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Quieren legalizar el divorcio en el único país donde está prohibido, además del Vaticano

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¿Qué haces cuando te encuentras en un matrimonio infeliz, pero vives en un país donde no existe el divorcio?

Te vas a Facebook con la esperanza de encontrar a otros como tú.

“No tenía a nadie con quien hablar”, dijo Maviv Millora, de 45 años. “Estaba segura que había otras como yo que deseaban que existiera el divorcio en Filipinas, solo que las quería encontrar”.

Después de haber estado casada por más de 20 años, Millora se separó de su esposo desde el 2011. Desde entonces, su vida ha sido un ciclo vicioso de sobrevivencia. Ella mantiene a sus dos hijos más chicos de los cuatro que tiene, con su sueldo como maestra de inglés; pero no puede pedir ayuda financiera para sus hijos porque tánicamente está casada, no obstante, no podría pagar los costos legales de un abogado para separarse.

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En la internet, ella encontró defensores del divorcio en su país, un grupo de más de cinco mil personas en Facebook. Desde entonces, el grupo se ha establecido como dos organizaciones en pro del divorcio: Filipinas pro-divorcio y Divorcio para Filipinas Ahora e Internacional.

Algunos miembros estaban deprimidos y querían hablar; algunos estaban enojados y solo querían hablar; otros solo querían un consejo legal sin tener que ir con un abogado que cobraría por hora – pero lo que todos querían era la legalización del divorcio.

En este país muy devoto al catolicismo con puntos de vista muy conservadores sobre la familia y el matrimonio, Millora y otras como ella se esperaba que escondieran cualquier fisura en su relación y simplemente sufrieran en silencio.

Este mes, Millora, (quien es ahora secretaria general de los Defensores del Divorcio en Filipinas) y otros miembros dijeron que ya estaban cansados de guardar silencio. Juntos, con sus seguidores, llevaron el movimiento al Congreso de Filipinas.

Con un puño en el aire y con la otra mano hondeando una bandera pequeña, cada uno de ellos gritó: “¡Ya es tiempo de legalizar el divorcio en Filipinas!

La marcha había sido programada para que coincidiera con la presentación del proyecto de ley para legalizar el divorcio en el país, emitido por la red nacional comunitaria y defensora del aborto y los temas de la mujer: Gabriela Women’s Partylist. No obstante, es la quinta vez que la propuesta de ley llega al Congreso desde el 2005.

Un representante de la organización Gabriela, Emmie de Jesús, expresó optimismo y espera que en esta ocasión el proyecto reciba más apoyo de los legisladores.

“Esta es la primera vez que las partes interesadas han salido a hacer su voz escuchar. Anteriormente el tema del divorcio había sido minimizado por los legisladores masculinos y era visto como un problema de las mujeres amargadas y abandonadas por sus esposos”, dijo De Jesús.

El país de Filipinas tiene la distinción de ser uno de los dos lugares en el mundo donde el divorcio es ilegal. El otro lugar es el Vaticano.

Bajo la ley de Filipinas, dos personas que quieren disolver su matrimonio pueden someter una solicitud de una separación legal, el cual les permitiría separar sus posesiones y vivir aparte. Sin embargo, no eliminaría el vínculo matrimonial.

Hay excepciones en la ley que permite el divorcio a los forasteros o extranjeros, quienes estén casados con filipinos, y para el 5% de la población musulmana.

Para el resto de la población , la única forma de separarse legalmente es la anulación del matrimonio –un proceso agonizante que es emocionalmente y financieramente agotador.

Una anulación termina el matrimonio, pero a diferencia del divorcio, los solicitantes deben de probar que el matrimonio nunca fue valido, desde el inicio. Entre los argumentos aceptados están que la esposa y el poso se casaron cuando eran menores de edad, o que hubo un caso de identidad equivocada o fraude. Otra forma, es que la persona que solicite el divorcio pruebe que su esposa o esposo está ‘incapacitada emocionalmente’ para ejercer las tareas dentro del matrimonio. Este motivo debe de ser respaldado con evaluaciones sicológicas.

Las razones que generalmente podrían ser aceptadas para una separación legal en otros países como la infidelidad, el abuso físico y “diferencias irreconciliables” no son suficientes en una anulación.

Toma aproximadamente unos cuatro años –algunas veces más tiempo- para que se ventile en el congestionado sistema judicial un caso de anulación; pero incluso, en algunos casos, las peticiones de anulación son rechazadas.

Aquellos que están desesperados por su libertad, en ocasiones tiene que pagar honorarios al juez conocidos como “gastos profesionales” para asegurar una decisión a su favor.

Las anulaciones se han convertido en un negocio muy lucrativo para los jueces, que las cortes se han ganado la reputación de una fábrica de anulaciones donde se manufacturan las decisiones a granel, cambiando solo los nombres de los peticionarios que hacen frente a la demanda.

“La corrupción de las anulaciones en las cortes está muy generalizada”, dijo Noel Segovia, fiscal con gran experiencia de la oficina general donde solicitan las anulaciones. “Es como un cáncer”.

Sin sobornos, los honorarios asociados con las anulaciones alcanzan los cinco mil dólares; pero si se agrega el dinero para acelerar el caso, expertos mencionan, el total podría alcanzar hasta los 10,000 dólares, muy lejos del alcance del filipino promedio que gana alrededor de $300 al mes.

Las anulaciones y segundas oportunidades se han convertido en un recursos utilizado solo para los ricos o gente de dinero; mientras que la gente pobre o de la clase baja, quedan a la deriva y sin muchas opciones que permanecer en un mal matrimonio.

“No estamos contra los matrimonios buenos”, dijo Cecil Jueco, administradora de la organización Divorcio para Filipinas Ahora Internacional. “Si no estás a favor del divorcio, entonces no te divorcies. Gracias a Dios tienes una vida feliz en tu matrimonio; pero por favor, entiendan la situación de la gente que está sufriendo en sus actuales matrimonios. Todos los filipinos deberíamos tener el derecho de divorciarnos”.

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