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Cómo el plan ‘Made in China 2025’ se ha convertido en la verdadera amenaza de una guerra comercial

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China reveló su plan para dominar las tecnologías más cruciales del mundo con poca fanfarria internacional; otro vago principio guía en el laberinto burocrático del Partido Comunista.

Tres años después, se encuentra en medio de una disputa comercial con Washington que amenaza con trastornar la economía mundial.

‘Made in China 2025’ es un proyecto para transformar al país de una economía con gran densidad de mano de obra que fabrica juguetes y ropa, a otra con productos avanzados de ingeniería, como robots y automóviles eléctricos. La administración de Trump ve la cuestión como un intento de robar la tecnología de EE.UU. y controlar industrias de vanguardia.

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Las autoridades intentaron moderar la iniciativa, en marzo, cuando anunciaron aranceles potenciales sobre $50 mil millones de dólares en bienes. Pero los líderes chinos consideran que el plan es clave para el desarrollo del país, y se niegan a modificar su curso.

“China está tratando de lograr un objetivo claro y los Estados Unidos quieren detenerlo”, afirmó Andrew Polk, cofundador de Trivium/China, una firma de investigación de Beijing. “Y ahí es donde está la competencia”.

A continuación, una revisión del programa ‘China 2025’, qué es y qué significa para la guerra comercial:

El plan canaliza miles de millones de dólares en 10 industrias, desde productos biofarmacéuticos hasta aeroespaciales y dispositivos de telecomunicaciones. También exige que el 70% de los materiales y piezas relacionados sean fabricados en el país dentro de una década. Un documento separado detalla la estrategia de China para liderar en inteligencia artificial en el año 2030.

Los funcionarios crearon ‘Made in China’ inspirados en una iniciativa alemana llamada Industrie 4.0, que prevé una mayor automatización en la producción y “fábricas inteligentes”, que operen con sensores inalámbricos. No tienen muchas alternativas al respecto; la población más grande del mundo está envejeciendo y el aumento de los salarios genera que las industrias de baja tecnología se trasladen a otros países.

“La oferta laboral está disminuyendo”, expuso Ashley Qian Wan, economista especialista en China de Bloomberg Economics, en Beijing. “Y ese va a ser un gran problema para el país”.

¿Por qué China se preocupa tanto por esto?

Cuando el presidente Kennedy prometió, en 1961, enviar al hombre a la Luna, más de 30 millones de personas en China acababan de morir de hambre. El fundador de la República Popular, Mao Tse-tung, cerró las universidades durante una década, mientras los investigadores inventaban la internet en Silicon Valley. China considera que, simplemente, ahora está tratando de ponerse al día.

El país desarrolló su primer tren bala en 2018, un vehículo de 248 mph llamado Fuxing, o ‘rejuvenecimiento’. Los ingenieros también construyeron el primer avión de pasajeros del país, un primer paso para llenar el abarrotado aeropuerto de Beijing con aviones chinos en lugar de modelos Boeing estadounidenses o Airbus europeos.

Los funcionarios describen la iniciativa como transparente y abierta a las empresas extranjeras. También disipan las nociones de que monopolizará los mercados nacionales. El rechazo del plan por parte de los Estados Unidos refuerza la narrativa partidista, que alega que los Estados Unidos tratan de socavar el resurgimiento de China.

“Tenemos buenas razones para cuestionar la legalidad y legitimidad de muchas acciones emprendidas por los EE.UU. sobre la base de la seguridad nacional, como su plan de imponer aranceles elevados a muchas industrias de ‘Made in China 2025’”, afirmó ante los periodistas la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, en abril. “Claramente, apuntan a otra cosa”.

¿Por qué el tema preocupa a los EE.UU.?

La administración Trump está inquieta por la forma en que China pretende alcanzar sus ambiciones para 2025. Las empresas estadounidenses se han quejado durante mucho tiempo de los sacrificios que realizan para operar en el mercado más grande del mundo, como los requisitos de asociarse con empresas nacionales y de ceder secretos comerciales.

Los funcionarios temen que estas técnicas hagan imposible que las empresas estadounidenses compitan en los campos más críticos del mundo. También se preocupan de que los grandes subsidios del gobierno chino lleven a una saturación mundial de productos, lo cual generaría una baja de los precios y perjudicaría a las empresas de los EE.UU.

“Hay cosas que China enumeró y afirmó: ‘Vamos a tomar la tecnología, gastar cientos de miles de millones de dólares y dominar el mundo’”, aseveró en una audiencia ante los senadores el representante de Comercio de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, en marzo. “Y estas son cosas que, si China domina el mundo, serán negativas para los Estados Unidos”.

Un extenso informe estadounidense sobre el robo de propiedad intelectual en China -que derivó en las más recientes tarifas potenciales- mencionó el plan más de 100 veces. Los funcionarios están explorando múltiples formas de restringir la inversión china en industrias clave. La administración le prohibió recientemente a ZTE, el segundo mayor fabricante chino de equipos de telecomunicaciones, comprar tecnología estadounidense.

“En Washington crece el consenso de que los Estados Unidos están en una carrera con China por el liderazgo técnico”, le dijo recientemente Arthur Kroeber, director general de la firma de investigación Gavekal Dragonomics, de Beijing, a sus clientes. Algunos piensan que “la guerra fría económica es la respuesta”.

¿La administración Trump tiene razón?

El presidente Xi Jinping recientemente aseguró ante una sala llena de inversores globales que China abriría aún más su economía. Los funcionarios manifestaron que eliminarán gradualmente las normas que requieren que las automotrices, como General Motors, encuentren un socio local antes de abrir fábricas en China. También planean terminar con los requisitos de propiedad extranjera para los fabricantes de vehículos eléctricos este 2018.

Esta no sería la primera vez que las autoridades prometen hacer valer su escudo proteccionista. La Cámara de Comercio de la Unión Europea en China se quejó en 2017 de que las firmas extranjeras sufrían de “cansancio de promesas”.

El problema es que las ambiciones de alta tecnología de China incluyen “planes para usar instrumentos como créditos subsidiados y restricciones de acceso al mercado”, indicó David Dollar, miembro sénior de Brookings Institution y exfuncionario del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos en China. “Tiene sentido que los EE.UU. se opongan a esta práctica”.

Pero los funcionarios chinos consideran una ironía los esfuerzos que intentan mantener el control absoluto de los Estados Unidos sobre la innovación. Hua, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, comparó al país con un “matón; solo él puede tener alta tecnología y los otros no”.

Ninguno de los bandos parece dispuesto a ceder. Las conversaciones recientes para aminorar la disputa comercial supuestamente colapsaron sobre cuestiones del plan para 2025.

“China ve el sistema general como inherentemente injusto porque fue creado por la potencia dominante actual”, destacó Polk, de Trivium. “Los Estados Unidos deberían dejar de quejarse y comenzar a diseñar su propia política industrial para contrarrestar a China”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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