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Peregrinos de Los Ángeles llevan la causa migratoria al papa Francisco

Luis Hipólito (al centro) y sus hijos Luis e Iris Alondra Hipólito, todos de Los Ángeles, viajarán a ver al papa Francisco durante su visita a México (Michael Robinson Chavez / Los Angeles Times).

Luis Hipólito (al centro) y sus hijos Luis e Iris Alondra Hipólito, todos de Los Ángeles, viajarán a ver al papa Francisco durante su visita a México (Michael Robinson Chavez / Los Angeles Times).

(Michael Robinson Chavez / Los Angeles Times.)
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Cada día de semana, Iris Alondra Hipólito espera que su hermano Luis, de 14 años de edad, llegue a casa después de la escuela. La muchacha, de 17 años, le prepara a Luis una comida con arroz y carne desmenuzada antes de sentarse a ayudarle con su tarea. También le pregunta cómo ha sido su día. “Yo la hago de madre ahora”, dice Iris.

Su madre vive, en realidad, a más de 2,000 millas de distancia, en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad de Oaxaca, en México. Iris y Luis son ciudadanos estadounidenses y pueden moverse libremente a través de la frontera de los EE.UU. y México, pero su madre no posee estatus legal en este país. Iris desea que se conozca la historia de su familia, y espera que el líder de la Iglesia Católica la cuente.

Este lunes, Iris, Luis y su padre, también llamado Luis, se unirán a otros 20 peregrinos de Los Ángeles –en su mayoría niños estadounidenses, hijos de padres inmigrantes- en un autobús nocturno que los llevará hasta El Paso, Texas. Su objetivo es enviar un mensaje al papa Francisco, quien celebrará una misa en Ciudad Juárez, no muy lejos de la valla fronteriza que separa ambos sitios.

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“Le pediré al Papa que, por favor, hable con el presidente y los políticos que están en contra de la reforma migratoria. Ellos creen que nuestras historias no son reales, pero lo son”, dice iris. “Mi hermano y yo necesitamos a nuestra madre. Hay muchos niños estadounidenses que no tienen a sus padres porque no hay reforma inmigratoria”.

Se estima que 5,5 millones de ciudadanos estadounidenses son hijos de personas que se encuentran en el país sin autorización, según un estudio realizado por USC.

“Estos niños están luchando por sus derechos. Muchos son pequeños ahora, pero algún día tendrán que votar”, afirmó Martha Ugarte, coordinadora del viaje y acompañante de los niños en su travesía hacia El Paso.

Ugarte formó parte de un grupo de activistas por los derechos de los inmigrantes que viajó, el otoño pasado, hacia la Costa Este para entregar a Francisco un mensaje detallado de la situación de los inmigrantes indocumentados en EE.UU., y de cómo las actuales políticas gubernamentales afectan las vidas de estas familias. El mensaje fue entregado por Sophie Cruz, una ciudadana estadounidense de 5 años de edad, cuyos padres se encuentran en este país indocumentados.

Sophie se convirtió en una celebridad entre los activistas de derechos de los inmigrantes cuando llegó con éxito al papa en su segundo intento, luego de que él indicó que se acercara mientras su caravana atravesaba las entusiastas multitudes de Washington. Sophie entregó la carta al pontífice, instándolo a hablar con el presidente Obama y los líderes del Congreso para aprobar algún tipo de reforma migratoria.

Tal como ocurrió antes, el grupo no tiene audiencia con el santo padre, pero Iris afirma que ella hablará acerca de su situación en diferentes eventos ya planeados en El Paso.

Durante su visita a los EE.UU., en septiembre último, Francisco efectivamente abordó el tema de la inmigración. Sin meterse de lleno en los detalles del debate inmigratorio, pidió que los inmigrantes sean tratados con compasión. Su viaje de seis días a México, que comenzó el pasado viernes, replicará temas similares. El itinerario que lo llevará desde el estado sureño de Chiapas, fronterizo con Guatemala, a Juárez, en la frontera norte, está destinado a trazar el camino que toman los migrantes para llegar a los EE.UU., especialmente aquellos que huyen de la violencia y la pobreza en América Central.

En 2003, Iris, Luis y su madre dejaron el Sur de California y se trasladaron nuevamente en México, porque temían que pronto serían separados a causa de los funcionarios de inmigración.

El padre, también indocumentado, permaneció en este país para trabajar. La familia pronto se arrepintió de su decisión al advertir que la vida en México se tornaba cada vez más difícil, y los niños comenzaban a olvidar su inglés. Iris y Luis regresaron a los EE.UU. hace dos años, pero su madre debió quedarse allí por temor a que el viaje hacia el norte se tornara peligroso.

Ugarte afirmó que al menos otros cuatro niños con historias similares planean ser parte del contingente angelino que se dirigirá a Texas para la misa papal del 17 de este mes.

Algunos de sus padres han sido deportados, mientras que otros dejaron los EE.UU. de forma voluntaria durante la época de fuerte oposición a la inmigración ilegal, explicó la joven. El grupo aún intenta recaudar dinero para que otros niños estadounidenses puedan sumarse al viaje hacia la frontera. Algunos peregrinos piensan cruzar el Río Grande hasta Juárez; otros se unirán a una multitud de 50,000 personas que seguirán la transmisión simultánea de la misa, en el Sun Bowl de El Paso.

Por ahora, Iris habla regularmente con su madre por teléfono. Pero no es lo mismo. “Todo es tan difícil sin ella”, dice.

De todos modos, la joven afirma que no desea que su madre intente realizar un viaje clandestino hacia el norte. “Si fuera a volver, cada paso que ella diera fuera de la casa sería difícil. Todos tendríamos miedo”, dice. “Podría ser atrapada y no regresar nunca”.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

cindy.carcamo@latimes.com

Twitter: @thecindycarcamo

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