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EDITORIAL: Una mirada a la vergonzosa postura del LA Times sobre el confinamiento japonés en los EEUU, 75 años después

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Hace 75 años, el presidente Franklin Roosevelt firmaba la Orden Ejecutiva 9066, que declaraba partes de los Estados Unidos como zonas militares, de las cuales ciertos grupos de personas podrían ser “excluidos” por razones de seguridad. El decreto preparó el terreno para la reubicación y el confinamiento, al mes siguiente, de 120,000 personas de origen japonés, la mayoría de ellas ciudadanos estadounidenses que vivían en la costa oeste.

Para nuestra eterna vergüenza, a continuación algunas citas de la página editorial de The Times en ese momento:

“Esto es la guerra. Y, en tiempos de guerra, preservar la nación se convierte en el deber mayor. Todo debe subordinarse a eso. Se deben tomar todas las precauciones necesarias para garantizar la seguridad razonable frente a espías y saboteadores, para que nuestras fuerzas armadas puedan funcionar adecuadamente y nuestra maquinaria industrial pueda trabajar libre de todo peligro”.

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“Ha llegado el momento de comprender que los rigores de la guerra exigen la detención debida de los japoneses y su inmediata remoción de los lugares peligrosos. No es una tarea agradable, pero debe hacerse ahora. No hay alternativa segura”.

Aproximadamente un año después, cuando algunas personas pedían la liberación de los confinados, The Times dijo lo siguiente: “Como raza, los japoneses han creado un récord de traiciones sin precedentes en la historia. Cualquiera sean las pequeñas ventajas teóricas de liberar a los confinados en este país, son enormemente compensadas por los riesgos que ello conlleva”.

Eran otros tiempos, y otro Times. Este periódico ha cambiado radicalmente su postura desde entonces. No sólo algunos de nuestros razonamientos eran explícitamente racistas, sino que en nuestro intento desesperado por parecer racionales -supuestamente al equilibrar los imperativos gemelos de la seguridad y la libertad en medio de la Segunda Guerra Mundial- exagerábamos la gravedad de la amenaza sin reconocer el significado de revocar los derechos más básicos de los ciudadanos estadounidenses, basándonos únicamente en su origen.

En la década de 1980, la Comisión de Reubicación en Guerra y Confinamiento de Civiles halló que no había existido ninguna justificación militar para la exclusión y señaló que ningún japonés estadounidense había sido condenado por espionaje o sabotaje. La reclusión había sido “una grave injusticia”, concluyó la comisión parlamentaria.

Korematsu vs. los EE.UU., el fallo de la Corte Suprema -de 1944- que ratificó la Orden Ejecutiva 9066 como constitucional, jamás fue anulado oficialmente, pero es ampliamente considerado odioso y desacreditado, y en 1988 el presidente Clinton otorgó al demandante, Fred Korematsu, la Medalla Presidencial de la Libertad.

El decreto original, firmado por el presidente Roosevelt y muchos otros funcionarios del momento, se exhibe actualmente en una muestra llamada “Instructions to All Persons: Reflections on Executive Order 9066” (Órdenes para todas las personas: reflexión acerca de la Orden Ejecutiva 9066), en el Museo Nacional Japonés Estadounidense de Little Tokio.

Cosas extrañas ocurren en tiempos turbulentos, de histeria y furia populista. Considerando las palabras que este medio publicó en 1942, el 75º aniversario de éstas marca un momento para que el consejo editorial de The Times ejerza cierta humildad y reflexione respecto de cómo abordamos nuestra postura sobre los apasionados temas cotidianos. La conclusión es obvia: incluso en momentos de estrés y temor, necesitamos mantener un firme control sobre nuestros valores centrales y principios fundamentales.

Para los estadounidenses en general, el maltrato infligido a las inocentes personas japonesas y a los japoneses estadounidenses (así como a miles de alemanes e italianos) durante la guerra es particularmente relevante, mientras un nuevo gobierno en Washington alimenta el temor de un aumento del racismo y la xenofobia, y rechaza el humanitarismo y el internacionalismo en pos del aislamiento y la política de ‘los EE.UU. primero’.

La lección más simple y clara de la exclusión y el confinamiento es que está mal considerar poblaciones enteras como monolitos y atribuirle a todos los miembros de un grupo -sean japoneses, musulmanes, mexicanos, iraníes o estadounidenses- las características de unos pocos. Esa es la visión clave de aquellos que no discriminan.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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