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Opinión: Cómo las redes sociales están destruyendo la independencia

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Las aplicaciones de redes sociales, como Instagram, Facebook y Twitter, nos entrenan para usar las opiniones de los demás acerca de nosotros mismos en lugar de formar nuestra propia imagen, por lo tanto, requieren una validación constante de los demás y eliminan la posibilidad de una completa independencia. Continuando con esta tendencia de reemplazar la autovaloración por los comentarios superficiales y los ‘Me gusta’ suministrados por las redes sociales, un nuevo oponente entra en el ring con una apariencia inocua pero con garras lo suficientemente afiladas para hacer que los milenios sean susceptibles a un daño en su autoestima durante toda la vida.

La aplicación se llama TBH, por To Be Honest (para ser honesto). Es el mejor ejemplo de cómo los medios sociales perjudiciales afectan la imagen personal de los niños y adolescentes que han crecido con ellos. TBH es diferente de otras redes sociales porque se centra en elogios y evita por completo la negatividad, mientras que las demás están llenas de insultos e incluso amenazas de muerte.

TBH explota a los niños y adolescentes impresionables, permitiéndoles colocar su escuela y grado al crear un perfil. Pueden buscar a otros usuarios de TBH en sus contactos, creando así la posibilidad de que todos los estudiantes interactúen indirectamente en la aplicación.

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El principal atractivo es que se pueden enviar anónimamente comentarios positivos a los amigos. Esto se hace a través de encuestas enviadas por todos los usuarios de TBH y revisadas por los propios empleados de la red.

Cada ronda consta de 12 encuestas que se responden sobre los cuatro amigos seleccionados aleatoriamente por la aplicación. Después de esa ronda, hay que esperar un cierto tiempo antes de volver a jugar -aumentando la adicción al juego- o utilizar tres “gemas” para comprar otra ronda. Las gemas se recolectan jugando a menudo, por lo que la capacidad de jugar más tiempo aumenta exponencialmente.

Esto es similar a permitir que el oponente gane en los juegos de azar como el poker o el blackjack para persuadirlos de seguir jugando.

Las encuestas incluyen adjetivos como “Fearless” (valiente) o “11/10”, y declaraciones como “Con más probabilidades de encontrar tesoros escondidos”, “Más dulce que la miel” y “Agradable a la vista”. Todas las encuestas son positivas, y tienen la intención de hacer que el destinatario se sienta bien con sí mismo.

Y aquí yace el problema. TBH convierte los cumplidos en una droga tan peligrosa como la cocaína, hace que alguien se sienta bien, pero esa sensación es de corta duración y crea una dependencia. De acuerdo con Psychology Today, la adicción puede generarse cuando una persona participa en una actividad que puede ser placentera, pero cuya continuación se vuelve compulsiva (por ejemplo, revisar el teléfono cada diez minutos para ver si hay nuevas notificaciones de TBH) e interfiere con las preocupaciones cotidianas, como la salud mental en particular.

Además, TBH comparte características con juegos de disparos en primera persona (FPS, por sus siglas en inglés), como Call of Duty. Muchos adolescentes se vuelven adictos a estos juegos FPS; a veces pasan toda la noche despiertos y olvidan comer porque el juego constantemente les está proporciona pequeñas recompensas. Cuando un jugador dispara y mata a su oponente, siente un pequeño estallido de placer y desea más, lo cual puede compararse con la oleada de placer que uno siente al leer su más reciente cumplido de TBH.

TBH también usa una forma de dinero, como muchos juegos FPS hacen, para representar una colección casi tangible de elogios.

Pronto, la autoestima se convierte en un frasco de propinas perpetuamente vacío, que aumenta a medida que se reciben más elogios y se reduce cuando esa buena sensación inicial desaparece.

Cuando uno depende de un flujo constante de validación, no tiene verdadera autoestima.

Esto también puede transformarse en algo más profundo, más allá de la apariencia o la probabilidad de ser una estrella de un reality show.

Según el psicólogo Ethan Kross, de la Universidad de Michigan, el uso de las redes sociales puede asociarse con una mayor soledad, ansiedad, depresión y una disminución general de la satisfacción en la vida.

Los niños que no se sienten atractivos porque nadie les dijo que lo son, pueden convertirse en adultos que no se creen merecedores de amor.

Por lo general, uno puede imaginar que las heridas a la autoestima provienen de los comentarios negativos en internet, sin embargo, los positivos pueden causar más daño, sin importar cuán buenas sean las intenciones.

Un amigo que pregunte anónimamente “¿Te dolió cuando caíste del cielo?” se convierte en una solución rápida para una confianza instantánea que desaparecerá momentos más tarde, convirtiéndose así en un cumplido sin sentido del frasco de falsa autoestima, que dura mientras uno tenga personas que lo elogien continuamente, lo cual es imposible de mantener.

Los comentarios negativos acerca de uno mismo pueden ser ignorados con la frase común “los aborrecedores siempre van a odiar”, pero el problema que surge con la ausencia de comentarios positivos no tiene una solución sencilla.

Cuando uno se mira al espejo, ¿se ve a sí mismo o todas las diferentes versiones de uno que han sido alimentadas a la fuerza por las redes sociales?

Esta generación de adolescentes y niños nunca podrá ser verdaderamente independiente porque han sido entrenados como perros por aplicaciones adictivas, como TBH, que convierten su autoimagen en un juego donde el objetivo nunca se cumple porque el jugador siempre vuelve al principio, un paso adelante y diez hacia atrás.

Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, visite aquí

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