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Si camina tenga cuidado, lo pueden multar

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La mano roja levantada parpadea en el momento en que Eduardo Lopez corre al cruce de peatones afuera de 7th Street de la estación del Metro de Los Ángeles.

En un movimiento fluido, Robert Lockhart, oficial de policía de Los Ángeles, arranca su motocicleta blanco y negro y arranca por Hope Street para alcanzar al estudiante universitario de 22 años, iniciando un enfrentamiento — un símbolo, quizás, de las tensiones emergentes entre el equilibrio de poderes entre los peatones y los conductores en el recientemente revitalizado centro de Los Ángeles.

López dice que corría para alcanzar un autobús para llegar a su primera clase en Glendale Community College y no oyó la orden de Lockhart: “No te vayas”.

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Inconmovible, Lockhart le entrega una multa de $197.

Durante las próximas dos horas, Lockhart les dará multas a por lo menos ocho peatones más por violar la “21456” — jerga policial para la sección del código que hace ilegal al paso en un cruce de peatones después de que la mano roja empieza a parpadear y la cuenta regresiva ha comenzado.

Lockhart no muestra arrepentimiento por lo que ha hecho.

Pero a medida que nuevos y relucientes condominios y edificios de apartamentos reemplazan los estacionamientos, las calles de Los Ángeles están llenas de peatones que se rehúsan a aceptar un papel subordinado a los automóviles, que tradicionalmente han gobernado a Los Angeles.

Y algunos de estos pioneros urbanos dicen que el cumplimiento riguroso de las leyes peatonales de la ciudad es sólo otra señal de que la ciudad todavía está sesgada a favor y centrada en el statu quo del auto.

“Necesitamos, entre todos, ponernos de acuerdo sobre cómo compartimos las aceras y los caminos’’, dice Uli Nasibova, mientras prepara su stracciatella — un helado de chocolate de menta que atrae a gran cantidad de tráfico peatonal a la Gelateria Uli, localizada en el edificio Spring Arcade, del centro.

Nasibova y su esposo están entre los Angelinos que se han mudado al centro de Los Ángeles (DTLA, por sus siglas en inglés), en parte para evitar el ya infame tráfico de la ciudad. Como muchas de las parejas aquí, han reducido sus autos de dos a uno y caminan o toman el transporte público siempre que es posible.

Es una vida muy diferente de la que llevaban ocho años atrás, cuando manejaba para llegar a su trabajo como gerente de inversiones, desde Silver Lake hasta Century City.

“Mi tiempo de manejo hacia el trabajo se redujo de dos horas al día a dos minutos’’, comentó ella.

Ally Connelly, que trabaja como agente inmobiliario, dice que le vende a gente que le gusta salir de su edificio para pasar una noche en el centro, ir a cenar y luego ir a varios bares sin tener que usar un auto. La residente del centro de la ciudad recientemente vendió su vehículo cuando lo remolcaron del lote donde lo estacionaba. Tardó un mes para que ella se diera cuenta de que le habían remolcado el auto, dice. Ahora ella les muestra los alrededores a los clientes utilizando la red Uber y camina para llegar a la mayoría de sus citas.

“Conoces esa canción que dice, ‘Nadie camina en L.A.’?” pregunta ella. “Eso realmente ya no es cierto”.

La tendencia de caminar está impulsada por el envejecimiento de los “baby boomers” y los “Millennials” que están entrando en la edad adulta — los cuales son dos de los mayores grupos demográficos en los Estados Unidos, dice William Fulton, un experto planificación urbana en Kinder Institute for Urban Research, en Houston. Los que ya están cerca de jubilación están cansados del tráfico, y los adultos jóvenes están recalculando y reconsiderando los costos de ser propietario de un vehículo, señaló.

Eso no necesariamente significa deshacerse del auto, dice Fulton. “Es usar tu auto lo menos posible. La tendencia es no tener que usar tu vehículo para hacer todo”.

Los teléfonos inteligentes o Smartphones — con acceso instantáneo a los servicios de autos compartidos — han hecho mucho más fácil abrazar la vida de peatón, dice. Al mismo tiempo, las opciones de transporte público son cada vez más apetecibles, incluso entre la clase media anteriormente resistente, y que tiene otras opciones.

En el centro de Los Ángeles, alrededor de 5,000 nuevas unidades residenciales están en construcción y otras 13,000 están en fase de planeación en centro de los Ángeles, apunta Carol Schatz, quien encabeza la Central City Assn. “Ahora tenemos más de 53,000 personas viviendo aquí. Es una buena noticia, pero tenemos que aprender a dar cabida a todo este nuevo dinamismo”.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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