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Un profesor de ciencias prevaleció en la batalla con el distrito escolar de Los Ángeles por las supuestas “armas” de un proyecto de ciencias

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Tres días de salario perdido pueden no parecer mucho, por lo menos no un tema digno de discutir durante más de tres años. Pero cuando un panel de arbitraje determinó, el mes pasado, que el profesor de biología Greg Schiller debía recuperar ese dinero, él y sus muchos partidarios obtuvieron una victoria mucho mayor.

Ellos consideraron la resolución a favor de Schiller como una reivindicación atrasada para un instructor que sólo quería enseñar ciencia, pero cuyos esfuerzos fueron víctimas de la ignorancia, la reacción exagerada y la obstinación burocrática de atacarse a las reglas.

Los problemas de Schiller en la Cortines School of Visual and Performing Arts comenzaron a principios de 2014, cuando el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) determinó que había armas en dos proyectos estudiantiles que él había supervisado.

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Uno de ellos era un tubo que podía lanzar un objeto utilizando la presión del aire. El otro era una bobina electromagnética que podía acelerar un objeto y arrojarlo hacia el exterior de un tubo.

Schiller se había ofrecido voluntariamente para ayudar a los estudiantes con sus propuestas para diversos concursos científicos.
No se le había mostrado la versión final del tubo de presión de aire cuando el subdirector Kenneth Martínez lo vio expuesto en la cafetería, con la leyenda: “¿Puedes crear un arma con PVC?”. El funcionario reportó el proyecto a sus superiores; un decano reportó el otro y ambos fueron confiscados.

El distrito, que tiene una política de tolerancia cero ante las armas, retiró rápidamente a Schiller del salón de clases, lo suspendió con goce de sueldo e inició lo que resultaría ser una larga investigación. El docente estuvo fuera de las aulas durante dos meses, tiempo durante el cual el equipo de esgrima que entrenaba tuvo olvidarse del resto de su temporada. Los estudiantes también se quejaron de la calidad de los maestros sustitutos y de su necesidad de la ayuda de Schiller en la preparación para la prueba de biología de Colocación Avanzada.

Mientras tanto, los alumnos y los padres de familia se organizaron para defender a Schiller, generando atención de los medios de comunicación. Señalaron que el proyecto de presión de aire ni siquiera estaba conectado a ninguna fuente de presión, y que en una feria de ciencias de la Casa Blanca, el presidente Obama había demostrado el uso de una versión más poderosa que podía lanzar un malvavisco a 175 pies de distancia. Un editorial del Times publicado ese abril, bajo el título “Dejen que el maestro de ciencias enseñe”, acusó al distrito de “reacción perjudicial”.

Después de dos meses, el distrito cedió y permitió que Schiller regresara a la escuela, ubicada al borde del centro de la ciudad. En ese momento, era casi inaudito que a un profesor acusado de cualquier cosa se le permitiera enseñar mientras se llevaba a cabo una investigación, a veces durante años. El sistema escolar estaba nervioso por un escándalo de abuso que en 2012 había implicado a un maestro en la primaria Miramonte Elementary.

El caso de Schiller influenció al distrito, le hizo cambiar sus procedimientos y dejar que un profesor permanezca en clase durante una investigación si no existía posibilidad de daño o malestar de los estudiantes.

Finalmente, Schiller perdió tres días de salario y recibió una reprimenda permanente en su expediente de personal. El profesor desafió la penalización, y el arbitraje continuó durante años.

El distrito acusó a Schiller de permitir que los estudiantes construyeran armas y dijo que los supervisó tan mal que un alumno podría haber causado lesiones graves cuando llevó su arma terminada al salón de clases de otro maestro y la disparó en una exhibición. Los funcionarios remarcaron que Schiller también había mentido sobre su papel en los proyectos.

El panel de arbitraje que fue convocado, según el contrato de trabajo, consistió en una persona elegida por el sindicato de maestros, otra por el distrito y una tercera persona no alineada que dirigió el grupo. Por unanimidad, se opusieron a la caracterización del distrito.

Por empezar, cuestionaron la descripción de los dos objetos, que son proyectos científicos comunes, como armas.

El dispositivo de presión de aire carecía del aire comprimido necesario para funcionar como tal. El sistema de propulsión del otro proyecto estaba compuesto por un condensador de una cámara desechable, una pila AA y un tubo del tamaño de un bolígrafo. Cuando el estudiante lo exhibió, en el incidente que, según el distrito, podría haber causado lesiones graves, una canica de acero viajó cerca de seis pulgadas en el aire y rodó quizás otros cinco pies.

“Si bien el dispositivo creado por estos dos estudiantes cumplía con la definición estricta de un arma tal como se define por la política de tolerancia cero, y si bien la política del empleador relativa a las armas en cualquiera de sus instalaciones es razonable”, escribieron los árbitros, “la aplicación estricta sin reflexión puede potencialmente sofocar o impedir el aprendizaje”.

El panel tampoco aceptó el argumento del distrito de que Schiller había mentido, aunque los árbitros consideraron que podría haber supervisado a los estudiantes más de cerca.

Uno de esos alumnos, Asa Ferguson, ahora se encuentra lejos, en la escuela Deep Springs College, cerca de Bishop, California, aunque sus padres, Rogan y Susan Ferguson, ambos profesores del LAUSD, asistieron a una fiesta en honor a Schiller que se celebró durante el fin de semana. “Esto ha sido un peso que también hemos cargado nosotros”, afirmó Rogan Ferguson. “Siempre hemos sabido que Greg era inocente. Este es un día increíble para nuestra familia, un alivio”.

El panel de arbitraje ordenó que se anexara su fallo como enmienda a la “Notificación de ley insatisfactoria” original que el distrito había colocado en el expediente de Schiller.

El distrito se negó a comentar sobre el fallo. Desde entonces, Martínez se ha convertido en el director de Cortines, donde el docente continúa enseñando y entrenando esgrima. Por su parte, Schiller declaró: “Todo este asunto podría haberse resuelto hace años, con estrés mínimo, pérdida mínima de instrucción en el aula y un costo mucho menor”.

Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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