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Taxista secuestrado por los tres prófugos cuenta su historia: ‘vivo o muerto, dependía de Dios’

El taxista Long Hoang Ma fue secuestrado y obligado a conduicir a los tres prófugos de la cárcel del condado Orange, durante el curso de varios días.

El taxista Long Hoang Ma fue secuestrado y obligado a conduicir a los tres prófugos de la cárcel del condado Orange, durante el curso de varios días.

(Rick Loomis / Los Angeles Times)
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El taxista recogió a los tres hombres afuera de un restaurant en Garden Grove, alrededor de las 9:30 p.m., hora en la que las autoridades del shreiff del condado Orange se percataron que tenían el caso de una fuga en sus manos.

El conductor, Long Hoang Ma, de 71 años, había recibido una llamada el 22 de enero, dejándole saber el lugar donde debía recoger a los pasajeros. Eso no era algo inusual; él se anunciaba en los periódicos en vietnamita.

Así que el anciano conductor recogio a los reos, a los que las autoridades identificaron como Hossein Nayeri, Bac Duong, y Jonathan Tieu. Losa tres habían descendido del techo de la cárcel del condado en Santa Ana, donde esperaban a ser enjuiciados por crímenes violentos.

Por la siguiente semana, cuenta Ma, él fue su rehén. Ellos se quedaron en un pequeño cuarto de motel, donde el taxista dormía junto a ellos. Él los acompañó a lo largo del estado, y los escuchó discutir sobre si debían matarlo; en varios momentos se preguntó si sobreviviría.

“Vivo o muerto, depende de Dios”, decía Ma. “Sabía que no tenía control sobre lo que me pasara”.

Ma relató su historia el martes, mientras manejaba alrededor de Little Saigon, en su Honda Civic rentado, tratando de recuperar lo que perdió en ganancias de una semana. Él recogió a una estudiante de sexto grado de una escuela en Westminster, y la llevó a casa de su abuela. Papelitos de evidencia todavía estaban pegados en su auto, y se disculpó por no haber tenido el tiempo de limpiar el taxi.

Ma dice que llevó a los tres fugitivos a un Walmart en Santa Ana, y luego a un Target en Rosemead, donde compraron celulares, y luego a un mall cercano. Ahí, cuenta, ellos le apuntaron una pistola a sus costillas, y le quitaron su teléfono y llaves.

Él cuenta que los criminales usaron su licencia para rentar un cuarto en el Flamingo Inn Motel, donde se quedaron una noche. El cuenta que los reos vieron televisión, donde pasaban reportes de su ‘cacería’.

“Ellos se partían de risa”, cuenta Ma.

Durante la semana, relata, Duong apareció con una van que había robado.

El domingo ellos seguían escondidos en el cuarto de hotel, cuando Nayeri golpeó a Duong en la cara.

Ma no habla mucho inglés, así que no entendía bien la discusión. Pero cuenta que Duong le dijo que era acerca de si debían matarlo.

“Nayeri quiere deshacerse de ti, pero estoy tratando de ayudarte”, cuenta el taxista que le dijo Duong, quien estaba en la cárcel por intento de homicidio, agresión con un arma de fuego y robo a una casa.

Nayeri, quien dicen las autoridades que fue el que planeó todo, enfrenta cargos relacionados con un ataque contra el propietario de un dispensario de marihuana, durante 2012, quien fue secuestrado de su casa en Newport Beach, y luego fue llevado al desierto y torturado; ahí le cortaron el pene.

Ma cuenta que Duong era amable con él. Lo llamaba ‘Tío’. “Me preguntaba qué quería comer”, recuerda Ma.

Dice que Duong salió a comprar cigarros Capri y Marlboro. Los cuatro hombres fumaban todo el tiempo, recuerda Ma.

El anciano relata que el tercer prófugo, Tieu —a quien él serefería como “el chaparrito”— era muy callado. Tieu enfrenta cargos de asesinato en circunstancias especiales, en un supuesto asesinato entre pandillas.

Durante su semana cautivo, agrega Ma, su telefono sonaba con gente preguntando si podía recogerlos, pero sus secuestradores lo obligaban a mentir acerca de su paradero. “Le decía a los clientes que estaba en el aeropuerto, que no estaba disponible, o que estaba en Las Vegas y que no regresaría pronto”, dice.

El martes, cuatro días después del escape, los hombres manejaron hasta San José y rentaron un pequeño cuarto en el Alameda Motel, donde los criminales bebieron cerveza y whiskey, dice Ma.

Sneha Mistly, quien maneja el motel, dice que los registros muestran que Long Ma rentó la habitación 14 ese martes y miércoles.

Ma recuerda que en una de las camas, mientras Nayeri tenía la otra. Duong y Tieu durmieron en el piso, Tieu enfrente de la puerta para que nadie escapara.

Ma pensaba en su prometida, en Vietnam, y en si la volovería a ver.

En algún m omento se detuvieron en una tienda Ross Dress for Less para comprar ropa; el taxista tocó una camiseta de algodón, y dice que Duong se la compró.

Duong también lo llevó a un Western Union en San José para recoger $3,000 dólares que dice que la madre de Nayeri le había enviado a su hijo.

El miércoles, recuerda, los fugitivos lo llevaron a Santa Cruz. Ma cuenta que Duong le dijo que Nayeri “quería aventarlo al mar”. El anciando dice que Nayeri lo obligó a posar en fotos con los otros fugitivos, algo que nunca entendió para qué era.

La mañana del jueves, Nayeri y Tieu se fueron para llevar a entintar las ventanas de la camioneta. Él dice que Duong, preocupado de que Nayeri podría matar a alguien, le pidió a éste que dejara su pistola, a lo que Nayeri aceptó.

Ya que se fueron los otros dos reos, relata el taxista, Duong se lo llevó de regreso al Sur de California. Ma dice que Duong lo dejó sentarse junto a él sin atarle las manos. Cuante que Duong lloró, preocupado de que Nayeri se volviera violento, y habló sobre la posibilidad de entregarse.

El viernes, recuerda, él acompañó a Duong a la oficina de un abogado en Westminster para pactar su entrega a las autoridades, pero la secretaria le pidió que se fuera.

Entonces manejaron a un taller llamado Auto Electric Rebuilders, en Santa Ana, donde Duong contactó a una amiga, quien llamó al 911 para alertar a las autoridades.

Los otros dos fugitivos fueron atrapados el sábado en San Francisco.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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