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Los ‘Milenios’ no son grandes consumidores, pero cambiarán la economía del país

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Son conocidos por rebotar entre un trabajo y otro, retrasar el matrimonio y encerrarse en los sótanos de sus padres.

Llamados recientemente “los hijos de la Gran Recesión” por la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, los millennials o ‘milenios’ son la población más educada y diversa en la historia de los EE.UU. También son, quizás, los más mimados; algunos dirían que son consentidos.

A medida que se convierten, este año, en el grupo demográfico más importante del país -cerca de 75 millones- los millennials se consolidan como la generación de mayor impacto desde los baby boomers.

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Su influencia comenzó a notarse lentamente, en gran parte debido a la inestabilidad económica que obligó a muchos a luchar para conseguir empleos bien remunerados y cargar con asombrosas deudas estudiantiles. Pero los millennials -adultos menores de 35 años de edad- serán quienes den forma a la economía en las próximas décadas. Ellos se han convertido en adultos en medio de la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, lo cual crea rasgos distintivos que podrían plantear desafíos para el crecimiento y la prosperidad futura de la nación.

Para empezar, los millennials no son grandes consumidores, al menos no en un sentido tradicional, y tienden a preferir las experiencias por sobre la compra de cosas y la acumulación de bienes. Para ellos, una impresionante selfie que capture un momento memorable es, en cierto sentido, tan envidiable como lo eran un nuevo auto o un reloj lujoso para sus padres.

Neil Howe, el economista y demógrafo que acuñó el nombre de la “generación del milenio” junto con el coautor William Strauss, lo ve como parte de una redefinición del consumo conspicuo de los EE.UU. En lugar de riquezas materiales, la generación del milenio alardea a través de sus viajes, aficiones e incluso comidas, que fotografían y luego publican en Facebook, Instagram y otras redes sociales.

“Si eres un entusiasta de la comida, o foodie, puedes salir y vivir alguna increíble experiencia gastronómica, y luego la puedes conservar como si se tratara de una cosa”, afirmó Howe. Los millennials son una de las razones por las cuales a los restaurantes les va bien y contratan a muchos empleados.

Dominick Ardis, de 29 años, es un ejemplo de su generación. Este año, en un impasse en medio de dos trabajos, el residente de Tallahassee, Florida, recaudó dinero entre sus familiares y amigos para sumergirse en sus estudios de hebreo durante el verano, en Middlebury College, Vermont. El año pasado hizo lo mismo para la clase de soplado de vidrio. Y antes de ello, tomó clases de canto. “La música es una experiencia tan emotiva y experimental”, afirma. Ardis está interesado en su carrera y también en ganar dinero; sólo que tiene otras cosas en la cabeza, como hacer un viaje a Cuba el año próximo.

Prioridades como esa podrían darle a Ardis y a sus coetáneos una vida más plena y equilibrada que, por ejemplo, la de los boomers, adictos al trabajo. Pero eso podría no ser una buena noticia para la economía de los EE.UU., impulsada por el gasto de los consumidores -que representa dos tercios del producto bruto interno de la nación-.

Los jóvenes estadounidenses son inusualmente optimistas, lo cual podría impulsar las compras -y el crecimiento económico- a medida que aumentan sus ingresos disponibles. Pero a menudo no tienen mucho dinero restante, porque la mayoría de éste se escurre en alquileres por las nubes y gastos educativos.

La baja tasa de adquisición de viviendas por parte de los adultos jóvenes ya se ha convertido en un factor de peso en el mercado inmobiliario. La tasa de propiedad de vivienda para los menores de 35 años cayó al mínimo de 34% este año, comparada con cerca del 40% que regía en las tres décadas anteriores. Por otra parte, hoy las personas se casan y tienen hijos más tarde, lo cual también repercute en la venta de casas. “No creo que puedan ponerse al día”, señaló John Burns, un consultor nacional de bienes raíces con sede en Irvine.

Tal como otros millennials, Summer Lollie está muy interesada en tener su propio hogar. Le gustaría contar con algo cerca de la casa de sus padres, en Mesquite, un suburbio de Dallas donde ella creció y donde vive actualmente. Pero esta organizadora de la comunidad, de 27 años de edad, no puede imaginar actualmente cómo podría ahorrar para un pago inicial y una hipoteca.

Mientras que los padres de Lollie nunca terminaron sus estudios superiores, ella se graduó en la Universidad Washington and Lee, una escuela reputada de Lexington, Virginia. Pero con una deuda estudiantil de más de $35,000 y el préstamo de su automóvil, se le hace difícil llegar a fin de mes. Por esa razón, la joven se mudó nuevamente con sus padres en abril de 2015, a quienes les paga una pequeña renta.

Sin embargo, no sólo es la economía el factor responsable de este fenómeno de ‘vivir con papá y mamá’. A Lollie no le incomoda el arreglo porque le gusta estar con sus padres -algo más común entre los millennials que en generaciones anteriores-. Los expertos piensan que refleja su crianza protectora y sus intercambios más frecuentes, gracias a la disponibilidad de mensajes de texto y redes sociales. “Tengo padres cariñosos aquí”, asegura la chica.

Otra diferencia clave con sus predecesores, en particular con la Generación X, es que los millennials no toman grandes riesgos. Eso parece especialmente cierto cuando se trata de iniciar negocios.

La tasa de creación de nuevas empresas es mayor hoy que hace 10 o 20 años para cada grupo etario importante, excepto para aquellos entre los 20 y los 34 años, según el más reciente estudio de iniciativa empresarial realizado por Kauffman Foundation.

El resultado es que la composición de la formación de nuevas empresas se ha desplazado aún más hacia los adultos mayores en los últimos años. Hace dos décadas, poco más del 34% de todos los nuevos emprendedores de los EE.UU. eran menores de 34 años de edad. Hoy, el número es del 25%.

“Esto podría ser realmente preocupante”, afirma Arnobio Moreli, un analista de investigación sénior en Kauffman. Las empresas jóvenes, o start-ups, representan el dinamismo de la economía. Las compañías nuevas y jóvenes han creado durante mucho tiempo la mayor parte de los nuevos empleos en los EE.UU., y son fundamentales para el crecimiento de la productividad también.

Moreli cree que algunos aspirantes a empresarios están siendo frenados por la pesada carga de sus deudas estudiantiles. No obstante, le resulta desconcertante que haya relativamente menos fervor empresarial entre los millennials, particularmente porque crecieron en una época en la cual gente como Mark Zuckerberg, fundador de Facebook -y millennial, con 32 años de edad- es reconocido en las escuelas de negocios y la cultura popular.

De hecho, sin embargo, no hay evidencia de que los adultos jóvenes hoy prefieran trabajar para grandes compañías que tomar la iniciativa en empresas recientes o formadas en sus propios garajes. En comparación con los boomers, los millennials están más interesados en tener el mismo trabajo la mayor parte de su vida, señaló Jean Twenge, psicóloga de la Universidad Estatal de San Diego y autora de “Generation Me” (Generación yo).

Su relativa aversión al riesgo puede tener que ver con el entorno protector que los padres y las escuelas crearon para ellos, donde se enfatizó la participación por sobre el triunfo. “Todo el mundo gana” de esa forma, señala Twenge. En parte debido a esos ‘mimos’, dice la autora, los millennials están más ensimismados que las generaciones anteriores, y son más narcisistas. Pero, a la vez, la investigación sugiere que los adultos jóvenes de hoy también están muy orientados hacia la comunidad.

En ese sentido, si los baby boomers fueron conocidos como la generación del yo, los millennials podrían definirse como la generación ‘del nosotros’. Las encuestas descubrieron que los millennials, si bien están menos interesados en la política tradicional, se preocupan profundamente por sus comunidades y se ofrecen como voluntarios mucho más que las generaciones anteriores de jóvenes. “Yo siento que el servicio público y comunitario está en su ADN”, afirmó John Della Volpe, director de sondeos en el Instituto de Políticas de la Universidad de Harvard. El especialista cree que se debe, en parte, a que muchas preparatorias, desde la década de 1990 comenzaron a requerir el servicio público como un requisito obligatorio para graduarse.

Los millennials también crecieron durante un tiempo más diverso a nivel racial y económicamente más estratificado, lo cual los ha hecho más sensibles a los problemas sociales y a cuestiones como el género y la desigualdad de ingresos. Para ellos, los derechos de los homosexuales son un hecho.

En 1990, los blancos representaban el 73% de los adultos jóvenes de entre 18 a 34 años. Esa proporción se redujo al 63% en 2000, cuando la generación del milenio estaba entrando en la edad adulta, y se encuentra ahora en el 55,8% según William Frey, un demógrafo de Brookings Institution.

Cada vez más, el rostro de los trabajadores de edad promedio en los EE.UU. se parece al de Lionel Mares, del vecindario Sun Valley de Los Ángeles. Méxicoamericano de segunda generación que creció viendo noticias de tiroteos en escuelas y violencia urbana, Mares, de 30 años de edad, obtuvo un título de sociólogo de la Universidad Estatal de Northridge. Él también tuvo problemas para hallar empleo, y en los últimos meses ha sido voluntario en un centro de ayuda legal.

Sus héroes no son Zuckerberg, ni atletas como Michael Phelps. Su inspiración son personas como Eleanor Roosevelt, la primera dama conocida por su trabajo de reforma social y espíritu de voluntariado. Mares es el primero en su familia en graduarse de la universidad; su padre era empleado de mantenimiento, su mamá una costurera. Él planea desarrollar una carrera en el sector público. “Quiero devolver algo a la comunidad”, señala.

El énfasis de los millennials en lo comunitario y en las causas sociales comienza a sentirse también en Wall Street. Más allá de su participación en el movimiento Occupy Wall Street, hace un par de años, los millennials ya están sobrerrepresentados en inversiones que se enfocan en temas del medio ambiente, sociales y del gobierno, señaló Amy O’Brien, directora y jefa de inversión responsable en TIAA Global Asset Management. La experta observa que muchos millennials estaban en preparatoria y en la universidad cuando azotó la crisis financiera, y que eso ha tenido una influencia duradera en ellos. “Ponen un gran valor en la ética empresarial”, sostiene.

Su sentido de la comunidad también ha hecho que la generación del milenio sea más progresista cuando se trata de programas de asistencia pública, desde Obamacare hasta el alivio de las deudas estudiantiles. Y, lejos del mantra opositor a los gastos gubernamentales que repiten sus padres, los millennials han adoptado en gran medida los ideales liberales sobre el gobierno, lo cual explica por qué la demócrata Hillary Clinton (y su exrival, el Senador Bernie Sanders) han presentado programas para subvencionar la matrícula universitaria y elevar el salario mínimo federal.

“Ellos realmente confían en grandes instituciones, como el gobierno, mucho más que la gente de mayor edad”, aseguró Howe. “Creen que podríamos tener un mayor sentido de comunidad y organizaciones nacionales que asuman un alto nivel de dependencia de estas instituciones… Todos daríamos más a la comunidad, y ésta nos retribuiría de manera equitativa”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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