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No lo podrá creer, pero el Alzheimer afecta más a los que hablan mal de los mayores

Un nuevo estudio sugiere que el estrés de los estereotipos negativos sobre el envejecimiento no le hace ningún favor al envejecimiento cerebral.

Un nuevo estudio sugiere que el estrés de los estereotipos negativos sobre el envejecimiento no le hace ningún favor al envejecimiento cerebral.

(Carolyn Cole/Los Angeles Times)
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La próxima vez que estés atrapado detrás de una persona mayor lenta y te encuentres pensando en los estereotipos negativos del envejecimiento, considera esto: Un nuevo estudio halló que las personas que están inclinadas a creer que las personas mayores son más lentas, infelices y menos audaces que el resto de nosotros, son más propensas -- cuando, décadas después, ellos mismos se conviertan en personas mayores – a exhibir los cambios en el cerebro observados en aquellas personas con la enfermedad de Alzheimer.

Eso te debería de enseñar a respetar a tus mayores.

Los últimos hallazgos tampoco son mera casualidad. Añaden a un cúmulo de investigación que ha encontrado que el mantener opiniones negativas sobre el envejecimiento pone a uno en mayor riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular de deterioro cognitivo más rápido – incluyendo los problemas de memoria -- más adelante en la vida.

Los autores de la investigación más reciente -- conducida por Susan M. Resnick, científico jefe sobre envejecimiento cerebral de los Institutos Nacionales de la Salud – atribuyen los efectos a largo plazo de las actitudes negativas sobre el envejecimiento, al estrés. Si vives el tiempo suficiente con la creencia de que las personas mayores son afectadas con problemas físicos, cognitivos, financieros y hasta sexuales, el estrés de creer que estás marchando hacia el mismo fin cobrará su precio.

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En el nuevo estudio, publicado en la revista Psychology & Aging, Resnick y los investigadores de Yale, Johns Hopkins y el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento se aprovecharon del Estudio Longitudinal del Envejecimiento en Baltimore, cuyos participantes comenzaron a recibir escáneres cerebrales anualmente a partir de, en promedio, la edad de 69 años. Todos estaban físicamente y cognitivamente sanos cuando fueron reclutados para el estudio y completaron una encuesta exhaustiva que indagaba sobre sus actitudes sobre el envejecimiento.

Los investigadores examinaron los cerebros en envejecimiento de los participantes de dos maneras: Inspeccionaron los cambios vistos en los escáneres de imagen de resonancia magnética, tomados durante más de 10 años, de los cerebros de 52 sujetos. Y realizaron estudios post mortem de los cerebros de 74 participantes cuyas muertes se produjeron, en promedio, 20 años después de que habían llenado sus encuestas de la actitud sobre el envejecimiento.

Por ambas medidas, los cerebros de aquellas personas que mantuvieron opiniones negativas sobre el envejecimiento se veían notablemente diferentes que los cerebros de aquellos cuyas opiniones sobre el envejecimiento eran más positivas. Las resonancias magnéticas demostraron que aquellas personas que mantuvieron los estereotipos más negativos sobre el envejecimiento, en promedio, experimentaron un encogimiento dramáticamente mayor del hipocampo -- la estructura localizada profundamente en el cerebro que es fundamental para la memoria -- de lo que hicieron aquellos que mantuvieron opiniones positivas sobre el envejecimiento.

La pérdida de volumen en el hipocampo es una señal física clave de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.

Los estudios post mortem mostraron que los cerebros de las personas cuyas actitudes sobre el envejecimiento habían sido más negativas tenían significativamente más placas amiloideas y ovillos neurofibrilares -- ambas características distintivas de la enfermedad de Alzheimer – diseminadas en regiones claves a través de sus cerebros que aquellas personas con opiniones más positivas.

Ambas observaciones se mantuvieron incluso después de que los investigadores tomaron en cuenta la edad, el sexo y una serie de factores que pueden afectar la salud del cerebro. Y el hecho de que las observaciones se mantuvieron por dos medios diferentes de medición de la estructura cerebral -- con el tiempo y después de la muerte -- sugiere claramente que las actitudes sobre el envejecimiento influyen en la estructura del cerebro, y no que las personas con enfermedad de Alzheimer todavía no diagnosticada son simplemente más negativos sobre el envejecimiento.

El estudio, dicen sus autores, es el primero en sugerir que un “factor de riesgo basado en la cultura predice el desarrollo” de los cambios en el cerebro que están claramente vinculados a la enfermedad de Alzheimer. Mucho antes de que los cambios insidiosos de la demencia hagan sus primeras incursiones en el cerebro, podemos tratar de prevenir el deterioro cognitivo al ajustar nuestras actitudes.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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