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Trump aprobó los oleoductos para poner ‘a los EEUU primero’, ¿pero será así? (análisis)

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Dos proyectos multimillonarios de oleoductos reavivados por un decreto del presidente Trump crearían menos de 100 puestos de trabajo permanentes.

Le costó al presidente Obama la mayor parte de sus dos mandatos decidir rechazar el oleoducto Keystone XL. Su gobierno luchó abiertamente durante meses antes de concluir que buscaría rutas alternativas para el oleoducto Dakota Access. En cambio, el presidente Trump necesitó sólo cinco días en el puesto para comenzar a revertir ambas decisiones.

Two multi-billion-dollar oil pipeline projects revived by President Trump by executive order would create fewer than 100 permanent jobs.

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Cuando Obama anunció, en noviembre de 2015, el rechazo de Keystone XL, que habría transportado petróleo desde las arenas bituminosas de Canadá hasta un oleoducto existente en los EE.UU., las reuniones internacionales que darían lugar al histórico acuerdo climático de París estaban a pocas semanas de realizarse. El expresidente dejó en claro que estaba preocupado por su legado ambiental y por el futuro del mundo.

“Los EE.UU. son ahora un líder global cuando se trata de tomar acciones serias para luchar contra el cambio climático”, señaló Obama en ese momento. “Y, francamente, aprobar este proyecto habría socavado ese liderazgo mundial”.

Cuando Trump anunció este martes sus decretos para intentar reavivar Keystone XL, que se extenderá desde el norte de Alberta hasta Nebraska, así como el oleoducto Dakota Access, que recorrerá Dakota del Norte y del Sur, Iowa e Illinois, no habló de cambio climático o de liderazgo ambiental. Entre sus razones para hacerlo, le dijo a los periodistas que ello generaría: “un montón de puestos de trabajo”.

La importancia de la decisión de cualquiera de los mandatarios está abierta a debate. Tanto los impactos económicos como los ambientales han sido ampliamente exagerados algunas veces. Los expertos señalan que los proyectos de tuberías individuales rara vez crean muchos empleos a largo plazo. Tampoco, como proyectos independientes, aumentan o limitan significativamente el cambio climático.

Sin embargo, ambos hombres entienden el poder del simbolismo, y los movimientos de Trump este martes dejaron claro que los días en que los funcionarios del gobierno sopesaban si un proyecto nacional de energía servía al bien ambiental global han llegado a su fin. El decreto de Trump dijo claramente y en voz alta: “Los EE.UU. primero”.

“Creo que la construcción y operación de la infraestructura legalmente permitida de gasoductos sirven al interés nacional”, escribió el mandatario en un memorándum donde instruyó al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE.UU. considerar la concesión del permiso final para la finalización del oleoducto Dakota Access, de 1,170 millas.

Entre los problemas con el señalamiento de Keystone XL como un proyecto al servicio de los intereses del país está el hecho de que fue propuesto por una compañía canadiense, TransCanada, y que transportaría petróleo canadiense hacia y por los Estados Unidos, para ser exportado en parte al extranjero.

Trump dio el visto bueno a ello al instruir al secretario de comercio para que asegure que todos los nuevos proyectos de oleoductos importantes “empleen materiales y equipos producidos en los EE.UU., en la máxima medida posible y permitida por la ley”.

El uso del acero estadounidense surgió como tema este lunes, cuando Trump se reunió con varios líderes sindicales y manufactureros. Un día después, algunos de esos grupos elogiaron los decretos de Trump acerca de los oleoductos, aunque señalaron que no estaban seguros de cómo continuaría el tema. También describieron los movimientos en términos de más trabajos para los estadounidenses, sin manifestar nada respecto del petróleo canadiense ni del cambio climático global.

“Para nosotros, esto es un claro símbolo de que los EE.UU. están de nuevo listos para hacer negocios”, afirmó Ross Eisenberg, vicepresidente de energía y recursos de la Asociación Nacional de Fabricantes. “Es la señal que los fabricantes han estado esperando en temas de energía y otros”.

Los manifestantes nativos estadounidenses que lideraron la oposición al oleoducto Dakota Access en Dakota del Norte prometieron este martes continuar su lucha contra la construcción. Y, mientras que el gobierno canadiense y TransCanada elogiaron la decisión con respecto a Keystone XL, el proyecto aún enfrenta desafíos a nivel estatal, si TransCanada vuelve a solicitar construirlo.

“Tan pronto como lo intenten, presentaremos la misma demanda”, remarcó Jane Kleeb, presidente de Bold Alliance, un grupo ambientalista con sede en Nebraska, donde los dueños demandaron para detener la expropiación de propiedades para el oleoducto.

Es fácil olvidar que ambos proyectos alguna vez se sometieron a la aprobación, en diferentes instancias del gobierno de Obama, y que el exmandatario se jactó alguna vez de la tasa en la cual su administración había aprobado oleoductos. Pero todo ello ocurrió antes de que estos proyectos se convirtieran en un sinónimo internacional de la extracción de combustibles fósiles y del cambio climático.

Brigham McCown, quien dirigió la Administración de Seguridad de Materiales Peligrosos bajo la administración del presidente George W. Bush, le dijo a los reporteros este martes que, aunque la nación posee 2.6 millones de millas de oleoductos y gasoductos, se necesitan más.

“Quizás no hemos hecho el mejor trabajo explicando por qué es preciso tener más tuberías y otras infraestructuras energéticas”, resaltó en una conferencia telefónica, organizada por partidarios del Dakota Access. “Muchos consumidores de gas y electricidad todavía no entienden cómo llega la energía. Tenemos que hacerles entender que el sistema no puede darse por sentado”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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