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Después de un paréntesis de seis años, Christina Aguilera se reencuentra en ‘Liberation’

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En los 20 años transcurridos desde que la llegada de Christina Aguilera ayudó a marcar el comienzo de una nueva era del pop, la artista ha demostrado que no le teme a la transformación.

Aguilera explotó la famosa imagen pop adolescente, creada para ella con un par de pantalones de cuero y música de estilos heterogéneos, que anunciaba que la joven tenía el control total de su carrera. La movida sorprendió a Estados Unidos, y la cantante -por entonces de 21 años- fue humillada por los críticos, pares e incluso por Tina Fey.

En un momento dado, se dejó influenciar por los estilos de los años 1920-1940, y se comprometió por completo con una estética pin-up vintage que coincidía con la versión moderna del jazz, el soul y el blues que estaba explorando.

También asumió el papel de un cyborg, canalizó a Marilyn Monroe y Marilyn Manson -para el mismo proyecto- y resurgió como una madre feliz e incomparable.

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La metamorfosis siempre ha sido parte del encanto de Aguilera, pero su verdadero atractivo radica en su voz.

Con un rango feroz, que recuerda a los comienzos de Whitney Houston, la vocalista fue capaz de destacarse del resto de los artistas pop y alcanzar el estatus de superestrella durante los primeros años.

Para una generación que llegó a la pubertad durante la gran explosión del Y2K pop, Aguilera era una voz esencial; su música abordaba el empoderamiento, el feminismo, el sexo y la violencia doméstica, temas a los cuales sus contemporáneos se resistían.

Basta con mirar el impacto duradero de “Stripped”, de 2002, su trabajo más ambicioso hasta la fecha y un álbum que se ha convertido en un modelo para Miley Cyrus, Selena Gomez y Demi Lovato, jóvenes cantantes que ya han alcanzado la mayoría de edad frente al público y que buscaron deshacerse de su imagen fabricada a la manera en que alguna vez lo hizo Aguilera.

La artista vendió más de 50 millones de discos en todo el mundo; alcanzó decenas de éxitos en el ranking Billboard Hot 100, ganó seis premios Grammy, coqueteó con una película y ayudó a hacer del programa “The Voice”, de NBC, un fenómeno televisivo.

Y sin embargo, la última década ha sido inestable para la artista en cuanto a la música.

Su trabajo más reciente -de 2010-, el subestimado “Bionic”, y su olvidado seguidor “Lotus”, no recibieron la misma fanfarria a la que estaba acostumbrada, y una larga temporada en “The Voice” dejó a los fans de Aguilera preguntándose si alguna vez volvería a la música.

Ahora con 37 años, Aguilera emprende su última reinvención, que fue alimentada por la cantautora y su sensación de “desconexión” del propósito. “Tenía que volver a mi propio cuerpo de artista, y a mí misma”, asegura ella.

Encontrar el camino de regreso a sí misma y su pasión es el núcleo de “Liberation”, su primer álbum en seis años.

El disco, que debutó en el puesto número seis en la lista Billboard 200 después de su lanzamiento, en junio, exhibe a una Aguilera renovada de manera creativa, pero no lo se lo puede considerar un ‘regreso’: “Me siento como una nueva artista”, asegura ella.

Apoyándose principalmente en el R&B y el hip-hop, géneros que siempre han influido en su estilo, el nuevo trabajo no trata de ser progresivo o de seguir una tendencia; a Aguilera no le interesa nada de eso, dice, sino que se trata de mostrar a un artista renacida después de perder el equilibrio.

La colección es parte de su trabajo más progresista en años. Cuando no está mezclando “The Sound of Music” con Michael Jackson, crea el downtempo R&B con el rapero de D.C. GoldLink, rompe el patriarcado y suma colaboraciones con Ty Dolla Sign, Kanye West, Anderson .Paak y MNEK.

Y sí, ha adoptado una nueva apariencia: esta vez, sin embargo, halló inspiración en su propia piel, y es por eso que en la actualidad su estética está más desnuda (la portada es solo su cara despejada).

Mientras atendía a su hija de tres años, Summer Rain, Aguilera discutió el viaje de cuatro años que exigió “Liberation”, su primera gira en una década y por qué renunció a “The Voice”.

Me tomo mi tiempo con los discos, pero sí, este fue un tiempo de espera, por muchos factores y razones diferentes. Me encanta colaborar y tomarme el tiempo para conocer a las personas con las que trabajo, y realmente hacer algo significativo y no solo comercial y cliché. No soy una artista que obtiene un montón de canciones de mi sello, las graba, las adorna un poco y las entrega.

¿Qué te mantuvo alejada de la música por tanto tiempo?

Me sentí desconectada por un tiempo, y no tenía la mente clara o estaba en un entorno que simplemente no era bueno para mí.

Ese entorno al que te refieres es “The Voice”. Dijiste que te sentías asfixiada como juez. ¿Cuándo dejó de ser divertido para ti?

Nadie esperaba que [“The Voice”] fuera tan grande como “American Idol”, o que despegara como lo hizo. Simplemente se convirtió en una máquina completamente diferente. Teníamos dos equipos a la vez porque coincidían las temporadas. Sencillamente no era lo que quería hacer con mi vida. No soy una vocera. Soy una artista.

La audición a ciegas era muy intrigante para mí, porque brindaba una oportunidad para que cualquiera subiera al escenario y fuera descubierto, independientemente de su aspecto. Al estar en este negocio durante tanto tiempo y saber cómo funcionan las etiquetas y cómo el ‘embalaje’ es tan importante, esa idea de no poder ver [a los concursantes] era genial para mí. Pero año tras año había cosas que no estaban alineadas con esa visión original. El programa avanzó en una dirección con la cual no estaba de acuerdo y que no siempre me parecía justa.

¿Crees que todavía hay algún valor para los shows de competencia de canto?

Todos tienen su propia experiencia, y no quiero devaluar la experiencia de nadie con ninguno de esos programas. Como artista, creo que los artistas pueden expresarse como creen que deberían. Solo sé que hay muchas otras personas involucradas en esos shows. Ciertos factores y cosas se dictan de acuerdo con el rating. Definitivamente es un negocio. También vi cosas descaradas, que pensé que no estaban bien y que estoy segura de que nadie querría soportar en un ambiente de trabajo. Era importante para mí alejarme.

Tus últimos proyectos no fueron éxitos, para la crítica o comerciales. ¿Eso agregó presión mientras trabajabas en “Liberation”?

Como soy realmente una vocalista, siempre he escuchado: “¿Por qué no te paras allí y haces un montón de baladas?” Ese es solo un elemento de lo que hago, pero no es todo. Estaría tan aburrida si me sentara en el escenario y solo cantara una balada después de otra. Soy una artista. La etiqueta fue excelente porque me dio la libertad de tomarme mi tiempo y hacer lo que quería. No soy ajena a saber cómo jugar el juego.

Es increíble cuando las cosas se reciben bien a nivel comercial y son exitosas. He tenido esos éxitos con “Genie in a Bottle” y “What a Girl Wants”, y aún así me sentía mal porque no estaba conectada con la música y no podía cambiarla. He hecho ya eso y veo que muchos artistas se meten en esa trampa de seguir las listas de éxitos. Cuando ya no esté aquí, realmente quiero que se preste atención a la música y no al puesto que ocupó o por el éxito comercial que tuvo, sino porque la calidad resistió la prueba del tiempo.

Aunque el álbum es en gran medida R&B y hip-hop, fue sorprendente escuchar que Kanye West y Anderson .Paak fueron clave para guiar su dirección. ¿Cómo ocurrió eso?

Me senté con Kanye hace unos años, mientras todavía estaba en “The Voice”, en realidad. Nos conocimos en el estudio de Rick Rubin, donde él estaba grabando en ese momento -estaba terminando el disco “The Life of Pablo”- y conectamos muy bien. Me encantaron las pistas que me mostró. Ahí es donde escuché “María” y [el sencillo principal del álbum] “Accelerate” por primera vez. Tenían tanto sentimiento y profundidad. Su música te hace sentir algo impactante, de una forma u otra. Es un artista polémico; yo también fui así. Me sentí realmente bien de trabajar con él. Había hecho algunas grabaciones antes de la reunión con Kanye, pero hacer “María” con él me dio la base para el álbum. Toda la historia se desarrolló ante mí cuando escuché la canción.

Y luego, Anderson realmente ayudó a que el álbum tomara forma. Lo conocí el año pasado (2017), y las cosas se desarrollaron rápidamente. Él es simplemente un gran músico. Es un gran letrista, con una cadencia tan fuerte. Exploré diferentes maneras de usar mi voz en este disco, y no se trataba de alcanzar notas altas y ser acrobática y llena de improvisaciones. Quería escalar de nuevo y realmente vibrar.

Siempre ha habido un hilo de empoderamiento en tu música. ¿Cuánto de lo que estaba pasando en el mundo influyó en la música en la que estabas trabajando?

El clima en este momento es interesante, porque hay muchas personas que se sienten oprimidas o reprimidas. Siempre he tratado de transmitir mensajes sobre los que siento una gran convicción, y sobre mi verdad. Es por eso que hice canciones como “Beautiful” y “Fighter” hace mucho tiempo, y que tengo temas como “Fall in Line” y “Sick of Sittin” en este álbum, que son perfectos para cualquier persona que tal vez necesite encontrar su propia verdad. Estamos en un momento en el cual la gente necesita sentirse liberada, y quería reflejar eso.

Vas a hacer tu primera gira en una década. ¿Qué pueden esperar los fanáticos?

Desde que tuve a mi hijo [Max Liron, de 10 años], la idea de la gira en realidad me asusta. Pensaba: “¿Cómo funciona esto? ¿Cómo hace la gente? ¿Saco a mis hijos de su vida familiar y todo eso?” Con esta gira más íntima, la presión disminuye. Estoy metiendo mis pies en el agua nuevamente, y también quiero darle a mis fanáticos una oportunidad real de verme después de no haber podido en tanto tiempo. Probablemente voy a llevar a mi hija conmigo, porque es muy pequeña. No quiero separarme. Será interesante.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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