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Un médico fingió su muerte y adoptó varias identidades para escapar de la justicia estadounidense

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Como se enfrentaba a cargos por fraude sanitario, Tigran Svadjian, un médico de Newport Beach, accedió a colaborar encubierto con los fiscales federales. Pero antes de hacerlo, les dijo, necesitaba visitar a su madre enferma, en Rusia.

El hombre jamás regresó. El día en que debía comparecer ante el tribunal, en 2002, los fiscales recibieron documentos de una morgue rusa que afirmaban que, unos días antes, en una calle de Moscú, Svadjian había muerto de neumonía.

Más de diez años pasaron antes de que los fiscales pidieran a un juez que rechace los cargos contra él. En 2013, descartaron la evidencia recogida.

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El caso criminal contra Svadjian había terminado. Su patrimonio se dividió entre los acreedores. Su esposa e hijos avanzaron con esfuerzos para reconstruir sus vidas. Luego, un día en julio, un hombre que viajaba con un falso pasaporte lituano aterrizó en Kiev.

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Svadjian comenzó su carrera como estudiante de medicina en Albert Einstein College of Medicine, en el Bronx. Era aún un estudiante cuando, a los 25 años, se casó con Emilya Badzhaksizyan en 1983.

Un año después tuvieron a su primer niño, Andre, en Nueva York. Después de la graduación de Svadjian, la joven familia se mudó al sur de California, donde su padre también era médico.

La pareja recibió a su primera hija, Alexandra, en 1986. Poco después, Svadjian, nativo de Armenia, inauguró su primer consultorio y se amplió a dos ubicaciones, en el condado de Orange.

Luego, en 1998, Svadjian tomó una decisión fatídica. Le compró Southwest Medical Group a un hombre atrapado en una investigación federal por fraude médico, según los registros judiciales. El hombre también estaba sospechado de tener lazos con el crimen organizado armenio y ruso.

Según se suponía, este hombre y decenas de médicos habían sobrefacturado al gobierno por lo menos $13 millones en concepto de exámenes médicos y otros procedimientos en sus oficinas de Burbank, Ventura y San Francisco, tal como muestran noticias de la época. Svadjian le dijo más tarde a los investigadores que no estaba involucrado, según los archivos de la corte.

Pero para 2002, el enfoque del gobierno estaba puesto en él de todas formas. Según una carta que el Departamento de Salud y Servicios Humanos del estado le envió a Svadjian ese mismo año, una auditoría de 14 meses realizada en sus consultorios de Fresno y Los Ángeles había revelado que se había sobrefacturado a California más de $1.9 millones en tratamientos de pacientes con seguro estatal.

La misiva afirmaba que Svadjian había proporcionado sólo 13 de 200 expedientes médicos que el estado había solicitado como parte de la investigación, y que no podía dar cuenta del 94% de los servicios que supuestamente había realizado. Algunos de los pacientes que él había ‘tratado’ estaban muertos, afirmaron las autoridades.

Eventualmente, los fiscales hicieron una oferta a Svadjian, conforme una declaración jurada del FBI registrada este verano: si él se volvía un informante y grababa a quienes habían conspirado junto con él, su caso se mantendría confidencial y probablemente se reducirían los cargos.

Svadjian accedió y abordó el vuelo a Rusia. Su abogado aseguró a los fiscales que estaría de regreso a finales de octubre. Pero el último día de ese mes, el letrado en L.A. envió a los fiscales federales en Sacramento un fax, donde incluía un Informe de Fallecimiento de un Ciudadano Estadounidense en el Extranjero, de la Embajada de los EE.UU. en Moscú. Svadjian había muerto 11 días antes, en la calle Barklaya, informaba el documento. Sus restos habían sido cremados y entregados a su madre, Margarita Petrosova.

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La ciudad egipcia de Hurghada había florecido, pasando a ser una tranquila villa de pescadores a lo largo del Mar Rojo a un balneario que atrae a turistas con sus hoteles inmaculados y su encantadora vida nocturna.

Fue allí, a finales de 2002, que Vasily Petrosov encontró un hogar y comenzó a ganarse la vida como instructor de buceo a tiempo parcial. También se enamoró de una mujer de Sochi, Rusia, una ciudad turística en la costa del Mar Negro.

En 2012, la pareja tuvo a su primer hijo, un varón. Las cosas marchaban bien para ellos y, al final de ese año, esperaban a su segundo hijo. Pero el embarazo fue difícil y requirió de una cesárea. La mujer de Petrosov regresó a su ciudad natal, donde la atención médica era mejor. Allí lo esperaría a él.

Petrosov no tenía pasaporte. El que tenía era falso, y las autoridades lo descubrieron cuando había intentado renovarlo en Rusia, años antes. Petrosov contactó a un amigo lituano en Hurghada y compró otro pasaporte falso.

Petrosov se convirtió en Viktoras Cajevkis, un lituano.

Armado con su pasaporte y otros documentos, Cajevkis salió hacia Rusia, con una parada en Ucrania. Pero las autoridades en Kiev pronto se dieron cuenta de que su pasaporte era fraudulento y lo enviaron de regreso a Hurghada, donde la policía egipcia lo arrestó el 31 de julio. Decididos a averiguar quién era realmente, registraron su apartamento, donde hallaron un pasaporte ruso con el nombre de Petrosov. También hallaron un pasaporte estadounidense cancelado, con otro nombre: Tigran Svadjian.

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Mientras Svadjian estuvo desaparecido, su padre en California fue diagnosticado con cáncer de próstata y murió. Su hija se casó y tuvo un bebé. Su esposa, Emilya, pasó años en la corte luchando contra los acreedores que buscaban liquidar los activos familiares para pagar los millones de la deuda.

Algunos de los familiares de Svadjian sabían que no había muerto, sostiene la declaración jurada. Su madre lo visitó varias veces en Egipto y él le dijo a los investigadores que había hablado con su padre por teléfono antes de desaparecer, aunque nunca más volvieron a verse.

Pero no está claro si su esposa e hijos sabían su secreto, según una declaración fiscal. Cuando fue contactada por un reportero de este medio, Emilya Svadjian señaló que se sorprendió al descubrir que su exmarido no estaba muerto.

“¿Cómo cree que me siento? Me dieron un certificado de defunción, sus cenizas”, afirmó durante una breve entrevista telefónica. “Es devastador; no puedo hablar de ello”.

Greta Flate, cuyo esposo representó a Emilya Svadjian para manejar su último testamento, se sorprendió al saber que Tigran Svadjian estaba vivo. “¿Qué? ¿Qué? Eso es una locura”, afirmó. “Nunca hicimos ninguna pregunta”.

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El lunes 1 de agosto pasado, la policía egipcia notificó a la Embajada de los EE.UU. en El Cairo que posiblemente tenían a un ciudadano estadounidense preso. A última hora en la noche del jueves, la policía egipcia acompañó a cuatro representantes de la embajada -un agente especial del FBI, un agente de seguridad diplomática, un funcionario de Servicios del Ciudadano Estadounidense y un investigador del Servicio Exterior- a la comisaría de Hurghada para entrevistar a su hombre misterioso.

Todos ellos le dijeron al hombre que tenía derecho a un abogado. Él rechazó la oferta y aceptó cooperar. Así, tomaron sus huellas dactilares y las enviaron a la División de Servicios de Investigación de Justicia Criminal del FBI, en West Virginia. Pero según los archivos de la corte, Svadjian admitió quién era y les entregó su fecha real de nacimiento, su número de Seguro Social, y les mostró su certificado de naturalización de los EE.UU.

Luego, según la declaración del FBI, desentrañó para ellos la historia de cómo permaneció escondido durante tanto tiempo: mientras estaba en el extranjero, en octubre de 2002, Svadjian conoció a un policía ruso en una fiesta quien le dijo que “por una tarifa de servicio” podía fingir su muerte. Svadjian aceptó y pagó $200 por el privilegio de estar muerto, cortesía de documentos falsificados de un depósito de cadáveres, en Moscú.

A continuación obtuvo un pasaporte ruso bajo el nombre de Vasily Petrosov, cuya fecha de nacimiento era en febrero de 1961. Svadjian dijo a sus interrogadores que el seudónimo era un antiguo apellido de su familia y que la fecha de cumpleaños pertenecía a uno de sus primos. Después se mudó a Egipto, el país del cual su padre era ciudadano, y las autoridades en ese momento no revisaron sus documentos. Él solicitó la ciudadanía allí, pero nunca la consiguió.

En su caso original, Svadjian enfrentaba hasta diez años de prisión, pero los cargos prescribían a los cinco años. No queda claro si la prescripción fue suspendida luego de su desaparición.

Además, las autoridades federales descartaron la evidencia en su contra al pensar que estaba muerto. Los fiscales señalaron que la evidencia de casos antiguos a menudo se guarda en un archivo, pero no sabían exactamente qué había ocurrido con la de este caso.

Aunque Svadjian permanece en una celda federal en el centro de L.A., se enfrenta únicamente a un cargo de viaje ilegal para evitar su enjuiciamiento, que tiene una pena máxima de cinco años -la mitad de lo que enfrentaba antes de desaparecer-. Los fiscales señalaron que esperan llegar a un acuerdo con él a mediados de noviembre, y no reflotarán los cargos de fraude antiguos ni los mucho más serios cargos de Medi-Cal.

Cuando fue atrapado, afirman las autoridades, Svadjian tenía $2,000 en efectivo y $10,000 en una cuenta bancaria de Egipto. Su nueva mujer tenía $260,000 en sus cuentas, pero él no podía acceder a éstas, señaló el FBI.

Mientras estaba en el extranjero, el Departamento de Salud y Servicios Humanos del estado intentó obtener su casa familiar, en un vecindario cerrado de Newport Beach.

El estado renunció a su lucha en 2005 y, un año después, Emilya Svadjian dividió los $63,000 de su ex marido en activos entre la familia. Su reclamo ante el seguro de vida fue rechazado. Pero el FBI asegura que logró vaciar una cuenta bancaria en Suiza donde Svadjian guardaba $3 millones de dólares.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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