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Un chofer de grúa de Iowa muestra por qué los partidarios de Trump lo apoyan

Bruce Goacher, de lado derecho, conduce su camión de remolque en Davenport, Iowa, con su hijo, Alan. Es un fuerte partidario de Donald Trump.

Bruce Goacher, de lado derecho, conduce su camión de remolque en Davenport, Iowa, con su hijo, Alan. Es un fuerte partidario de Donald Trump.

(Michael Finnegan / Los Angeles Times)
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Bruce Goacher, un hombre duro y fuerte, con una gorra de camuflaje y chaqueta manchada de aceite, elogió a Donald Trump mientras conducía su grúa a través de Davenport en camino a embargar el auto de un prestatario moroso.

La petición de Trump para prohibir que los musulmanes entren a los Estados Unidos puede haber provocado un escándalo internacional, pero sólo reforzó el apoyo de Goacher para el principal candidato del Partido Republicano a la presidencia.

“Dice no traigamos a nadie aquí hasta que lleguemos al fondo del asunto”, dijo Goacher el martes entre el ruido del motor de la grúa. “Estoy de acuerdo 100%”.

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Los hombres como Goacher son la principal razón por la que Trump ha mantenido su ventaja en la carrera presidencial republicana durante seis meses. Encuesta tras encuesta han encontrado que los hombres blancos sin ningún título universitario están entre los partidarios más entusiastas del magnate de Nueva York.

Como Goacher puede confirmar, los recientes acontecimientos — las masacres terroristas en París y en San Bernardino, los refugiados sirios entrando en Europa, los enfrentamientos políticos en los Estados Unidos sobre armas y la inmigración -- sólo han fortalecido los lazos de Trump con estos votantes.

El sábado, Goacher estrechó la mano del candidato en un mitin de campaña en Davenport. Notó la suave textura de la palma de Trump.

“No tuvo que trabajar tan duro como yo, que tengo mis manos llenas de callosidades”, dijo Goacher, de 56 años de edad. “Si un hombre puede convertirse en un multimillonario sin tener que trabajar tan duro para ello, es evidentemente un hombre bastante inteligente, en cuanto al dinero, y Estados Unidos tiene que ser dirigido como un negocio”.

El mundo de Goacher no podría ser más diferente que el de Trump, con el jet privado, la red mundial de hoteles de lujo y las señales de la celebridad. Goacher, un residente permanente de un sector industrial de esta pequeña ciudad en el río Mississippi, una vez sacrificó cerdos en la planta de Oscar Mayer.

Desde el asiento del conductor de su grúa, Goacher señala los signos de la decadencia: “Eso era una gasolinera. Eso era un Sears. Aquí estaba la A&P. Ahora están todos vacíos”.

Alpo y Dog Chow todavía se producen en la fábrica de Nestlé Purina, cerca de la orilla del río, pero la planta de Oscar Mayer pronto será sustituida por una que sólo dará empleo a 475 de sus 1,400 trabajadores.

El regalo de Trump para el espectáculo – los chistes de su cómico dejaron a su audiencia de Davenport riéndose tanto como vitoreando -- puede ocultar sus llamamientos a la intolerancia.

Se ha aprovechado de los temores de los votantes “de una manera muy demagógica” mientras se presenta como un líder fuerte, dijo Stu Spencer, quien dirigió la campaña de Ronald Reagan para derrocar al presidente Jimmy Carter en 1980.

“Les gusta la manera como se levanta y dice las cosas como son -- así como hablan en el bar”, dijo.

Para Goacher, la soberbia y la plática franca de Trump sobre un Estados Unidos más fuerte, ofrecen esperanza en tiempos peligrosos e inestables. Goacher admira la “actitud clara y simple” de Trump.

“Creo que está escribiendo todas sus propias cosas, porque es demasiado descabellado para que alguien escriba algo como eso”, dijo el día después de ver a Trump en el Davenport Speedway, en donde Goacher corría autos de carreras.

En cuanto a la agenda de Trump, a Goacher le gusta todo, empezando con la inmigración. “No va a deportar a todo el mundo — sólo a los ilegales”, dijo. “No tengo un problema con eso”. Haciendo eco de Trump, que dijo que estan en algún lugar “robando y matando para sobrevivir”.

Goacher mencionó una empresa local que cobra “8 o 10 mil” para reemplazar un techo. “Bien, hay un grupo de mexicanos que pasa por aquí y puedes conseguir que lo hagan por 2 o 3 mil. No son de aquí. Eso está lastimando el empresario que está aquí”.

Como un exitoso dueño de una empresa de grúas, Goacher ve parte de sí mismo en la ex estrella del programa “The Apprentice”. Cuando está recuperando un auto, es mejor evitar el contacto con el propietario, explicó Goacher. Pero cuando es inevitable, la capacidad para catalogar rápidamente a las personas es esencial.

“Es eso o que te jodan”, dijo. “Puedo mirar a cualquiera, en 30 segundos de hablar con ellos, te puedo decir si son un estafador... o son una persona bastante decente”.

Trump, dijo, utiliza un talento similar en una escala más grande. “Piensa mucho como yo”.

Goacher, un hombre relajado pero rápido para hablar cuyo ritmo se aumenta cuando está en un trabajo de repo, creció en un Davenport más próspero. Su padre, un piloto de combate de la II Guerra Mundial, se ganó la vida pintando equipo militar en el arsenal de Rock Island, justo al otro lado del Mississippi. Su papá también dirigió una gasolinera

Cuando Goacher terminó la preparatoria en 1977, tuvo una oportunidad de conseguir puestos de trabajo en Caterpillar y John Deere, pero eligió a Oscar Mayer, en donde permaneció durante casi cuatro años.

“Colgaba los cerdos, los colocaba en la línea para los mexicanos”, recordó. “Podía destripar... cortar hueso – cualquier cosa que quieras”.

Era un lugar de trabajo difícil. “Así como en las películas -- alguien te daba un problema, te metías al congelador”, dijo. “Lo resuelves, con una pelea”.

Los problemas económicos de Davenport se volvieron severos durante las épocas de Carter y Reagan. Miles de empleos desaparecieron y la población se redujo mientras International Harvester, Farmall Works, J.I. Case, Caterpillar y otros cerrararon sus plantas en la región.

La pasión de Goacher son los autos. Posee unos cientos, muchos de ellos adquiridos en ofertas de remolque. Algunos son ruinas oxidadas con neumáticos ponchados. Otros son clásicos prístinos, incluyendo una patrulla de 1949 del Sheriff del Condado de Rock Island. Goacher compró su primera grúa cuando tenía 18 años de edad.

Mientras iba aumentando la delincuencia y los valores de las propiedades se disminuyeron en el extremo oeste de Davenport, Goacher ha adquirido inmuebles baratos, incluyendo una choza una vez conocida como Skipper’s Popcorn Palace. Goacher la compró de la finca de un viejo amigo, un quiropráctico que la había convertido en un puesto de tacos después de cumplir tiempo encerrado por asesinar a su esposa.

“La descuartizó con una sierra de cadena y la tiro en el río Mississippi”, dijo Goacher. “Todo lo que encontraron fue el torso”.

En el verano, su hijo de 19 años de edad, Alan, quien está estudiando para convertirse en un policía, vende helados en la choza.

Mauna, la madre de 85 años de edad de Goacher, comparte su afición por el favorito republicano.

“Trump tiene agallas y nadie lo puede comprar”, dijo en una conversación en su patio delantero, en donde Goacher estaciona algunos de sus autos. “Está diciendo lo que piensas y tienes miedo de decir”.

Un par de cosas se quedaron presentes en la mente de Goacher después del mitin de Trump. Una fue la promesa del candidato para construir un muro a lo largo de la frontera México-Estados Unidos que sería un pie más alto que la Gran Muralla China. (“La Mía es Grande”, Trump le dijo a la multitud.)

La otra fue la declaración de Trump -- cuatro veces para enfatizar -- que Hillary Clinton carece de la fortaleza y la resistencia para ser Presidenta. Al día siguiente, Goacher volvió a narrar la historia casi palabra por palabra.

“Ella hace un poco de campaña, se va a casa, duerme durante tres días, se vuelve a poner su traje de pantalón y va de nuevo”, dijo Goacher.

Detuvo su grúa para platicar con un amigo, Darrel Beauchamp, un ex operador de grúa en un muelle de productos horneados Pillsbury.

“¿Y fuiste a ver a Trump ayer?” Beauchamp preguntó desde la cabina de su camioneta.

“Sí, estaba junto a él”, respondió Goacher.

“Estuve parado ahí unas tres horas”, dijo Beauchamp.

“¿Qué pensaste? ¿Te gusta?”

“Es otra cosa, ¿no es así?”

Los dos se rieron. Más tarde, Goacher dijo que estaba feliz de tener “lo básico en la vida” y no necesita más.

“Pero ¿sabes qué? Sólo quiero que el mundo sea un poco mejor de lo que es y sea seguro”, dijo. “Y es por eso por lo que me gusta Trump”.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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