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En la selección de Francia para la Copa Mundial, el ADN rebasó los orígenes nacionales

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Al lema nacional francés de liberté, égalité, fraternité, es probable que ahora pueda agregársele diversité, al menos en lo que se refiere a su equipo de fútbol.

Esto debido a que en un momento de creciente xenofobia y una reacción antiinmigrante en ambos lados del Atlántico, Francia ha obtenido el campeonato mundial frente a Croacia con una de las selecciones más diversas y multiétnicas que cualquier otro país.

Dieciséis de los 23 jugadores en el equipo provienen de familias que recientemente inmigraron a Francia desde lugares como Zaire, Camerún, Marruecos, Angola, Congo y Argelia. El delantero Antoine Griezmann, el máximo anotador del equipo, es mitad alemán y mitad portugués. El defensor Samuel Umtiti, que anotó el gol que envió a Francia a la final, nació en Camerún. El prodigio adolescente Kylian Mbappe es parte camerunés, parte argelino.

Incluso el capitán Hugo Lloris, el portero, rastrea sus raíces recientes en España.

“El fútbol”, dijo Yvan Gastaut, un historiador de la Universidad de Niza, a The Associated Press, “nos permite poner la inmigración en el escenario, una cuestión que está agitando a los países europeos en este momento.

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“Para las personas que ven la inmigración como un peligro, esta historia de la Copa Mundial no resolverá esa percepción. Pero nos permite hacer un balance de la realidad del mundo, de la movilidad, de los flujos y corrientes, y las identidades múltiples”.

Los cuatro equipos más exitosos de esta Copa del Mundo, los semifinalistas Inglaterra, Bélgica, y los finalistas Croacia y Francia, todos tienen equipos nacionales multinacionales. El torneo de 32 selecciones nacionales probablemente sea el más diverso de la historia.

Gastaut, que ha montado una exposición sobre fútbol y migración, cree que la tendencia continuará hasta un punto en que las listas de equipos diversos serán tan comunes que no importará y “podemos centrarnos en algo más que en nuestros orígenes”. “

Eso puede estar sucediendo ya. Cuando Francia ganó su única Copa del Mundo en 1998, en su propio país, se destacó por tener un equipo en el que 11 jugadores eran inmigrantes de primera o segunda generación.

Zinedine Zidane, aunque nació en Francia, fue visto como extranjero por gran parte de los franceses debido a sus raíces argelinas. Pero después de la Copa del Mundo, imágenes de él besando el trofeo y llorando mientras cantaban el himno francés transformaron a Zidane en héroe nacional y en abanderado de una Francia pluralista.

Este verano, Inglaterra envió a un equipo que incluía a 11 jugadores de descendencia africana y caribeña, una lista que el entrenador Gareth Southgate dijo que “representa a la Inglaterra moderna”.

“Nuestra nación ha cambiado”, escribió el historiador británico David Olusoga en el diario Guardian, donde el fanatismo futbolístico fue “un punto de reunión para expresiones xenófoba y en ocasiones racistas del nacionalismo inglés”, que “ha estado cada vez más alejado de la realidad contemporánea”.

De hecho, los programas de fútbol europeos, como los de Inglaterra y Francia, se han beneficiado durante mucho tiempo de su contacto con barrios pobres, principalmente inmigrantes, que brindan acceso a transporte e instalaciones. Los informes académicos han demostrado el valor de ese enfoque. Un estudio de 2013 que analizó 10 años de partidos de la Liga de Campeones de Europa, descubrió que los equipos más diversos superaron a los menos diversos.

“La diversidad del equipo está en la imagen de este hermoso país que es Francia”, dijo el centrocampista Blaise Matuidi, nacido en Francia de padres africanos, en una conferencia de prensa el 13 de julio. “Para nosotros, es excelente. Estamos orgullosos de representar esta hermosa camiseta y creo que la gente también está orgullosa de tener un equipo nacional como este”.

La diversidad del programa de fútbol francés no solo beneficia a Francia. Desde 2002, el país ha producido más jugadores de la Copa del Mundo que cualquier nación en la Tierra. En Rusia, 50 jugadores nacidos en Francia participaron, representando no solo a Francia, sino también a Senegal, Marruecos, Portugal, Argentina y Túnez.

“Obviamente, estamos muy orgullosos del éxito de nuestros jugadores franceses”, dijo Didier Quillot, director ejecutivo de la Ligue 1, la liga de fútbol nacional de primer nivel de Francia. “Consideramos que Francia es el país número uno en el mundo para entrenamiento. Las academias, la exploración de talentos y recogerlos y engrandecerlos es una parte clara de nuestro ADN”.

Y hoy en día ese ADN incluye hebras de docenas de países, en particular las antiguas colonias en África, que han disfrutado de estrechas relaciones de fútbol con Francia durante más de ocho décadas.

Raoul Diagne, nacido en la Guayana Francesa y de ascendencia senegalesa, fue el primer negro en jugar para Les Bleus en 1931 y siete años más tarde jugó en la Copa del Mundo junto a dos jugadores del norte de África. Luego se convirtió en el primer entrenador de un equipo independiente de Senegal.

Umtiti y el portero de reserva Steve Mandanda son los únicos jugadores nacidos en África en el equipo de este 2018, aunque hay jugadores nacidos en Francia cuyos padres provienen de Argelia, Angola, Congo, Malí, Mauritania, Marruecos, Nigeria, Senegal y Togo.

“El equipo francés es y ha sido durante mucho tiempo un grupo notablemente diverso”, escribió Laurent Dubois, profesor de historia francesa en la Universidad de Duke, en su ensayo titulado”Imperio de fútbol: la Copa del Mundo y el futuro de Francia”, que se centra en la conexión entre el imperio y el deporte. “Es un equipo global, una especie de república transcultural”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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