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¿El desafío de Kamala Harris en su intento presidencial para 2020? Definirse a sí misma antes de que sus oponentes lo hagan

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Poco después de ganar una banca en el Senado de EE.UU., en 2016, Kamala Harris afirmó que esperaba seguir el manual tradicional de los legisladores novatos: escuchar y observar, y tener un diagnóstico de la situación.

Sin embargo, lejos de mantener un bajo perfil, la senadora júnior de California se ha puesto bien al frente. Tuvo un papel de alto perfil en la confrontación con la administración Trump, desde su agudo interrogatorio a los funcionarios del gabinete en audiencias públicas hasta los ardientes discursos en la Explanada Nacional. En enero próximo, además, publicará un libro sobre su visión política.

Para alguien que no aparecerá en la boleta electoral nuevamente hasta 2022, Harris está dedicando una gran cantidad de dinero a la construcción de un perfil nacional. Su campaña en el Senado gastó $4 millones en el último año y medio, incluyendo $1.6 millones destinados a Revolution Messaging, la consultora que creó la estrategia digital y de marca del senador Bernie Sanders.

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Harris no quiere adelantar si se postulará para la nominación presidencial demócrata de 2020; sin embargo, prácticamente todos piensan que lo hará.

Su primer desafío, y tal vez el más grande, es presentarse ante los votantes estadounidenses que no son de California, que saben poco sobre esta mujer de 53 años, más allá de las primeras comparaciones con el presidente Obama. Y para ello necesita moverse rápido.

Sus rivales políticos, en el partido republicano y dentro de su propia agrupación, ya están tratando de poner su propio sello, menos halagador, sobre ella.

La cuestión de marca la retrata como alguien que no pertenece a Washington, una progresista con una historia personal cautivadora y una exfiscal que no se amedrentará frente a los ataques del presidente Trump. Cuando la Casa Blanca tuiteó su primer ataque personal contra Harris, en julio, diciendo que sus críticas a las políticas fronterizas de Trump equivalen a apoyar a las bandas criminales, la senadora no perdió tiempo y respondió acusando al primer mandatario de “arrancar a bebés de [brazos de] sus madres”, una referencia a su política de separación de familias inmigrantes.

“Una mujer afroamericana, fuerte y con buenos logros, es en muchos aspectos lo que mantiene al presidente despierto por la noche”, señaló el exportavoz de la campaña de Hillary Clinton, Jesse Ferguson. “Es parte de sus pesadillas”.

Hasta ahora, Trump no bautizó a Harris con un sobrenombre degradante en Twitter, tal como lo ha hecho con otros posibles contendientes demócratas para 2020, como la senadora Elizabeth Warren (D-Massachusetts) y el exvicepresidente Joe Biden. De hecho, no ha mencionado a Harris en absoluto desde su cuenta personal en la red social; aunque es solo una cuestión de tiempo.

“Se puede apostar a que la campaña de Trump... verterá una enorme cantidad de recursos para definirla”, adelantó el exvocero de la campaña presidencial de Ted Cruz, Ron Nehring.

Este no es exactamente el primer mandato que Harris esperaba. Se suponía que una victoria de Hillary Clinton en 2016 le daría a la exprocuradora general de California ocho años para crear un antecedente legislativo en el Senado, forjar alianzas y prepararse para una oferta de la Casa Blanca. Pero el sorpresivo triunfo de Trump ganó los cálculos políticos adelantados de Harris, quien se negó a ser entrevistada por The Times para este artículo.

En comparación con el estilo más cauteloso que exhibió como la oficial superior de la ley de California y durante su muy controlada campaña para el Senado, en 2016, Harris parece actualmente más a gusto en su propia piel, apasionada y abiertamente liberal.

También está acostumbrada a hablarle a las multitudes. Su risa potente resuena, y rápidamente toca a la gente en el hombro o el brazo. Se ve rodeada después de cada evento y, a pesar del personal y los reporteros que tratan de llamar su atención, la senadora por lo general insiste en hablar con casi todos los que se le acercan.

“Cada vez que ingresa a una habitación, todas las miradas se vuelven hacia ella”, afirmó un profesor de política de Claremont McKenna College, John J. Pitney, quien también es un exlíder republicano estatal. “Es esa misma cualidad que tenían Reagan y Bill Clinton, y algunos otros. Ella la tiene también”.

Hija de un padre inmigrante jamaiquino y una madre inmigrante india, la senadora habla a menudo que vivió “desde el cochecito” el movimiento por los derechos civiles, cuando era niña en Berkeley, y que el activismo de sus padres la inspiró a trabajar para el cambio desde dentro del sistema político.

En los últimos meses se enfocó en las votantes femeninas, en un extenso artículo en Vogue, una nota de opinión sobre la neutralidad de la red para la revista Cosmopolitan y el obligatorio paso ante la presentadora de televisión Ellen DeGeneres, quien le lanzó preguntas sencillas como quién había sido su flechazo en la infancia (Tito, de los Jackson Five). Al estilo de Oprah Winfrey, Harris este 2018 comenzó a llamar a los liberales a canalizar su frustración con Trump para convertirse en “guerreros alegres”.

“Ella es capaz de combinar una agenda progresista real, un perfil emocionante y una presencia fuerte, de una manera que llama la atención”, expuso Ferguson.

Julian Zelizer, profesor de historia de la Universidad de Princeton, llama a Harris “una voz fresca”.

A la vez, los rivales de la senadora -incluidos los republicanos y algunos dentro del ala de Sanders en el partido demócrata- se esfuerzan por definirla para sus propios beneficios. Los conservadores la consideran como una típica liberal de San Francisco, profundamente partidista y desconectada del corazón del país.

Pero quizás nada encapsula mejor la batalla para definir a Harris que su tenaz y acelerado interrogatorio a los funcionarios de la administración Trump durante las audiencias del Senado. Clips de la exfiscal encarando fríamente al procurador general Jeff Sessions, al por entonces secretario de Seguridad Nacional John F. Kelly, al fiscal general adjunto Rod Rosenstein y a otros se han convertido en éxitos de YouTube, que son compartidos por sus partidarios y detractores.

“Permítanme terminar una vez”, expresó durante una audiencia un frustrado Kelly, ahora jefe de gabinete de la Casa Blanca, mientras Harris lo interrogaba duramente. “Disculpe”, le respondió ella. “Estoy haciendo las preguntas”.

Su incesante examinación sobre Sessions dejó visiblemente conmocionado al exsenador de Alabama. “No pueden apurarme tanto. Me pone nervioso”, dijo.

La izquierda alardeó frente a la representación de una mujer negra haciendo preguntas difíciles y detalladas, y exigiendo respuestas directas. Sus apariciones no solo la ayudaron a llegar a la audiencia nacional, sino que han subrayado la imagen que ella cultiva, como alguien asertivo e imperturbable.

“Ha ingresado a uno de los clubes de hombres blancos más altos y poderosos del mundo”, remarcó Debbie Walsh, directora del Center for American Women and Politics, de la Universidad de Rutgers.

Pero los detractores de la senadora emplearon las mismas audiencias para retratarla como una bravucona. Sus interrogatorios fueron interrumpidos con frecuencia por colegas blancos, varones y republicanos, quienes se quejan de que ella fastidia a los funcionarios de Trump o se niegan a dejarlos responder. Su respuesta a una amonestación de un presidente del comité republicano por su falta de “cortesía” - alzando las cejas y parpadeando con incredulidad- se convirtió en un GIF tremendamente popular.

En internet, los partidarios de Trump utilizaron tales episodios para atacar a Harris en términos desagradables, a menudo sexistas o racistas. Un exasesor de campaña de Trump, Jason Miller, dijo en CNN que su interrogatorio a Sessions fue “histérico”.

Tales ataques pueden ser contraproducentes. Muchas mujeres criticaron rápidamente el lenguaje empleado por Miller para describir la indagación de Harris, que no consideraron muy diferente a las de sus colegas demócratas varones. “Muchos de los estereotipos y las suposiciones de género todavía existirán para las mujeres en 2020”, consideró Walsh. “Es un doble estándar”.

El trabajo de Harris como fiscal y como procuradora general de California es otra parte definitoria de su narrativa y un potencial atractivo para los votantes independientes y moderados. La legisladora hace referencia a su experiencia en casi todos los discursos, y se ha convertido en una voz líder en el Senado sobre la reforma de la justicia penal.

“Si yo escribiera discursos para ella, lo haría enfatizando a todos los delincuentes que ha encarcelado”, aseguró Pitney. “Eso atrae a todos. Es un tema sobre el que tiene cierta credibilidad”.

Pero los agentes republicanos salivan ante la posibilidad de profundizar en su historial, incluido un incidente en los primeros meses de su cargo como fiscal del distrito de San Francisco, cuando Harris declinó aplicar la pena de muerte contra un pandillero que mató al oficial de policía Isaac Espinoza, también de San Francisco.

Harris, quien se opone a la pena capital, fue criticada por la decisión, pero se mantuvo firme y, finalmente, logró múltiples cadenas perpetuas para el tirador.

Para Nehring, el exportavoz de Cruz, cualquier intento de resaltar sus credenciales y calificar a Harris como alguien duro contra el crimen, será contrarrestado rápidamente con avisos que la denuncien como blanda con los delincuentes y débil ante la pena de muerte. “¿Cuál es la probabilidad de que eso termine en un anuncio televisivo en Iowa, Michigan y Wisconsin? Yo diría que probablemente un 100%”, consideró. “Eso encaja muy bien con la narrativa de que es una elitista de izquierda y residente de la costa”.

Harris también debe defenderse de los ataques del otro lado del espectro político. Para ganar la nominación demócrata, primero deberá derrotar a otros probables contendientes demócratas para 2020, como Warren y Sanders, favoritos del movimiento progresista.

Algunos partidarios de Sanders nunca perdonaron a Harris por su pronta aprobación de Clinton en las primarias de 2016, ni por los donantes y seguidores de Clinton que se unieron a ella desde entonces. También argumentan que pertenece demasiado a la clase dirigente o establishment. Algunos, con la esperanza de despejar el camino para que Sanders se presente otra vez, lanzaron en Twitter el hashtag #NeverKamala (#JamásKamala), considerándola demasiado corporativa y dependiente de Wall Street. Además, remarcan su decisión de no enjuiciar a OneWest Bank, luego dirigido por Steven Mnuchin, por presuntas violaciones de ejecución hipotecaria en 2013, y la aceptación posterior de una contribución de campaña de $2,000 de parte de Mnuchin. Harris votó posteriormente en contra de su confirmación como secretario del Tesoro de Trump.

Harris trabajó duramente desde que se unió al Senado para reforzar sus credenciales progresistas. Copatrocinó la legislación para la universidad libre de matrícula y fue la primera senadora en adherirse a la propuesta de Sanders de Medicare para Todos.

En febrero, fue una de los tres demócratas que votaron en contra de un proyecto de ley bipartidista para ayudar a los inmigrantes traídos sin autorización al país durante la infancia, porque pensó que la medida iba demasiado lejos al proporcionar fondos para el muro fronterizo. A principios de 2018, anunció que ya no aceptaría donaciones de corporaciones.

También recorrió el país en busca de colegas demócratas cuyo apoyo podría necesitar pronto; visitó estados que Clinton perdió en 2016, como Michigan y Wisconsin, y aquellos con grandes poblaciones negras como Georgia y Alabama. Su comité de acción política (PAC, por sus siglas en inglés) Fearless for the People recaudó $2,16 millones de dólares, y hasta el momento otorgó más de $500,000 para los demócratas de la Cámara de Representantes y del Senado.

Pero mientras corteja a los liberales, energizados por la elecciones de Trump, Harris tendrá que evitar ir demasiado lejos o convertirse en una caricatura para los independientes y moderados, advirtió la estratega demócrata Celinda Lake.

“Es un desafío mantener su verdadera imagen más amplia y sostener su verdadera base de seguidores con los progresistas”, indicó. “Ella tiene ambas cosas. Es prácticamente un acto de equilibrio”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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