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USO EXCESIVO DE LA FUERZA: ¿Merece morir a balazos por tirar una botella a la policía?

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El patrullar las calles de Los Angeles es un trabajo peligroso. Los oficiales se encuentran con personas en sus peores momentos -- heridos, asustados, enojados, paranoicos o confundidos por las drogas -- así como la peor clase de personas. Sus uniformes y su responsabilidad a precipitarse a entrar en lugares peligrosos, a menudo cuando otros se apresuran a salir, los hace particularmente vulnerables.

Es por eso que la policía tiene armas y la autoridad para utilizarlas. Es por eso que contamos con reglas especiales que les dan plena libertad para utilizar la fuerza y el beneficio de la duda para saber que estuvieron justificados al hacerlo. Entendemos que el tener que tomar decisiones instantáneas que podrían conducir a la muerte de una persona, o a su propia muerte, es una gran responsabilidad.

Pero eso no significa que debemos aprobar las decisiones de los oficiales para disparar. Cada vez que alguien muere a manos de la policía, se lo debemos a los oficiales, así como al público el tener una explicación completa y pública. Esto es más importante ahora, cuando existe un amargo debate nacional sobre las balaceras de hombres desarmados en donde interviene la policía y una creciente brecha entre los oficiales de la ciudad y sus habitantes -- y cuando otra persona ha sido asesinada por la policía bajo circunstancias preocupantes.

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Muy pocos datos sobre este último incidente han sido liberados al público. La noche del sábado, dos oficiales del Departamento de la Policía de Los Angeles en un coche patrulla se detuvieron en un semáforo en las avenidas Victory y Van Nuys cuando una botella de cerveza de 40 onzas se estrelló en la ventana trasera. Los agentes salieron del auto y asesinaron a balazos a un hombre que pensaron había lanzado la botella. Eso es todo. La policía ni siquiera ha revelado el nombre del hombre muerto.

En ausencia de los hechos, las personas son capaces de llenar los espacios en blanco con una narrativa que no necesariamente favorece a los oficiales. Charlie Beck, el jefe de la policía, ha estado muy callado en cuanto a este caso, diciendo solamente que la pregunta principal es si la percepción de peligro inminente de los agentes fue razonable. Hay otras preguntas que son igual de importantes. ¿El hombre fue quién lanzó la botella? ¿Por qué creyeron los oficiales que estaban en peligro? ¿Fue razonable para ellos empezar a disparar antes de que supieran que tenían a la persona correcta, o si estaba armado? ¿Los oficiales están siendo adecuadamente entrenados para enfrentar estas situaciones?

El alcalde Eric Garcetti, Beck y la Comisión de la Policía no deben permitir que las sospechas que rodean esta matanza se agraven. Necesitamos que la ciudad empiece a proporcionar respuestas ahora, en lugar de dejar que la investigación continúe en secreto durante un año o más. Los oficiales del LAPD han matado a 18 personas en lo que va del año, casi el total de asesinatos que hubo en el 2014, y varios asesinatos siguen siendo misterios que refuerzan la desconfianza del público.

Existe un equilibrio entre el proteger la vida de los oficiales de la policía y el proteger las vidas de las personas por las cuales los oficiales se encuentran en las calles para defender. Los funcionarios de la ciudad necesitan asegurarle al público que están logrando ese equilibrio.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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