Anuncio

La atemorizada espera de muchos pacientes por los cambios al sistema de salud

His private practice has changed over the years but Dr Juan Montes still believes in providing good personal care to his patients.

Share

Su consultorio privado ha cambiado con los años, pero el Dr. Juan Montes sigue creyendo en brindar un buen cuidado personal a sus pacientes.

El Dr. Juan Z. Montes recuerda la oleada de pacientes que comenzó a recibir hace dos años. “No podíamos atenderlos a todos”, comenta, en referencia a esas nuevas personas que empezaron a visitar sus cuatro clínicas en el sur de California después de haber obtenido un seguro médico gracias a la Ley de Cuidados de Salud Asequibles.

Montes, de 67 años, quien trabaja en L.A. hace cuatro décadas, estima que su carga de pacientes se incrementó en aproximadamente un 20%. Muchos de ellos habían pasado años sin seguro y no podían pagar por las consultas médicas, por lo cual sus problemas de salud habían avanzado. Montes comentó acerca de un hombre, de aproximadamente 50 años, quien tenía “un bulto del tamaño de una naranja” en el lado izquierdo de su cuello.

Anuncio

Resultó ser cáncer. El hombre también sufría de hipertensión y era prediabético. Montes lo envió a un especialista para el tumor, y el paciente ahora está libre de cáncer. Sus otros problemas médicos se encuentran estabilizados.

Visité a Montes el jueves pasado, en su clínica de Inglewood, que abrió sus puertas en 1982. En aquellos días, dijo, la mayoría de sus pacientes tenían cobertura médica mediante sus empleadores; muchos de ellos vinculados con las compañías aéreas. Ahora, la gran parte de ellos están en Medi-Cal o cubiertos por una combinación de éste con Medicare.

Si la reforma sanitaria respaldada por el presidente Trump y aprobada por la Cámara se convirtiera en ley, muchas de estas personas se verían fuertemente afectadas.

‘Todas las personas que conozco están preocupadas’

“Estoy muy asustada”, afirmó Sandra González, de 60 años, quien trabaja como pintura en el pequeño negocio de construcción de su esposo. González, quien visitó la clínica a raíz de su artritis, obtuvo cobertura de Medi-Cal hace dos años, después de no tener seguro alguno durante mucho tiempo. Su esposo también tiene Medi-Cal, y la mujer está preocupada por él, quien está perdiendo su vista a causa de la diabetes. “No sé qué haríamos en caso de perder el seguro”, afirmó. “Todas las personas que conozco están preocupadas. Familias con niños, ancianos, todos”.

Otro paciente de Montes, el excamionero jubilado Jesús Villalobos, tiene Medicare y Medi-Cal. Ha tenido cirugías de reemplazo de sus dos rodillas, operaciones en sus hombros, y este jueves llegó a la clínica para un análisis de sangre. “Trump está haciendo esto”, sugirió el hombre, porque “nunca ha experimentado las dificultades de los trabajadores. Si él estuviera en nuestros zapatos, lo entendería y trataría de no eliminar estas cosas”.

En realidad, no está claro con exactitud qué ocurrirá con la reforma de salud, porque el Senado no ha revisado todavía el nuevo proyecto con estetoscopio y escalpelo.

Lo que sí está claro es que el plan de la Cámara, que Trump respalda, pisotea la promesa clave de la campaña: un mejor y más económico sistema de asistencia médica para todos. “Es ridículo”, afirmó Montes. “No hay forma de cubrir a todo el mundo y tener un sistema menos costoso”.

Peor el remedio que la enfermedad

La semana pasada, la Oficina de Presupuesto del Congreso afirmó que el plan de la Cámara dejaría a 23 millones de personas sin asistencia durante la próxima década, aumentaría los deducibles y reduciría la cobertura de algunos. Esto sería especialmente complejo para muchas personas mayores, para los más enfermos y más pobres, y afectaría a Medicaid a pesar de la promesa de Trump de que no tocaría dicho programa. En tanto, habría unas cuantas ventajas fiscales para los ricos.

Obamacare tenía sus propias miserias, y el expresidente estaba desinformado o ajeno a la opinión pública cuando dijo que las familias verían recortes en sus primas y que nadie a quien le gustara su plan se vería obligado a cambiarlo. No obstante, los costos de algunos ayudaron a financiar beneficios para millones de otros que anteriormente no tenían seguro,

Sólo en California, los fondos federales ayudaron a agregar 3.8 millones de personas a la ampliación de Medi-Cal. Si eso se reduce, el estado podría pagar para mantener la cobertura activa, pero ello significaría de todas formas recortes de otras cuestiones. “Espero que intenten mejorarlo en lugar de desmantelarlo por completo”, afirmó Montes acerca de Obamacare. La suya no fue la única revisión negativa que escuché entre los médicos a los que he entrevistado en el pasado, y hasta por parte de Jim Cook -cuyo artículo acerca de su clínica comunitaria Antelope Valley Community Clinic fue publicado en marzo último y redactado por mi colega Soumya Karlamangla-.

“El Sr. Trump afirmó: ‘Nadie sabía lo complicado que era el cuidado de la salud’. En realidad… quienes hemos pasado 20, 30 años o más brindando atención médica sabemos muy bien lo complejo que el sistema es”, aseguró Cook, fundador de una clínica que atiende a 500 pacientes a diario. “El plan de la Cámara se trata de impugnar al expresidente Obama más que de reformar la asistencia médica”.

El Dr. Jonathan LoPresti, médico del L.A. County-USC Medical Center a quien entrevisté en marzo, me envió un largo análisis de la actual “reforma”. “Podría haber una carga adicional para el contribuyente”, dijo, “si los pacientes sin seguro y con enfermedades avanzadas acuden en mayor número a los hospitales públicos gracias a la falta de cuidados regulares”. También habría un costo, remarcó, para los pacientes asegurados que pagarían menos pero obtendrían también menos cuidados en el marco del nuevo plan, y tendrían mayores deducibles. “Los pacientes no irán al médico para controles de rutina porque los costos serán prohibitivos. Por ello veo personas que llegan a la sala de emergencias para el tratamiento de cuestiones médicas comunes, así como otras con enfermedades avanzadas que hubieran sido prevenibles”, resaltó LoPresti.

El Dr. Gene Dorio, médico de Santa Clarita de quien también he escrito en el pasado, se hizo eco de ese pensamiento y dijo que los hospitales deberán absorber el costo de las personas no aseguradas que visiten la sala de emergencias. “Una década atrás, eso llevó a muchos centros médicos a la bancarrota”, aseguró. “Creo que Trumpcare hará lo mismo”.

Apenas Montes terminó con sus citas matinales, donde atendió a una docena de pacientes, le pregunté cómo había optado por la medicina. Me contó que nació en México de una madre estadounidense y un padre mexicano, quienes viajaban frecuentemente a este país en el programa bracero. La familia se mudó definitivamente al norte cuando Montes tenía seis años, y ambos padres trabajaban en la industria de los cítricos, en Santa Paula, donde criaron a cinco hijos. Todos ellos se convirtieron en profesionales; tres de los hermanos son médicos.

Montes obtuvo un título de ingeniero en UCLA, pero decidió que prefería ayudar a las comunidades pobres como doctor. Así, se inscribió en la facultad de medicina de Harvard e hizo su residencia en UCLA. Junto con su hermano Alejandro, pediatra, abrieron la primera de sus cuatro clínicas en 1981.

La semana pasada, Montes comenzó a hablar con un paciente acerca de si la atención médica debe ser considerada un derecho o un privilegio. El doctor argumentó que es insalubre para la gente preocuparse por no tener un plan de cuidados básicos de rutina, simplemente porque no pueden costearlo. “El caballero me dijo: ‘Sabe, creo que todos pagamos algo’”, narró Montes. “Todos pagamos de una forma u otra. Si no tenemos estos servicios, pagamos con el dolor y el sufrimiento”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

Anuncio