y a qué costo

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El presidente Trump y sus partidarios aseguran estar ganando la guerra comercial con Beijing. Basta con mirar la economía china: la nación está lidiando con una montaña de deudas, y su crecimiento e inversión se están desacelerando. Pero, ¿son las políticas comerciales de Trump responsables de los crecientes problemas de China? Si el mandatario estadounidense sigue presionando, ¿puede ganar? Y si es así, ¿a qué costo?

¿Cuál es el objetivo real de Trump?

Nadie está muy seguro de cuán lejos planea llegar Trump para presionar a China con fuertes aranceles comerciales. Un análisis realizado a fines de septiembre por el banco ANZ, con sede en Australia, predijo que la guerra durará hasta 2020 porque las dos partes están muy alejadas. Washington acusa a China de robar propiedad intelectual estadounidense y exige que abra más su economía a la competencia extranjera. China sostiene que juega según las reglas de la Organización Mundial de Comercio (WTO).

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Algunos analistas creen que el verdadero objetivo de Estados Unidos es un “desacoplamiento” gradual de las dos economías más grandes del mundo, hasta ahora profundamente entrelazadas e interdependientes.

El gobierno estadounidense bloqueó las inversiones de varias compañías chinas prominentes —particularmente en los campos de las telecomunicaciones y la alta tecnología— considerándolas como amenazas a la seguridad estadounidense, y la inversión china en la economía del país se ha desplomado. Mientras tanto, algunas empresas estadounidenses planean mudar sus operaciones fuera de China si la guerra comercial se prolonga.

“No hay duda de que las relaciones entre EE.UU. y China han cambiado, desde un compromiso competitivo y asegurado, a una competencia total en numerosos frentes”, indicó el analista Richard McGregor, del Instituto Lowy con sede en Sydney, que se encuentra actualmente en Washington.

“No se trata sólo del comercio. Es [un tema] geopolítico, militar, diplomático y económico, por lo cual no hay un punto final real a la vista. En muchos aspectos, también es una competencia decisiva entre sistemas políticos rivales”, explicó McGregor.

El especialista consideró que la idea del desacoplamiento de las economías también se había consolidado en Beijing.

“Ambas partes quieren desenredar secciones de su relación económica por motivos de seguridad nacional, para garantizar que no dependan entre sí en ningún área fundamental. Los negocios y el comercio solían proporcionar algo de contrapeso a la competencia geopolítica. Ahora, los negocios son solo otro campo de batalla”.

Una interpretación popular en China es que el conflicto económico tiene que ver con “contener” su ascenso como líder mundial de alta tecnología. Cuanto más tiempo continúe la guerra, más incierto será el resultado, ya que ambos lados aumentan la presión en formas diseñadas para rivalizar.

¿La guerra comercial de Trump ejerce tanta presión sobre la economía china que ésta se está desacelerando?

La economía de China se está desacelerando y podría hacerlo aún más, advierten los analistas. Pero afirman que no tienen nada que ver con Trump o la guerra comercial. En cambio, ello está relacionado con las políticas del gobierno chino desde 2016 para controlar la montaña de deuda del país.

Durante años, el crecimiento chino se vio impulsado por el crédito, parte de éste emitido por instituciones turbias conocidas como “bancos en la sombra” porque operaban fuera del sector formal, lo cual dificultaba el control del gobierno. Entre 2008 y 2017, el crédito de China creció más rápido que el de cualquier otra economía en la historia: $29 billones, en comparación con el crecimiento del producto interno bruto (PIB), de $7 billones.

Al parecer, las reglas normales de auge y caída no se aplicaron. A mediados de 2017, la deuda de China alcanzó el 256% del PIB. Algunos economistas creen que las poderosas palancas de China sobre su economía, sus vastos activos y sus altos niveles de ahorro implican una cualidad ‘a prueba de impactos’ que otros países no poseen. Sin embargo, otros especialistas advierten que esos días están llegando a su fin.

El crecimiento del PIB chino bajó de 6.8% en el primer trimestre a 6.7% en el segundo, y se espera que se desacelere aún más en los próximos meses. El gasto en infraestructura fue del 6% en el primer semestre, en comparación con el 8.6% del año anterior.

“China ya no está aislada de una desaceleración en su crecimiento económico gracias a su extraordinaria tasa de ahorro. De manera similar, no es la presión comercial de Estados Unidos la que provoca este ajuste en su perspectiva económica. Eso es muy importante porque significa que China debe cambiar su rumbo, independientemente de si lo que hacemos aquí en Washington es malo o bueno”, destacó Daniel Rosen, analista económico de China, al lanzar un informe de su coautoría —”Crédito y credibilidad: riesgos para la resiliencia económica China”— en el Center for Strategic and International Studies, en Washington, a comienzos de octubre.

China ha intentado reducir los préstamos incobrables de los bancos y los préstamos extrapresupuestarios de los gobiernos locales, lo cual llevó a una desaceleración económica a medida que el crédito se reduce. Esos movimientos se complican por la guerra comercial, que amenaza aún más el crecimiento y pone a la economía china bajo presión adicional.

¿Está la economía de China en peligro de sufrir un gran impacto debido a la fuerte deuda?

Los economistas han discutido sobre esto por años, sin consenso. Pero China reconoció la cuestión y ha comenzado a reestructurar su economía. El coautor del informe, Logan Wright, sostiene que China no puede salir del problema. Una desaceleración es inevitable, y el riesgo de algún tipo de shock financiero es real.

“China fue realmente excepcional en la naturaleza de su crecimiento y su importancia para la economía mundial hasta hace poco”, afirmó Rosen en el lanzamiento, “y ahora se ha vuelto normal”.

China ya no podía evitar las preocupaciones sobre si era diferente a cualquier otra nación, “y si un país puede crecer hasta el cielo. Las cosas serán mucho más normales y estándar en el panorama para ellos de aquí en adelante”, dijo Rosen.

Algunos creen que la administración Trump está presionando a China en este momento debido a su vulnerabilidad económica, al ver la oportunidad de retroceder a un rincón y frenar su poder.

El economista jefe de JP Morgan en China, Zhu Haibin, predijo en septiembre que la guerra comercial le costaría a ese país 700,000 empleos a medida que las compañías trasladen las fábricas, informó el sitio independiente de noticias financieras en línea Caixin. Los funcionarios chinos prometieron amortiguar el impacto a través de recortes de impuestos y otras medidas, incluso mientras lidian con el problema de la deuda.

¿Los problemas económicos de China implican que Trump pueda ganar la guerra comercial? ¿Cuáles son los peligros de presionar?

Trump parece tan seguro de que triunfará en la guerra comercial que hay pocas probabilidades de que ceda la presión. El 1 de octubre le dijo a los reporteros que China deseaba fervientemente nuevas conversaciones comerciales, pero que “francamente es demasiado pronto para hablar... porque no están listos”.

Pero el problema con las guerras comerciales que se prolongan es que tienen una forma de amargar relaciones enteras. Las buenas relaciones comerciales pueden mitigar la fricción militar. Pero la casi colisión de esta semana entre el destructor estadounidense Decatur y un buque de guerra chino en el Mar de China Meridional, mostró el potencial de un grave enfrentamiento militar. Las embarcaciones llegaron a 50 yardas una de la otra. Estados Unidos acusó al barco chino de una conducta “insegura y poco profesional”, y China advirtió a Estados Unidos que cesen las acciones “provocativas”.

El Decatur estaba realizando una operación de “libertad de navegación” (o FONOP, por sus siglas en inglés); la maniobra enojó a China, que reclama la mayor parte del Mar de China Meridional y ha construido centros militares en las islas en disputa allí. Hay FONOP adicionales planeadas para el futuro cercano, lo cual probablemente generará más tensión.

Otras de las fricciones que se suman son las sanciones estadounidenses contra una agencia militar china y las ventas de equipos militares de Estados Unidos a Taiwán, que han enfurecido a China. Trump también acusó a China de interferir en la elección de mitad de mandato en Estados Unidos. Después del reciente arresto de un estudiante chino sospechoso de espionaje, la administración Trump anunció medidas para limitar las visas a estudiantes de esa procedencia en los campos de la alta tecnología.

El vicepresidente Mike Pence lanzó un ataque de gran alcance contra China el 4 de octubre pasado, solo unos días antes de que el secretario de Estado, Michael R. Pompeo, estuviera listo para las conversaciones en China. La relación se ha deteriorado tanto y tan rápido en las últimas semanas que comienza a sentirse como si algo se hubiera roto.

“Tanto China como Estados Unidos, y sus respectivos líderes, parecen actualmente comprometidos con políticas económicas y de seguridad que aumentarán la tensión entre ellos, aumentarán el costo y la escala de su carrera armamentista de hecho y, al menos, aumentarán marginalmente el riesgo de incidentes, enfrentamientos o conflictos más graves”, escribió el analista militar Anthony Cordesman, exdirector de evaluación de inteligencia en la Oficina del secretario de Defensa, en un análisis para el Center for Strategic and International Studies. También comparó la competencia entre EE.UU. y China con la carrera de armamentos perseguida por Gran Bretaña y Alemania antes de la Primera Guerra Mundial, que preparó el escenario para las dos guerras más devastadoras del siglo pasado.

“Cada uno sigue políticas que están ampliando la gama de tecnologías y las fuerzas que puede usar en contra del otro. Cada uno está ajustando su postura estratégica para poner más énfasis en la contención y el conflicto. Cada uno está intentando efectivamente ‘ganar’ el futuro a expensas del otro”, escribió.

Mientras las relaciones empeoran, continuó, “es cada vez más difícil distinguir entre las iniciativas creadas para limitar o contener al otro país, y a aquellas que podrían conducir a un conflicto real”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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