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Misterio resuelto: descubren identidad de la niña en un ataúd olvidado, era hija de una prominente familia

An unmarked casket of a little girl was uncovered in San Francisco last year. (May 11, 2017) (Sign up for our free video newsletter here)

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Su cuerpo notablemente bien conservado fue descubierto hace un año, en un ataúd de metal sin identificar, en un barrio rico de San Francisco.

La pequeña apenas tenía tres años cuando murió y fue enterrada en un cementerio olvidado, hace más de un siglo. Cuando unos trabajadores descubrieron su elaborado ataúd, debajo de una losa de cemento, no hallaron lápida ni marcas que dijeran de quién se trataba.

Durante el último año, mientras el ataúd descansaba en una nueva tumba en Colma, un equipo de científicos, detectives aficionados y fanáticos de la historia trabajaron incansablemente para resolver la cuestión central de este misterio del Área de la Bahía: ¿Quién era la niña en el ataúd? Esta semana, se anunció la respuesta: Edith Howard Cook.

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Según Garden of Innocence, una organización que entierra a niños abandonados y no identificados, el ADN de la menor coincidió con el de un descendiente que reside ahora en San Rafael.

¿Quién era Edith?

Edith Howard Cook nació en San Francisco, el 28 de noviembre de 1873.

Hija de Horatio Nelson Cook y Edith Scooffy Cook, la niña murió de marasmo -una desnutrición severa- el 13 de octubre de 1876, señaló Jelmer Eerkens, arqueólogo de UC Davis que analizó el cabello de Edith.

El marasmo se caracteriza por una grave deficiencia de nutrientes, en particular de proteínas, y puede ser provocado por infecciones virales, bacterianas o parasitarias.

Los isótopos químicos mostraron que en los últimos meses de Edith, la pequeña esencialmente fue consumida por la desnutrición, remarcó el especialista. No hubo pruebas de que los médicos hayan tratado de emplear tratamientos populares de la época, como la morfina, el mercurio o la cocaína.

El ADN de la niña reveló que parte de su linaje se remonta a las Islas Británicas.

A Edith se la encontró sepultada en un ataúd hermético, de 37 pulgadas de alto. Sus rizos estaban atados con ramitas de lavanda; en su pecho había un rosario y semillas de eucalipto.

¿Cómo supieron los investigadores dónde buscar?

En primer lugar, necesitaban una pista. El ataúd tenía más de 140 años y no había lápida. El equipo debió hallar un mapa del cementerio Odd Fellows, que les mostraría el diseño del sitio en el momento aproximado en que Edith había sido enterrada.

Un mapa a escala del cementerio, desarrollado en 1865, se encontró finalmente en la Bancroft Library, de UC Berkeley. Los investigadores superpusieron el trazado del cementerio con el del vecindario donde se halló el ataúd.

Los resultados redujeron la identidad de la niña a dos candidatas principales. Gracias a internet y a la cultura de registros abiertos que existió entre el siglo XVII y la década de 1960, genealogistas aficionados pudieron aprovechar siglos de registros de censos, nacimientos, matrimonios, adquisición de propiedades y muertes para rastrear el árbol genealógico de cada candidata. Todo el esfuerzo demandó unas 3,000 horas de trabajo a tres personas, afirmó Elissa Davey, quien encabezó la búsqueda de la identidad de Edith. “Sabía que llegaría este día porque no nos rendiríamos”, aseguró.

Bob Phillips, de 65 años de edad y empleado federal jubilado de Seattle, leyó en línea sobre el descubrimiento del ataúd y envió un email a Eerkens, el profesor de UC Davis, ofreciéndose como voluntario para aportar sus habilidades de geología.

Phillips rastreó a la familia de Edith hasta el 1600, y luego a los tiempos modernos. Al hacerlo, halló a alguien que podía ser un nieto vivo de Milton Cook, el hermano mayor de Edith.

Pero ese descendiente, Peter Cook, de 82 años, no conocía su árbol genealógico por parte paterna más de una generación. Algunos de los nombres mencionados por Phillips sonaban familiares, pero no había suficiente información para confirmar que Peter Cook tenía relación con Edith, quien hubiera sido su tía abuela.

“Al investigar a la familia, particularmente cuando redujimos nuestro enfoque a Edith y sus familiares, te involucras con la cuestión y esperas de algún modo tener resultados positivos”, señaló Phillips. “Puedes rastrear a su familia a través de varios artículos y registros de censos, y tienes un cierto sentido de quiénes eran y cómo era su vida”.

El equipo se reunió con Peter Cook en su hogar durante el pasado otoño, y tomó una muestra de saliva para una prueba de ADN.

¿Cómo confirmaron que se trataba de Edith?

Empleando sólo un puñado de mechones de cabello de pocas pulgadas de largo, tomados del cuero cabelludo de Edith, Eerkens y Ed Green, profesor asociado de ingeniería biomolecular de UC Santa Cruz, mapearon el ADN de la niña y los isótopos químicos.

Los tejidos foliculares proporcionaron ADN nuclear, que contiene información genética de ambos padres pero es más difícil de recolectar, y ADN mitocondrial, que muestra sólo la información genética de la madre, pero tiene una abundancia mucho mayor.

Como la niña estuvo en un ataúd por más de 140 años, sólo un 10% del ADN secuenciado de cabello pertenecía a ella; el resto era mayormente de hongos u otros organismos, señaló Green. Pero él y sus estudiantes no se sintieron intimidados, ya que trabajan con ADN de antiguos homínidos y mamuts lanudos regularmente. “Esta es una muestra atípica, bastante joven; de 1876”, afirmó el profesor. “Es una muestra sencilla”.

Si su equipo no hubiera sido capaz de secuenciar el ADN nuclear de Edith, “no habríamos podido identificarla”, resaltó Eerkens. “De hecho, probablemente la habríamos descartado”.

La comparación entre el ADN de Peter Cook y el de Edith mostró un 12,5% de coincidencia entre genomas únicos, que pueden ser idénticos sólo entre descendientes directos, señaló Green. El especialista y sus estudiantes se sintieron encantados con los resultados. “No es como en muchos proyectos científicos, donde no hay una perspectiva de respuesta binaria, como ‘Sí, es’ o ‘No, no lo es’”, remarcó. “La mayor parte de lo que hacemos tiene final abierto, y el progreso se da en fases tan pequeñas que ni siquiera sabes que lo estás logrando. Esto fue muy especial”.

¿Cómo era la familia de Edith?

Edith fue la primera hija y el segundo niño nacido en el seno de la familia Cook, que fue prominente en San Francisco en el siglo XIX y comienzos del XX.

La familia Scooffy, del lado materno de Edith, se encontró entre los primeros pioneros que llegaron a San Francisco durante la Fiebre del Oro, señaló Phillips, el geólogo aficionado que ayudó a rastrear la identidad de la pequeña.

El abuelo de Edith era Peter Scooffy, un comerciante de ostras que emigró a los EE.UU. desde Grecia, a través de Nueva Orleans. Allí, en 1845, se casó con Martha Bradley, cuyo linaje familiar se remonta a los primeros colonos de Virginia. La pareja se mudó a San Francisco, donde eventualmente nació la madre de Edith.

Por el lado paterno, el abuelo de la niña, Matthew Mark Cook provenía de Inglaterra, y su abuela de Nueva Escocia. La pareja tuvo siete hijos y se mudó a San Francisco después de la familia Scooffy. Entre sus hijos se encontraba el padre de Edith, Horatio Cook. Juntos, Matthew y Horatio fundaron el negocio familiar, M.M. Cook & Son, de correas y pieles de cuero. Después de que Matthew muriera, Horatio continuó con la compañía junto con sus hijos Milton y Clifford (hermanos de Edith), y renombró el negocio como H.N. Cook Belting.

La compañía permaneció así hasta la década de 1980, cuando se fusionó con Hoffmeyer Belting and Supply Co., en San Leandro. El nuevo negocio fue comprado por San Diego Rubber Co. Inc. en 1994, y renombrado como Hoffmeyer Company Inc.

Aunque Edith no estaba allí para verlo, la familia se convirtió en parte del ‘jet set’ de San Francisco a comienzos del siglo XX, señaló Phillips. La hermana menor de la pequeña, Ethel, quien nació luego del fallecimiento de Edith, se convirtió en una socialité de San Francisco.

En el libro “Inventing Elsa Maxwell: How an Irrepressible Nobody Conquered High Society, Hollywood, the Press, and the World”, acerca de una mujer de clase media que escaló a lo más alto de la escala social, el autor recuerda un recorte de noticias acerca de Ethel Cook y su matrimonio ‘secreto’ con un neoyorquino prominente.

Los recortes de noticias describían a Ethel Cook como “la campana reinante de San Francisco”, quien una vez “se hizo famosa por el Gran Duque Boris de Rusia, quien brindó con champaña de uno sus zapatos en un banquete y declaró que era la más hermosa mujer estadounidense que jamás había visto”.

En la actualidad, la familia sigue prosperando, según afirmó Peter Cook, quien tiene ocho hijos, 13 nietos y 10 bisnietos. Ya completamente informado acerca de las familias de su esposa y madre, la llamada que recibió el otoño pasado con del misterio de la niña enterrada en San Francisco sólo amplió su orgullo. “Traté de rastrear mi lado paterno, y llegué sólo hasta mi padre; eso era todo”, afirmó. “De pronto, llegaron ellos con información sobre divorcios, mi abuelo volvió a Francia en el USS Normandy… Creo que esto es fantástico. Jelmer [Eerkens] me ha hecho volver a principios de 1700. Realmente me hace sentir bien”.

¿Dónde fue hallada Edith?

El cuerpo de Edith Cook fue encontrado dentro de un ataúd de metal hermético, debajo de un garaje en el distrito de Richmond, en San Francisco, donde alguna vez estuvo ubicado el cementerio Odd Fellows.

La propietaria de la casa, Ericka Karner, afirmó que el ataúd fue descubierto por los trabajadores que remodelaban su hogar mientras ella y su familia se alojaban con parientes en Idaho.

Al menos dos veces en los últimos años, señaló Karner, ella y su esposo habían escuchado el inexplicable sonido de pasos de niños corriendo por la casa. La pareja tiene dos hijas, pero ellas estaban durmiendo o no estaban allí cuando los pasos se escuchaban, relató. Incluso después de que el cuerpo de Edith fue encontrado, desenterrado y trasladado, siguieron oyendo los escalofriantes pasos, aseguró Karner.

“Un par de contratistas, en dos ocasiones diferentes, oyeron pasos”, prosiguió la mujer. Ambas veces, los contratistas recorrieron la casa en busca de un niño -posiblemente un pequeño que hubiera entrado allí desde un parque que se extiende al otro lado de la calle-, y nunca encontraron a nadie. “No estoy segura de dónde va el alma, pero si ella todavía estaba por aquí, dando vueltas e intentando saber dónde debía estar, espero que haber identificado su cuerpo le dé un poco de paz y potencialmente pueda irse con su familia, donde necesita estar”, resaltó Karner. “Sentimos que se trataba de un espíritu amigable. Si quiere quedarse y jugar, ¡estamos de acuerdo con eso también!”.

¿Por qué Edith fue enterrada allí?

Según los historiadores, cuando San Francisco estaba en su etapa inicial, los residentes y los negocios se fusionaron alrededor de la bahía. Los fallecidos eran enterrados en lo que ahora es el distrito financiero.

Pero cuando llegó la fiebre del oro, en 1849, la ciudad se inundó de nuevos residentes, nuevas enfermedades y muertos. Los cuerpos en el distrito financiero fueron exhumados y reubicados al oeste, más cerca del océano, para dar paso a la migración masiva.

A fines de la década de 1880, había docenas de cementerios en San Francisco, y la mayoría de ellos se encontraban colmados. Los funcionarios y desarrolladores consideraron que esas tierras eran más valiosas para los vivos, y lanzaron una campaña que duró décadas para retirar a los muertos.

Equipos de trabajadores de la ciudad y del cementerio transportaron cientos de miles de cuerpos hacia el sur, a lo que hoy es Colma. En la actualidad, esa ciudad tiene cerca de 1,500 residentes vivos y más de 1.5 millones de fallecidos enterrados en ella, por ejemplo figuras históricas como Wyatt Earp y William Randolph Hearst.

El verano pasado, un email de uno de los investigadores de Edith en Montana explicó por qué tantos cuerpos se perdieron durante el transporte masivo de tumbas a Colma, hace un siglo. “No había excavadoras involucradas en el proceso de remoción”, detalló el experto. “La tierra de la superficie había estado descubierta al menos unos siete años antes de que comenzara la excavación real. Los contratistas colocaron líneas en una orientación de este a oeste, espaciadas donde la experiencia les decía que la mayoría de las tumbas se cruzarían. Los expertos se movieron a lo largo de esas líneas con cuerdas, rastreando con varillas de latón a intervalos establecidos. Ellos podían predecir literalmente por el tacto y la experiencia si había un ataúd, una tumba colapsada, cenizas o ninguna tumba debajo. Los trabajadores sólo cavaban donde ellos indicaban, y tan profundo como lo marcaban. Todo se hacía a mano”.

¿Dónde está Edith ahora?

Edith Cook fue enterrada con el nombre de “Miranda Eve” una mañana nublada de junio de 2016, en Colma. Su seudónimo fue elegido por las hijas de Karner, la propietaria de la residencia donde el cuerpo fue hallado. Su ataúd original fue colocado dentro de uno nuevo, de madera de cerezo, un poco más amplio, con asas en cada lado y dos ramos de flores blancas en la parte superior.

Su lápida de granito, con forma de corazón, dice:

Miranda Eve

La niña amada en todo el mundo

“Si nadie llora su muerte, nadie la recordará”.

El otro lado se dejó en blanco, en caso de que la verdadera identidad fuera finalmente descubierta.

Todos los que colaboraron para identificar a Edith tuvieron sus propios motivos para asegurarse de que esa lápida no quedara en blanco para siempre. “Una de las cosas más sorprendentes de todo esto es que todo el mundo trabajó pro bono”, aseveró Green. “La gente quería resolverlo. Era algo contagioso”.

Un segundo servicio conmemorativo para la niña está programado para el 10 de junio próximo, a las 11 de la mañana, en el Greenlawn Memorial Park de Colma.

Desde que comenzó la búsqueda de identidad de Edith se hallaron los restos de otras tres personas enterradas en la antigua ubicación del cementerio Odd Fellows, que necesitan también ser reconocidas, resaltó Davey.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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