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Necesité de todo mi valor para decir: ‘Tengo herpes’

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Estaba recientemente divorciada, casi con 50 años y lista para volver al ruedo. Excepto que, esta vez, tenía herpes.

Estuve casada durante 17 años y me sentía ansiosa por volver a unirme al mundo de las citas, así que me inscribí en Match.com. Me sorprendió lo profesionales que eran algunos de los perfiles, como si los usuarios emplearan retratos profesionales para sus fotos de perfil. Realicé una búsqueda de “hombre busca mujer”, para ver el tipo de competencia que enfrentaba. Todas ellas parecían tan aptas y atractivas, y todas proclamaban su amor por el senderismo y el yoga.

Crecí en L.A. y fue difícil; era gordita, un patito feo. Vivía en Hawthorne, pegado a la playa, donde parecía que todas las chicas de mi edad estaban creadas para el bikini y todos los varones estaban listos para practicar surf en cualquier momento. Me llevó mucho tiempo sentirme cómoda en mi propia piel, y ahora no estaba dispuesta a dar un paso atrás en el área de la autoconfianza. Quería proyectarme como atractiva, inteligente, financiera y emocionalmente estable. No iba a dejar que el hecho de haber tenido dos hijos y estar en el rango de ropa de talla 14 me detuviera. Mi plan de acción era salir, conocer a alguien y ver si había potencial.

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Match.com es como una caja de chocolates, nunca sabes lo que vas a conseguir. Hay muchos sapos y no hay garantías de conocer a ningún príncipe. Terminé conociendo a un chico que realmente me gustaba, y él también gustaba de mí. Vivía relativamente cerca, en el Valle de San Fernando. Tuvimos algunas citas, y después de la cuarta o quinta, era obvio que íbamos a terminar en la habitación. Decidí que era momento de tener “la charla”. Me tomó todo el coraje que tenía en mi interior decirle que padecía herpes. Él se mostró apropiadamente agradecido por mi honestidad, y luego desapareció.

Como soy una persona impaciente y altamente sensible, le envié un mensaje que básicamente decía: “Está bien si no quieres tener nada que ver conmigo, pero ten el coraje de afrontarlo y decirlo”. Aunque sabía que era en vano, le dije que creía que teníamos mucha química y que era una pena tirarlo todo a la basura. Me las arreglé para obtener una respuesta de su parte, que fue que después de 20 años de estar casado esta vez iba a “hacer las cosas bien”. Supuse que eso también significaba “no con alguien con herpes”.

Me juré a mí misma que nunca, nunca más me expondría a una situación así otra vez. No me importaba si tenía que estar sola el resto de mi vida, no iba a tener ‘la conversación’ con nadie más. Humillada y decidida, busqué en Google hasta que encontré un sitio web llamado Positive Singles, un sitio de citas para personas con herpes u otras enfermedades de transmisión sexual. Herida y con timidez, creé un perfil vacío y solo hurgué en el sitio. Leí algunos de los foros; miré algunos perfiles. Al igual que antes, revisé la competencia: otra vez las caminatas y el yoga.

Con actitud desafiante, destaqué mi falta de interés por el yoga en mi perfil y me centré en reflejar a una persona con mucho por dar… aunque no herpes, porque, bueno, este era un sitio de citas para personas que ya lo padecían.

Descubrí que ‘un sitio de citas es un sitio de citas. Más sapos… El hombre casado sólo en busca de sexo (¿No hay foto de perfil? ¿No me da su número de teléfono celular? No, gracias). El tipo que bebía demasiados margaritas antes de llegar al restaurante (Granada’s, en Burbank) , el que admitió que no era honesto sobre su pasado porque éste incluía relaciones swinger y BDSM (Bondage, dominación, sadomasoquismo).

Conocí a un hombre que realmente me gustó mucho. Vivía en North Hollywood, muy cerca de Victory Boulevard. Era músico, me hizo reír como loca, pero al final, sus publicaciones altamente políticas y antisemitas en Facebook me hicieron dar cuenta de que también era muy inestable.

Y luego conocí a “F.” Era un nativo del sur de California, como yo. Había estado casado durante casi 20 años, como yo. No hacía yoga, pero sí disfrutaba del senderismo, y a mí me gustaba lo suficiente como para pasarlo por alto. Lo mejor de todo es que nunca tendría que tener “la conversación” con él. Resulta que, a pesar de que tiene herpes, éste es completamente asintomático. ¡Qué afortunado!

Hablamos muchas veces por teléfono antes de encontrarnos en persona. A pesar de vivir al norte de Los Ángeles, condujo hacia mi zona para conocerme y tomar un café.

Después de unos meses de citas, nos mudamos juntos. Llevamos casi dos años de relación. Es amable, inteligente, me encanta cómo su sentido del humor complementa el mío. Sigo siendo cautelosamente optimista sobre nuestro futuro.

Y estoy muy agradecida de que, en este punto, nunca más deba volver a tener ‘la conversación’.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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