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Para el zodíaco chino, el 20 de enero no es un buen día para inaugurar nada

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En una calle sombría, dentro de las murallas de la antigua ciudad de Pekín, Chen Yi predice los destinos de las almas en conflicto. También recibe a visitantes dentro de su tienda, para medir el grado auspicioso de una jornada que muchos en China han comenzado a temer: el día de la investidura de Donald Trump como presidente.

El calendario astrológico chino, que dispensa una guía diaria de vida, advierte contra el inicio de un negocio o lanzamiento de un “viaje inaugural” este 20 de enero, justo cuando Trump se embarcará en su nueva misión.

Pero el tema es más complicado que eso. El juramento en Washington cae a la 1 a.m. del día siguiente en China, que tiene una perspectiva mucho mejor. Así que los supersticiosos o curiosos recurren a expertos, una hilera de adivinos barbudos que rodean las puertas multicolores del Templo de Yonghe -o Templo Lama-, la más famosa reliquia budista de Pekín. Sus minúsculas tiendas huelen a incienso fuerte y requieren el calor de un abrigo.

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Varios adivinos saludan y advierten que el pedido de un pronóstico para la ceremonia de toma de posesión es ‘muy político’. Pero también está Chen, un hombre de mediana edad, con gafas y barba suave. Desde su tienda se observan a guías que agitan banderas y turistas obedientes, que marchan hacia el Imperial College, donde los mejores académicos estudiaron durante tres dinastías. Los coches avanzan casi pegados, y tocan sus bocinas como si el ruido disolviera el atasco perpetuo.

El veterano pronosticador muestra dos taburetes para sentarse. Cuando se le pregunta acerca del éxito de la investidura y qué significará el nuevo líder para el mundo, Chen sugiere tomar un palillo de madera de un contenedor, e interpreta la escritura que éste contiene usando un grueso libro de referencias. Crecen la ansiedad y la espera. Pequeñas bolas de cristal brillan entre los estantes en la pared. Más espera. “Hay peligro al comienzo”, dice, con sus ojos clavados en el manual. “Pero habrá suerte más tarde”.

Los chinos toman en serio sus supersticiones. Este es el país que creó el feng shui. Los edificios a menudo se orientan hacia cierta dirección para asegurar el flujo de energía positiva; los botones del elevador a veces saltan el cuarto piso porque la palabra que designa ‘cuarto’ suena parecida a ‘muerte’, las casas no se limpian en el Año Nuevo Lunar porque hacerlo podría barrer la buena suerte.

Estas creencias están envueltas en la tradición que se transmitió hace siglos, un remanente espiritual del pasado, reelaborado por el presente. Ellas van desde la lectura de la palma de la mano hasta la determinación del destino según los componentes del tiempo, como la hora de nacimiento. La adivinación, o suan ming, se traduce literalmente como “calcular el destino”.

Estos adivinos sirven como consultores de negocios y terapeutas, aunque los altavoces ubicados cerca del templo advierten siempre sobre los fraudes. Los chinos les pagan para escoger nombres afortunados para sus bebés, o fechas propicias para bodas y funerales. Algunos basan sus relaciones en el zodíaco chino, un sistema de clasificación calculado según el calendario lunar, que asigna a cada año uno de 12 animales posibles. Trump, nacido en 1946, es perro.

Cuando se trata del presidente entrante, los líderes de China podrían usar esta guía. Trump ha acusado a esta nación de inventar el cambio climático, robar empleos estadounidenses, manipular su moneda, “violar” a los EE.UU. y convertirse en “nuestro enemigo”. Recientemente amenazó con ignorar el principio de que Taiwán es parte de una China unida, la base de las relaciones diplomáticas entre Washington y Pekín.

Un periódico comunista advirtió aquí sobre “asuntos más espinosos” para China cuando Trump asuma el poder: “Su nueva administración está llena de escépticos comerciales con China; su nominado como secretario de estado acaba de comparar la construcción de una isla en el Mar del Sur de China con ‘la toma de Crimea a manos de Rusia’ y advirtió que los EE.UU. prohibirían a China acceder a ello”.

“Trump necesita cuidarse del pequeño hombre”, dijo Chen con tono sombrío. “En este caso, el pequeño hombre es Obama”. También advirtió que el presidente entrante podría divorciarse y volver a casarse, una predicción que no resulta de lo más audaz para un hombre que ya va por su tercer matrimonio.

“La gente hablará de su presidencia en el futuro”, continuó. “¿Qué dirán? Qué costó más de los $14 dólares (o $100 yuanes) que se pagan por una consulta” de este estilo.

Por el doble de ese monto, un adivino al otro lado de la calle escribió unos cuantos personajes y examinó un pequeño libro encuadernado en cuero. Se acarició la barbilla, miró fijamente el papel y se encogió de hombros. “No estarás presente en la ceremonia de investidura, así que deja ese día tranquilo”, expresó, antes de dedicarse nuevamente a su almuerzo de dumplings al vapor.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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