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Trump asegura que ha impulsado la influencia de los EE.UU., pero muchos líderes ven al país en retroceso

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El más reciente ejemplo del aislamiento de los EE.UU. se dio con la decision del presidente Trump de reconocer formalmente a Jerusalén como capital de Israel.

China asumió ahora la lucha contra el cambio climático, una cruzada mundial que encabezaron los Estados Unidos alguna vez. Rusia se ha hecho cargo de las conversaciones de paz sirias, también una vez ámbito de la administración estadounidense, cuyos funcionarios Moscú se dignó recientemente a invitar a las negociaciones sólo como observadores.

Francia y Alemania son a menudo ahora los países a los que se apegan los miembros de la OTAN, después de que el presidente Trump dudara de cuán solidaria sería su administración hacia la alianza del Atlántico Norte.

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Y en el conflicto israelí-palestino, los Estados Unidos, alguna vez único mediador aceptado por todas las partes, fue aislado después de la decisión de Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.

En su amplio discurso sobre seguridad nacional, la semana pasada, Trump destacó lo que llamó la ampliación de la influencia de los Estados Unidos en todo el mundo.

Pero un año después de su asunción, muchos líderes internacionales, diplomáticos y expertos en política exterior argumentan que su presidencia redujo la influencia de los EE.UU. o la ha alterado de maneras menos constructivas. En una serie de cuestiones políticas, Trump ha tomado posiciones que descalificaron al país para el debate o lo hicieron irrelevante, señalan estos críticos.

Incluso en países que se han ganado los elogios de Trump, como India, existe preocupación por la imprevisibilidad del primer mandatario -¿será un socio confiable?- y lo que muchos en el extranjero ven como su aislacionismo.

“El presidente puede cambiar las cosas y lo hace”, afirmó Manoj Joshi, investigador de un grupo de expertos de Nueva Delhi, la Observer Research Foundation. “De modo que las posibilidades de que los Estados Unidos trabajen en una estrategia de seguridad nacional coherente y creíble no son muy altas”.

A medida que el país retrocede, otras potencias, como China, Rusia e Irán, se adentran ansiosamente en el vacío.

Un problema importante es la brecha visible entre el presidente y muchos de sus principales asesores de seguridad nacional. El discurso al respecto de Trump tenía la intención de explicar al público un documento de estrategia de 70 páginas que desarrolló la administración. Pero en cuestiones clave, el discurso del presidente y el documento divergieron. La oratoria, por ejemplo, incluyó una retórica generalmente favorable sobre Rusia y China. El documento de estrategia mencionaba a los dos gobiernos como competidores, acusaba a los rusos de usar la “subversión” como táctica y decía que era necesario contrarrestar a ambos poderes rivales.

Rusia reaccionó con enojo: los Estados Unidos siguen demostrando “su aversión a un mundo multipolar”, aseveró el portavoz del presidente Vladimir Putin, Dmitri Peskov.

Al mismo tiempo, la negativa de Trump a criticar abiertamente a Rusia, dicen algunos diplomáticos, ha animado a Putin para sus acciones militares en Ucrania, donde los rebeldes respaldados por Rusia luchan contra un gobierno pro occidental en Kiev. Kurt Volker, el enviado especial de la administración para Ucrania, destacó que algunos de los peores combates desde febrero tuvieron lugar en las últimas dos semanas, con numerosas víctimas civiles. También acusó a Rusia de violaciones “masivas” del alto el fuego.

Nicholas Burns, quien se desempeñó como diplomático estadounidense de alto rango durante administraciones republicana y demócrata, consideró que la estrategia del gobierno estaba plagada de contradicciones que han dejado a los EE.UU. en estado ineficaz. Trump “necesita un Departamento de Estado fuerte para implementar” su estrategia, dijo. “En cambio, el Estado y el Servicio Exterior están siendo debilitados y, a menudo, marginados”.

La política de Trump de los últimos 12 meses es una desviación radical de todos los presidentes desde la Segunda Guerra Mundial “, indicó Burns en una entrevista. “Trump es débil ante la OTAN, Rusia, el comercio, el clima, la diplomacia. Los Estados Unidos están declinando como líder mundial”.

El ejemplo más reciente del aislamiento del país fue la decisión de Trump de reconocer formalmente a Jerusalén como la capital de Israel, algo que deleitó a muchos israelíes pero enfureció a los palestinos e invirtió décadas de consenso internacional.

El jueves, una abrumadora mayoría de la Asamblea General de la ONU, incluidos muchos aliados de los EE.UU., votaron para exigir al país que rescinda la decisión.

Durante el último cuarto de siglo, los sucesivos gobiernos nacionales se han mantenido como un “intermediario honesto” en la mediación de paz entre israelíes y palestinos. Trump insistió en que no se da por vencido en un acuerdo de paz, pero la mayoría de las partes involucradas interpretaron su anuncio como claramente alineado con Israel.

“De ahora en adelante, no hay dudas de que los sesgados Estados Unidos deben quedar fuera como mediadores entre Israel y Palestina”, afirmó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en una cumbre de más de 50 países musulmanes que organizó en Estambul. “Ese período se acabó”.

Daniel Kurtzer, un exembajador de los Estados Unidos en Israel y Egipto para los presidentes Clinton y George W. Bush, dijo que si se llega a un acuerdo de paz ahora, “no será por la política estadounidense”. “Trump se retiró a sí mismo y a la administración del proceso de paz para el futuro previsible”, afirmó.

El presidente se jactó de su capacidad para convocar a los líderes musulmanes durante su viaje a Arabia Saudita en mayo, pero hoy eso parecería mucho menos posible. En Jordania, posiblemente el aliado árabe más cercano de Washington en el Medio Oriente, la televisión controlada por el gobierno ha comenzado transmisiones de 24 horas con invitaciones para seguir una cuenta de Twitter cuyo hashtag se traduce como “Jerusalén es nuestra... nuestra arabidad”.

Los líderes regionales y los analistas también afirman que a pesar de la dura retórica de Trump, ven pocos pasos concretos de los Estados Unidos para contrarrestar la constante expansión de Irán de su influencia militar, económica y política, una percepción que los líderes iraníes están felices de explotar.

“Trump está despotricando y haciendo amenazas vacías”, aseguró Hamid Reza Taraghi, un político iraní conservador con estrechos vínculos con el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei. “Rusia, China e Irán están ganando terreno en el Medio Oriente, y los Estados Unidos está perdiendo terreno e influencia”.

Esa visión también es compartida por los moderados iraníes, con quienes la administración Obama pensó que podría funcionar. “La realidad sobre el terreno en el Medio Oriente es que el gobierno estadounidense no ha logrado formar una coalición eficiente contra sus autoproclamados enemigos”, expresó Nader Karimi Juni, un analista iraní independiente que escribe para periódicos y revistas reformistas.

“Ahora Rusia celebra su victoria en Siria, y los Estados Unidos miran como un espectador”, indicó Juni.

En Siria e Irak, los Estados Unidos al mando de Trump lograron ayudar a sus aliados a expulsar a los militantes del Estado Islámico de sus bastiones. Pero Washington optó por quedar relegado en los otros conflictos que irritan a los dos países.

Este mes, otra ronda de conversaciones de paz -con mediación de las Naciones Unidas y respaldadas por los Estados Unidos- por Siria concluyeron en Ginebra sin ningún progreso. En cambio, el proceso liderado por Rusia está ganando tracción.

Incluso algunos opositores desde hace mucho tiempo de Assad reconocen calladamente que Sochi, el centro turístico del Mar Negro donde Rusia pretende convocar un “congreso del pueblo sirio” el próximo año, y no Ginebra, será el foco de los esfuerzos para poner fin a la guerra.

Trump fue elogiado en partes de Asia del Sur, una región que su equipo rebautizó como “Indo-Pacífico” y en la que está favoreciendo a India y Afganistán sobre Pakistán. La administración solicitó al Congreso $350 millones en ayuda a Pakistán para 2018, ni una décima parte de lo que aportaba Washington hace cinco años.

Funcionarios afganos dicen que están animados por la renovada presión de Trump sobre el vecino Pakistán para que tome “medidas decisivas” y trabaje para detener a los grupos militantes que operan desde su territorio.

“Nuestra asociación, que refleja un renovado compromiso de los EE.UU., establecerá las condiciones para poner fin a la guerra y finalmente traer la paz a Afganistán”, indicó la oficina del presidente afgano Ashraf Ghani en un comunicado.

Pero incluso allí, los funcionarios señalan que les preocupa que la retórica bélica de Trump fortalezca el estatus de China como un agente de poder.

China también se ha beneficiado de la negativa de Trump a unirse a otras naciones para trabajar contra el cambio climático. A pesar de que el presidente eliminó el tema de la lista de amenazas para los EE.UU., China anunció que comenzaría a implementar progresivamente un ambicioso programa para frenar las emisiones de carbono mediante el establecimiento del mayor mercado mundial de permisos de emisiones comerciales.

Trump no fue invitado a una cumbre climática internacional organizada a principios de mes por el presidente francés, Emmanuel Macron, debido a su decisión de retirar a los Estados Unidos del acuerdo internacional sobre el clima de 2015. “No se puede pretender ser el garante del orden internacional y salir de [un acuerdo] tan pronto como convenga”, declaró Macron a France 2 TV.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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