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Votó por Trump, y ahora teme perder el plan de Obamacare que salvó su vida

Kathy Watson, sentada en el exterior de su casa, en Lake City, Florida. La expropietaria de un negocio, quien depende de la Ley de Cuidados de Salud Asequibles para sus cuidados médicos, votó a Trump creyendo que no derogaría la norma (Noam N. Levey / Los Angeles Times).

Kathy Watson, sentada en el exterior de su casa, en Lake City, Florida. La expropietaria de un negocio, quien depende de la Ley de Cuidados de Salud Asequibles para sus cuidados médicos, votó a Trump creyendo que no derogaría la norma (Noam N. Levey / Los Angeles Times).

(Noam N. Levey / Los Angeles Times)
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Kathy Watson se sentía ansiosa respecto del futuro de su cobertura de salud, incluso antes de despertar sin aliento el mes pasado, lo cual la obligó a dirigirse a la sala de emergencias por un problema cardíaco.

Después de luchar durante años sin seguro médico, esta mujer de 55 años de edad y expropietaria de un pequeño negocio, que ha luchado contra la diabetes, la presión alta y dos episodios de cáncer, da crédito a Obamacare por estar viva.

Watson votó por Donald Trump, al igual que otras personas, creyendo que el empresario traería aires de cambio. En ese momento, no le dio importancia a sus discursos de campaña, que hablaban de desechar la Ley de Cuidados de Salud Asequibles; pensó que eran habladurías.

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Ahora, mientras observa al nuevo presidente y su presión para aniquilar la ley que le brindó un salvavidas clave, Watson se encuentra entre los muchos partidarios de Trump que deben reconciliar sus votos con la preocupación por el futuro de su atención médica.

Watson, una mujer orgullosa y aguda que no contó con seguro médico durante muchos años, no está lista para renunciar. Sin embargo, cada vez se siente más frustrada por las vagas promesas presidenciales de reemplazar Obamacare por algo mejor. “Ya he pasado por mucho”, aseguró Watson, sentada en el patio de su casa rodante, en un rincón arenoso del norte de Florida. “No quiero volver atrás”.

Como una de los millones de estadounidenses que dependen de las nuevas leyes de protección de salud, Watson encarna el desafío político que enfrentan los republicanos, mientras se esfuerzan por cumplir con su promesa de revocar Obamacare sin perjudicar a personas como ella, quienes ayudaron a la inesperada victoria de Trump.

Su historia es también una advertencia para los líderes republicanos, cuya propuesta de reducir los costos de atención médica mediante la remoción de normas de seguro amenaza con reabrir las brechas que alguna vez dejaron a casi 50 millones de estadounidenses sin cobertura.

Watson conoce esas brechas mejor que nadie. Tal como unos 150 millones de estadounidenses, durante años tuvo un plan de salud ofrecido por un empleador, en su caso un fabricante de casas móviles donde trabajaba su marido. Pero en 2001 su esposo debió dejar el empleo luego de resultar herido. La oficina legal donde ella trabajaba, tal como muchos otros pequeños negocios, no ofrecía seguro de salud. “Allí comenzó mi pesadilla”, recordó.

Durante un tiempo, la pareja juntó el dinero para mantener su plan, una opción conocida como cobertura COBRA. Después de 18 meses, el plan ofrecido bajo la ley llamada Consolidated Omnibus Budget Reconciliation Act expiró.

Watson trató de comprar un plan de salud por su cuenta. Pero, antes de Obamacare, las aseguradoras eliminaban rutinariamente a los clientes enfermos y potencialmente costosos. Trump expresó su apoyo para mantener esa protección, pero otros planes republicanos permitirían a las aseguradoras cobrar más, en ciertos casos, a los pacientes enfermos. Watson tenía un recuento de glóbulos blancos inusualmente alto, y años antes le habían extirpado una parte del colon. “Nadie iba a asegurarme ni remotamente”, dijo.

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Después, intentó conseguir un plan de salud cuando inició su propio negocio. Las aseguradoras a veces estaban dispuestas a cubrir a un grupo de empleados, que son un mejor riesgo que una sola persona. En 2003, abrió un servicio de cobro de deudas para pequeñas empresas. Tenía trabajo y contrató a tres empleados. Pero de todas maneras, no pudo convencer a una aseguradora de venderle un plan.

Para entonces, Watson y su esposo estaban cada vez más desesperados. Todavía tenían cuentas médicas por la lesión de él, y ella se sentía cada vez más enferma, con fiebre periódicamente y glándulas hinchadas, que le impedían trabajar.

Un médico de la zona los ayudó con atención médica básica a cambio de asistencia para cobrar sus facturas. Pero Watson no pudo afrontar exámenes médicos más importantes, para averiguar cuál era su enfermedad, hasta 2009, cuando le diagnosticaron un linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer en la sangre.

“Apelamos a todo lo que teníamos”, afirmó la mujer, entre ello la venta de sus cuentas de retiro y la hipoteca de su casa. Los amigos la ayudaron a recorrer hospitales, donde a menudo Watson se sentía tratada como “una ciudadana de segunda clase” porque no tenía seguro. Sus padres, ya ancianos, ayudaron con muchas facturas médicas.

Durante un corto tiempo, pensó que había encontrado un alivio cuando una compañía de seguros acordó proporcionar una cobertura. Pero, cuando intentó usar el plan, descubrió que éste no cubría costos médicos importantes, una trampa en la cual muchos consumidores caían en épocas donde las empresas estaban sujetas a mucha menos supervisión. Ahora, en cambio, éstas deben cubrir un conjunto básico de beneficios, aunque los líderes del partido republicano piden la reducción de esas exigencias.

Watson estima que, junto con su esposo, llegaron a los $100,000 en deudas médicas. “Kathy es una persona inteligente, pero no tuvo suerte”, aseguró Anne Lebrecht (74), su madre.

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La aprobación de la Ley de Cuidados de Salud Asequibles ofreció finalmente algo de alivio gracias a un pequeño programa temporal creado en 2011 para personas como Watson, a quienes se les había negado la cobertura. Así, pudo contratar un plan que costaba $363 por mes y ahora está libre de cáncer. “Sin ello, hubiera perdido todo”, expresó.

Antes de Obamacare, muchos estados implementaron programas similares, conocidos como grupos de alto riesgo. Ahora, los republicanos están explorando formas de reabrirlos. Sin embargo, muchos de esos planes estatales terminaron siendo muy costosos porque cubrían solamente a pacientes enfermos; muchos debieron poner un tope en la inscripción.

El plan de Obamacare que ayudó a Watson dejó de inscribir gente debido a los altos costos a comienzos de 2013. Para entonces, Watson estaba ya lo suficientemente bien como para conseguir trabajo en una empresa que formaba personal de soporte al cliente para DirecTV, y que le ofrecía un plan de salud por $123.50 por mes. “Era una buena cobertura”, reconoció.

Watson renunció al trabajo a fines del año pasado, cuando se lastimó trabajando en su patio. Esta vez, gracias a Obamacare, no hubo brecha sin cobertura.

Después de ver en TV un anuncio de Florida Blue, la mayor aseguradora del estado, la mujer llamó a la empresa y en menos de media hora se inscribió en un plan HMO, pese a su larga historia clínica. El plan normalmente costaba $664 por mes, pero como Obamacare ofrece subsidios para ayudar a pagar primas y deducibles a los estadounidenses de ingresos bajos y moderados, Watson no paga nada. “Todavía no puedo creer que tenga esta cobertura”, afirmó.

Hoy en día, Watson sigue optimista, aunque dos válvulas de su corazón fallan, y además tiene artritis crónica y diabetes. Toma clases para obtener una licencia de bienes raíces e intenta volver a trabajar para salir del seguro subsidiado por el gobierno. Sin embargo, está irritada por lo que escucha del nuevo presidente. “Le daré más tiempo”, dijo. “Pero ya no estoy segura de Trump”.

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Tan segura está, que piensa ir a Washington a decirle a los legisladores que no quiten Obamacare. “Caminen una milla en mis zapatos”, afirmó. “Nunca pensé que tendría que pasar por todo esto. Estaba trabajando para un abogado; ganaba buen dinero. No estoy aquí para perderlo todo. Quiero estar sana, pagar mis cuentas y seguir adelante con mi vida”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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