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La caravana de inmigrantes centroamericanos, objeto de la ira de Trump, hace un alto en México en su viaje hacia el norte

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Una caravana de inmigrantes centroamericanos que fue blanco de la ira del presidente Trump detuvo su marcha hacia el norte, a través de México, para negociar con las autoridades migratorias sobre cuestiones clave: ¿Podrían algunos quedarse en México y otros continuar su viaje a los Estados Unidos?

En un estadio deportivo, en una pequeña ciudad en el estado de Oaxaca, cientos de inmigrantes, en su mayoría de Honduras, estaban el martes en proceso de solicitar visados de tránsito o humanitarios. A quienes obtengan visas de tránsito se les permitirá permanecer en México por hasta 30 días, lo cual les dará tiempo para llegar a la frontera con los Estados Unidos o regresar a sus hogares. Aquellos que reciban visados humanitarios podrán quedarse y trabajar legalmente en México.

Funcionarios mexicanos se acercaron el lunes a los organizadores de caravanas en la ciudad de Matías Romero, después de que el presidente Trump escribiera una serie de tuits en los que advirtió sobre los migrantes que se dirigen a los Estados Unidos. “Hay caravanas que vienen hacia aquí”, escribió el mandatario. “Hay que aprobar leyes estrictas y construir el MURO”.

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En otros tuits, Trump acusó a las autoridades mexicanas de no hacer mucho para detener a los inmigrantes que viajan a la frontera con los Estados Unidos, y amenazó con retirarse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) si dicho país no actúa al respecto.

El martes, el primer mandatario siguió criticando la inmigración y expresó que tiene intención de desplegar tropas estadounidenses a lo largo del límite sur, hasta que se pueda construir su prometida pared. “Hasta que podamos tener un muro y una seguridad adecuada, vamos a proteger la frontera con nuestro ejército”, aseveró Trump.

Las autoridades mexicanas se enfurecieron ante las amenazas de Trump sobre el NAFTA y señalaron que México ya deporta a decenas de miles de centroamericanos cada año. Una declaración emitida por el Ministerio del Interior sugirió que no es deber de ese país impedir que las personas lleguen a los Estados Unidos para solicitar asilo.

“No es responsabilidad de este gobierno tomar decisiones de inmigración para los Estados Unidos o cualquier otro país; por lo tanto, corresponderá a las autoridades estadounidenses competentes decidir si autorizan la entrada de los miembros de la caravana a su territorio”, aseveró el comunicado.

También indicó que 400 miembros de la caravana han sido deportados, pero otros en el grupo podían ser elegibles para obtener estatus de refugiado u otro tipo de ayuda. México considera que la caravana “es una manifestación pública que busca llamar la atención sobre el fenómeno de la migración y la importancia de respetar los derechos de los centroamericanos”.

El secretario del Interior mexicano, Alfonso Navarrete Prida, sugirió que su país no se deje influir por los tuits de Trump. “Actuaremos con total soberanía para hacer cumplir nuestras leyes... sin presión alguna, de ningún país”, recalcó.

La caravana compuesta por más de 1,000 inmigrantes, cruzó a México desde Guatemala la semana pasada. Según reportes de noticias, las autoridades de inmigración en la frontera les permitieron el paso.

Organizada por un grupo llamado Pueblos Sin Fronteras, la caravana “Estaciones de la Cruz” intenta concientizar sobre la terrible pobreza y violencia que lleva a muchos individuos a huir de América Central, y la difícil situación de los inmigrantes que intentan llegar la frontera de los Estados Unidos.

En 2010, 72 inmigrantes secuestrados fueron masacrados en el norte de México. Las violaciones, los asaltos y robos a inmigrantes son comunes. Caravanas similares se han organizado durante la temporada de Pascua durante aproximadamente una década, aunque generalmente se limitan al sur de México.

Este año, la mayoría de los inmigrantes provienen de Honduras, una nación sumida en la confusión política desde la muy disputada reelección del presidente Juan Orlando Hernández (2017), respaldado por los Estados Unidos.

Alex Mensing, uno de los organizadores de la caravana, afirmó que Trump en lugar de difamar a los inmigrantes, debería reconocer el papel que los Estados Unidos han jugado en generar inestabilidad en Honduras. “Estas personas están huyendo de la violencia y de situaciones creadas por los Estados Unidos”, aseguró. “Esta no es una horda de inmigrantes ilegales. Es una crisis de refugiados”.

Mensing añadió que unos doscientos hombres se separaron de la caravana el domingo y abordaron un tren de carga hacia el norte, probablemente con la esperanza de ingresar en los Estados Unidos. Pero parecía poco probable que el resto del grupo volviera a moverse hasta el miércoles o jueves, cuando se espera que aborden autobuses rumbo a un simposio de derechos de los inmigrantes, que se realizará en el estado central de Puebla, donde tendrán la oportunidad de reunirse con abogados voluntarios de los EE.UU., especializados en el tema.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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