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De Vietnam a Los Ángeles: el fotógrafo que captó una de las imágenes más famosas del mundo anunció su retiro

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Nick Ut estaba en medio de un camino, en un pueblo de las afueras de Saigón, cuando vio a la niña corriendo, a los gritos, desnuda, quemada por el napalm estadounidense. Levantó su cámara y tomó la foto que cambió su vida.

Casi medio siglo después, Ut conduce hacia el este del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles y pasa el Forum de Inglewood, donde alguna vez fotografió los juegos de los Lakers durante la época de “Showtime”. Ha vivido en L.A. por más tiempo que en su nativo Vietnam; conoce las calles tan bien que jamás usa GPS o mapas.

Durante su carrera en la agencia Associated Press, Ut fue abrazado por Marlon Brando en el juicio por asesinato que enfrentó el hijo del actor, y capturó imágenes en innumerables tribunales, con personalidades como el asesino serial Richard Ramirez, conocido como “Night Stalker”, Michael Jackson, los hermanos Menendez y O.J. Simpson. El mes pasado, el reportero gráfico, de 66 años de edad, documentó una escena de esas que sólo pueden ocurrir en L.A.: un encuentro entre el alcalde Eric Garcetti; el jefe del LAPD Charlie Beck, y los raperos Snoop Dogg y The Game.

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El 8 de junio de 2007 -exactamente 35 años después de su famoso foto, tomada en 1972, de la niña llorando sobre ese camino polvoriento- Ut fotografió a Paris Hilton, gesticulando y llorando en la parte trasera de un automóvil luego de descubrir que volvería nuevamente a la cárcel por 23 días debido a una violación de su libertad condicional.

Sin el marco de su “niña con napalm”, ganadora del premio Pulitzer y una de las imágenes más famosas de la historia de la fotografía, no existiría Nick Ut, este cronista -con cámara en mano- de L.A. “Soy un tipo afortunado. Conocían mi foto y me recibieron muy bien”, señala. “Esa imagen me dio respeto y me permitió seguir haciendo mi trabajo”.

Después de 51 años en la agencia AP, Ut anunció su retiro y afirma que ‘colgará su cámara’, al menos para el servicio de noticias, en marzo del año próximo. Su hijo, Michael Huynh, de 36 años -el mayor de sus dos retoños-, dice que no está seguro de cómo seguirá adelante su padre. “Él nunca se cansa de esto. Es como respirar. ¿Cómo terminas una carrera como ésta?”, se preguntó.

Nacido Huynh Cong Ut en Long An, en el delta del Mekong, al sur de Vietnam, Ut tenía 15 años de edad cuando su hermano, Huynh Thanh My -un actor que había dejado la industria del cine para trabajar como fotógrafo de AP- murió al ser alcanzado por una bala del Viet Cong, en 1965. Después de su funeral, Ut se presentó en la oficina de AP en Saigón e intentó conseguir un empleo.

“Los jefes no sabían qué hacer con él. Pensaban que la guerra ya se había llevado a un muchacho de esa familia; no querían arriesgar a otro”, recuerda Peter Arnett, el famoso periodista y corresponsal extranjero que ganó un Pulitzer por su cobertura en Vietnam. “Le dijeron que volviera con sus familiares. Pero él decía: ‘No. AP es mi familia ahora’”.

Ut comenzó su carrera como fotógrafo, con ayuda de su cuñada -ya fallecida- en el cuarto oscuro. El día que tomó la fatídica foto se habían desatado intensos combates y bombardeos en Trang Bang. Ut pensó que no había sobrevivientes hasta que vio a los aldeanos -entre ellos un grupo de niños-, corriendo delante de una bola de fuego. Estaban histéricos. Mientras se agachaba con su cámara, una abuela sostenía a un bebé fallecido.

Entonces vio a la chica. “Oh, Dios mío. ¿Qué habrá pasado con ella?”, pensó Ut, entre cada ‘clic’ de su cámara Leica. Usando la tercera persona, como es común en Vietnam, dijo. “Nick vio que su piel se desprendía y se detuvo. No quería que ella también muriera”. Entonces, bajó su equipo y vertió agua sobre la pequeña, Kim Phuc Phan. Ella gritaba: “Nong qua. Nong qua”; está muy caliente, muy caliente. Su tío le rogó a Ut que la llevara a ella y a algunos otros niños al hospital. Él obedeció, luego corrió a la oficina para revelar las fotos que correrían por el mundo en menos de 24 horas.

Su hermano le había dicho que las imágenes tenían el poder de transformar los corazones y las mentes. La imagen de la “niña con napalm” acrecentó la intolerancia del público ante una guerra que ya era profundamente impopular en los EE.UU. En abril de 1975, Saigón cayó y la AP transfirió a Ut -herido tres veces durante la guerra, incluso en su estómago- a Tokio. En Japón, mantuvo un bajo perfil. La foto que había tomado era famosa, pero él no.

Dos años después, llegó a L.A. La agencia AP le había dado opciones: Washington, D.C., o el sur de California. “Mi sueño es trabajar en Hollywood”, le dijo a sus editores, inspirado una vez más por su hermano. “Conoceré a las celebridades; al Sr. Beatty, al Sr. Brando” pensaba. Sus editores le dijeron: “Nick, olvídate del trabajo. Ven a mi casa a almorzar”.

Años después se reconectó con Kim Phuc, quien recorrió el mundo para recibir atención médica y logró desertar de Vietnam durante su viaje de bodas en Canadá. Ut comenzó a documentar su nueva vida: su matrimonio, su maternidad. El fotógrafo recorrió el mundo con la mujer que es ahora una embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas.

Nick Ut está orgulloso de la foto que lo puso en el mapa del mundo, pero no puede evitar la sensación de ambivalencia, de vez en cuando, acerca de la gran sombra que ésta proyectó sobre todo el resto de su obra como reportero gráfico, incluyendo su trabajo de los Juegos Olímpicos y de la Maratón de L.A. De todas formas, está agradecido. “La imagen de Kim me sigue haciendo famoso”, dice.

Phuc, por su parte, aseguró este verano, en una gala del Los Angeles Press Club: “Esa fotografía es más poderosa que las bombas”, al presentar el premio concedido a su “tío Ut”. “Sólo se necesita una imagen para sentirse realizado”, agregó después, en una entrevista telefónica desde su casa, cerca de Ontario, Canadá. “Hay que tener presente que los recuerdos son eternos”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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