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‘Me gusta’, comentarios y, a veces, ventas: cómo Instagram está cambiando el mundo del arte

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Como cultora de una profesión milenaria, Laura Rokas, de 28 años, puede hacer su trabajo -pintar, esculpir, dibujar, tejer- sin la ayuda de la tecnología más moderna. Pero la artista del Área de la Bahía hace una excepción: Instagram.

Desde su lanzamiento, en 2010, la aplicación para compartir fotos y videos se ha convertido en un pilar del mundo del arte. Originalmente una aplicación que usaba filtros para agregar una estética retro a las fotos tomadas en los teléfonos, la plataforma -propiedad de Facebook- se ha convertido en el hogar de artistas, coleccionistas de arte y curadores, como ninguna otra red social.

Es más visual que Twitter, más social que Pinterest, y simplemente más genial que Facebook. Suena apropiado entonces que los artistas empleen la aplicación para promocionar, descubrir y comercializar sus obras.

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“He vendido trabajo a través de Instagram”, comentó Rokas. “Tuve solicitudes de personas que me encontraron allí, y galerías y curadores me han contactado por Instagram”.

Muchos artistas emergentes ven la aplicación para compartir fotos y videos como un elemento democratizador, que ayuda a los artistas que quizás no tienen representación de las galerías más prestigiosas o títulos de las escuelas de arte más exclusivas a poner su trabajo frente a grandes audiencias.

“Conocí a muchos artistas y curadores que no son locales a través de Instagram”, explicó Rachelle Bussieres, de 31 años, artista que también trabaja en el Área de la Bahía y ha recibido, a través de la aplicación, ofertas de residencias de arte en Brooklyn, París e Islandia.

“Sin ella, no creo que hubiera sido posible mostrar mi trabajo en Noruega”, aseguró Bussieres, acerca del país donde ha expuesto dos veces. “¡Yo ni siquiera he estado allí!”.

En los días previos a las redes sociales, los artistas emergentes tenían más dificultades para hacerse notar. La forma tradicional, según el consultor y tasador de arte Alan Bamberger, quien dirige el sitio web artbusiness.com, era que los artistas llamaran a las galerías locales y esperaran lo mejor. Para cultivar un mayor número de seguidores había obstáculos adicionales, como asegurar la representación en las mejores galerías, exhibir a nivel internacional y participar en los principales festivales de arte.

Con el advenimiento de las redes sociales, los artistas comenzaron a utilizar servicios como Facebook, Tumblr, Reddit y Flickr para exhibir sus obras, atraer audiencias sin limitaciones geográficas y abogar en su propio nombre.

Pero es Instagram, según Bamberger, la que ha tenido el mayor efecto en la industria.

“La falta de palabras, la inmediatez… Cambió todo”, expuso Bamberger. “A los artistas les gusta eso. No son entusiastas de las explicaciones tediosas, ni de las grandes y largas discusiones. Prefieren menos palabras y más imágenes”.

Como red social de intercambio de imágenes, también supera con creces a la competencia. Flickr, el servicio de intercambio de fotos que Yahoo compró en 2005, tiene alrededor de 90 millones de usuarios activos mensuales. Pinterest, una web de marcadores visuales, cruzó recientemente el umbral de los 200 millones de usuarios activos mensuales. Instagram está en camino de llegar a mil millones de usuarios activos este año.

La unión de la tecnología, la demografía y los hábitos de compra cambiantes también juegan un papel en hacer de Instagram la herramienta de elección para los profesionales del arte. En el diagrama de Venn de los usuarios de Instagram y las personas que descubren y desean comprar arte en línea, el área de superposición va en aumento. Alrededor de un tercio de los adultos en línea en los Estados Unidos usan Instagram, según una investigación de Pew. Entre las edades de 18-29, el uso se dispara hasta en un 59%. En su encuesta de 2017 del mercado de arte Invaluable, casi el 56% de los consumidores estadounidenses de entre 18 y 24 años afirmaron que comprarían arte en línea, y el 45% señaló que las redes sociales eran su principal forma de descubrir obras.

“Es un grupo muy joven”, expresó Andrew Gully, un portavoz de Invaluable. Dado que la mayoría de las personas no comienza a coleccionar arte hasta más adelante en la vida, cuando tienen los recursos para ello, Gully aseveró que si los jóvenes ya están mirando y comprando arte en línea, la tendencia únicamente crecerá. “A medida que crezcan como grupo demográfico, pensemos en el poder de compra que tendrán”, consideró.

Si bien las ventas de obras de grandes casas de subastas, como Sotheby’s y Christie’s, están bien documentadas, no hay muchos datos sobre las operaciones de arte privadas, y es difícil saber si las ventas directas en Instagram están canibalizando las transacciones en galerías. Anecdóticamente, sin embargo, las casas de subastas y galerías ven cómo sus propias ventas aumentan a medida que sus obras expuestas son descubiertas en Instagram.

Las principales galerías, como Saatchi en Londres, y los museos como el Whitney en la ciudad de Nueva York y el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA) han cultivado enormes seguidores en Instagram. Los museos utilizan la red para promover sus próximos eventos, dar a los seguidores un vistazo exclusivo a sus operaciones y hacer que el arte sea más accesible.

“Las redes sociales son un espacio en el que somos especialmente lúdicos. A todos nos encanta compartir una buena imagen de Caturday , así que ¿por qué nosotros no?” expuso Eva Recinos, gerente de redes sociales en LACMA, que tiene más de 650,000 seguidores en Instagram [Caturday es un acrónimo en inglés de “gato” y “sábado”, que aparece con frecuencia en las redes]. “Esa publicación podría despertar la curiosidad de alguien sobre el arte japonés, o hacer que explore nuestra página de colecciones para ver más obras”.

En galerías más pequeñas, como la Guerrero Gallery, de San Francisco, su propietario, Andrés Guerrero, usa principalmente Instagram para encontrar nuevos artistas. El personal de la galería descubrió recientemente a la artista de Sacramento Maija Peeples-Bright después de ver su trabajo en Instagram, que derivó en una muestra en la exhibición principal de la galería, a principios de este año.

Curadores como Rosa Tyhurst, quien anteriormente dependía de listas de correo de galerías y museos y de muestras de arte para descubrir nuevos artistas, también agregó Instagram a su caja de herramientas. “Nada puede reemplazar el encuentro cara a cara con los artistas, y verlos en el estudio”, expuso. “Pero [la red] me permite ver cosas que nunca antes habría visto”.

LACMA considera su página de Instagram como una especie de galería virtual, que les permite a los seguidores sentir que están viendo una exhibición, incluso si no se encuentran en Los Ángeles.

A Tyhurst le gusta la idea de accesibilidad. Pero a pesar de todo el acceso y la visibilidad que Instagram les ha dado a los artistas, también hay inconvenientes. A ella le preocupa que un exceso de confianza en la red pueda desalentar a algunos de asistir a exposiciones, y cambiar el disfrute del arte de una experiencia en persona a algo que sucede a través de un teléfono.

El mundo del arte tampoco es inmune al bagaje de las redes sociales, que a menudo pueden sacar lo peor de las inseguridades de un artista.

Bussieres sostiene que Instagram puede ser una distracción, especialmente cuando los artistas se detienen en comparar cuántos “me gusta” o comentarios obtienen con respecto a otros. “Todos tenemos que ser capaces de separar lo bueno versus lo popular”, consideró. “¿Es popular porque el artista es joven y elegante y publica fotos lindas? ¿Es una tendencia? ¿Significa algo que este artista tenga más seguidores que yo?”.

En el mundo de la fotografía, los aficionados en Instagram han sido criticados por homogeneizar las imágenes al aire libre copiándose unos a otros y perpetuando lo popular. Esto parece ser un problema menor en el mundo del arte. Pero el énfasis en los “me gusta” y los seguidores hizo que algunos artistas consideren Instagram como un juego que no pueden dejar de lado. Rokas y Bussieres sienten la presión de participar constantemente en la red social y publicar fotos de sus obras para mantener un seguimiento y estar al día en comparación con otros artistas.

“A veces solo quiero deshacerme de la red, porque te anima a estar pendiente de tu teléfono y no me gusta esa obsesión”, afirmó Rokas. A la vez, si elimina la aplicación, dice, perderá oportunidades. “Como con cualquier tecnología, hay cosas buenas y cosas malas”, advirtió. “Y debes aceptar ambas o ninguna”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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