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Sin saberlo, en el 2012 el FBI frustró los planes terroristas de Farook

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En el campo de tiro, Miguel Alejandro Santana seleccionó un rifle de asalto M4.

Su amigo, Ralph Kenneth Deleon, lo filmó mientras hacía polvo su objetivo. Entonces, Deleon se dio la vuelta y salió.

Más tarde, ese mismo día, según los documentos de la corte, hablaron acerca de cuáles serían sus roles cuando ellos se unieran a un ejército islámico en Afganistán.

Deleon dijo que él quería estar en la líneas de fuego.

Santana quería ser francotirador. Un tercer amigo dijo que también prefería las líneas frontales en la lucha contra los soldados estadounidenses.

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Para concretar sus planes, los tres hablaban con cierta frecuencia por Skype con Sohiel Omar Kabir, un amigo que ya estaba en Afganistán y analizaban los detalles para poder unirse a la lucha.

El pequeño grupo de militantes procedentes del Inland Empire fue detenido en noviembre de 2012 cuando realizaban los preparativos finales para viajar al extranjero. El FBI supo todo porque resultó que uno de los hombres era un informante del FBI y grabó muchas de las conversaciones del grupo.

Al echar por tierra el complot de Kabir, el FBI pudo haber interumpido involuntariamente un plan mucho más peligroso, uno que habría golpeado mucho más cerca de casa.

Syed Rizwan Farook, el hombre que atacó a sus compañeros de trabajo el 2 de diciembre en San Bernardino, estaba planeando un ataque mortal en el 2012 junto con su cómplice, Enrique Márquez.

Márquez le relató recientemente a las autoridades que abandonó el plan debido en parte a las detenciones de Kabir y otros, según la denuncia criminal federal publicada el jueves.

Los dos grupos de conspiradores no sabían de la existencia del otro. Todos los involucrados eran hombres jóvenes del Inland Empire, que frecuentaban los campos de tiro locales, y que habían leído y asimilado literatura islámica radical y estaban conspirando para matar a estadounidenses.

Farook y Márquez planearon atacar el colegio comunitario de Riverside y a los automovilistas en la autopista 91.

Incluso después de desistir del primer plan, Farook se quedó con los rifles y la pólvora que Márquez había comprado.

Tres años después, Farook y su esposa, Tashfeen Malik, utilizaron esos mismos rifles para matar a 14 personas y herir a 22 más, antes de morir en un tiroteo con la policía.

Con el surgimiento del Estado Islámico y su sofisticada utilizacion de redes sociales, los terroristas no se ajustan ya a un perfil identificable, dijo Brian Levin, director del Center for the Study of Hate and Extremism de Cal State Bernardino.

¿”Podría ser alguien como Kabir? Absolutamente. O alguien como Farook”, dijo Levin. “Tenemos una amenaza terrorista fluida y amplia”.

Desde que comenzó a sufrir ataques epilépticos, Kabir se había sentido desorientado y tuvo que poner fin a su breve estancia en la fuerza aérea.

En un salón de hookah a principios de 2010, conoció a Deleon, donde indujo a su nuevo amigo al Islám.

DeLeon, quien nació en Filipinas, había sido un católico devoto que asistía a la iglesia todos los domingos. Su familia desaprobó su conversión religiosa, lo cual lo acercó aún más a su nuevo círculo musulmán.

Santana, quien conoció a Kabir a través de amigos mutuos, fue maltratado por sus padrastros, había coqueteado con la idea de unirse a una pandilla y era fácilmente influenciado por otros. Se convirtió al Islám alrededor de agosto de 2010, según un documento de la corte. Incluso después de reunirse con Kabir, quería unirse a las fuerzas armadas de Estados Unidos.

Las autoridades federales comenzaron a darle seguimiento al grupo después de que Santana fue sorprendido con un ejemplar de la revista Inspire de Al Qaeda al cruzar la frontera, regresando de México.

En Facebook, los amigos no ocultaban su interés en el militarismo islámico, publicando y dándole “me gusta” a los videos que alababan a los líderes terroristas como Osama bin Laden y Anwar Awlaki.

Por medio de un informante confidencial, el FBI se infiltró en el círculo de los aspirantes a militantes.

El informante se convirtió en un miembro de confianza del grupo, acompañando a los amigos mientras se preparaban para su misión visitando campos de tiro.

Kabir, que siendo un niño había huido con su familia de la guerra en Afganistán, regresó al país en julio de 2012 y comenzó a insistirle a los otros que se unieran a él.

El plan era entrenar en un campamento talibán y luego participar junto a Al Qaeda, Deleon y Santana le dijeron al informante.

Después de muchos esfuerzos para conseguir el visado y reunir suficiente dinero, el par fue detenido mientras se dirigian a Oriente.

Otro amigo, Arifeen David Gojali, que llego más tarde al complot, también fue detenido.

Márquez tenía la misma calidad de desarraigo, un tanto de infortunio que los seguidores de Kabir. Después de mudarse al lado, rápidamente cayó bajo la influencia de Farook, se convirtió al Islam y luego al radicalismo. Recientemente, había estado tratando de perder peso para poder unirse a la marina de guerra.

Farook estaba hecho de diferente madera. Y la segunda vez que decidió lanzar un ataque, él ya tenía una nueva pareja, la mujer que había conocido por Internet y con la que se casó en Arabia Saudita.

Farook, de 28 años, era graduado de Cal State San Bernardino y trabajó para el condado como inspector ambiental. Malik, de 29, fue una estudiante sobresaliente que obtuvo un título universitario en farmacéutica y recientemente había dado a luz a una hija.

Ninguno de los dos llamó la atención de los investigadores contra el terrorismo.

En su apartamento de Redlands, la pareja acumuló un enorme arsenal de municiones y componentes de bombas. Dos de los rifles que Márquez compró para el abortado complot anterior de 2011 resultaron ser una valiosa clave.

El mismo día que ella y su esposo utilizaron las armas para cometer el asesinato en masa, Malik juró en Facebook la lealtad de la pareja a una fuerza terrorista que no había existido en 2012: el Estado Islámico.

Más tarde, Márquez llamó al 911, diciendo que tenía pensamientos suicidas.

“Mi vecino. El cometió el tiroteo de San Bernardino”, Márquez, de 24 años, dijo al operador. “[Él] uso mi pistola para el tiroteo”.

Los cargos contra Márquez llevan penas máximas de 10 a 15 años de prisión.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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