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Los vestuarios más recordados de Michelle Obama en sus ocho años en la Casa Blanca

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En aproximadamente un mes, Melania Trump sucederá a Michelle Obama como la figura femenina que será el centro de atención del mundo occidental. Cada vez que aparezca al lado del presidente, descendiendo del Air Force One o en una cena de estado, su relación con la moda -y su influencia sobre ésta- se solidificará un poco más.

Durante los años de gobierno de su esposo, el mundo gradualmente aprenderá acerca de sus preferencias personales, sus diseñadores predilectos, y a descifrar los mensajes codificados de su vestuario.

Un equipo o dos harán inevitablemente que que los críticos de la moda retuerzan sus manos y rechinen los dientes con desesperación. De la misma inevitable manera, otras opciones de vestuario llegarán a personificar la apariencia de la primera dama entrante, ubicándola para siempre en la conciencia de la cultura pop junto al emblemático casquete de Jackie Kennedy, la célebre predilección por el rojo de Nancy Reagan y el omnipresente collar de perlas de Barbara Bush.

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Así también ha ocurrido con la actual primera dama. Presentada como una pizarra en blanco durante las primeras etapas de la campaña de su marido para la Casa Blanca, la apariencia de Obama llegaría a ser definida por los brazos desnudos y esculpidos (que, como se recordará, originalmente causaron cierto revuelo), su preferencia por los patrones florales y los suéteres de tipo cardigan. Aunque se la ha fotografiado vistiendo casi todos los colores del arco iris, su guardarropas tiene un toque profundo de blanco y negro, con tonos de amarillo desplegados para puntualizar las ocasiones importantes.

Debe tenerse en cuenta que la primera dama contó con cierta ayuda para cautivarnos con el correr de los años, especialmente por parte de la asesora de vestuario Meredith Koop -algo que el resto del mundo llamaría ‘una estilista’- y por su peinador de larga data, Johnny Wright.

En cuanto a los looks específicos que podrían definir a la actual primera dama para la posteridad, los últimos ocho años han sido un muestrario de candidatos adecuados. Por lo tanto, antes de dar vuelta la brillante página de la Sra. O. y pasar a la Sra. T., vale la pena destacar algunos de sus vestuarios que influirán en cómo la historia (bueno, al menos la historia de la moda) considerará a esta graduada de la Escuela de Derecho de Harvard y esposa del 44º presidente de los EE.UU.

Notorio negro y rojo

¿Cómo vestir para un momento histórico? Si uno es Michelle Obama y está listo para subir al escenario en el Grant Park de Chicago junto al flamante presidente electo y sus dos hijas pequeñas, debe optar por un vestido con el potencial de convertirse en algo tan imborrable como la ocasión misma. Y el modelo rojo y negro, sin mangas, recién salido de la pasarela de presentación de la colección primavera de 2009 del diseñador estadounidense Narciso Rodríguez (junto con un cardigan negro) fue, de hecho, publicado en las portadas de los periódicos alrededor del mundo.

Con una tela negra que cruzaba el frente, y manchas de color rojo a través del busto y las caderas, Booth Moore, el excrítico de moda del Times, lo señaló como “una declaración importante; el rojo patriótico estallando entre el negro como fuegos artificiales en el cielo nocturno”. (Fue un indicador temprano de lo muy discrepantes que serían las opiniones acerca de los vestuarios de Michelle Obama, sobre los cuales todo el mundo parece tener una opinión. A algunos lectores les había gustado el vestido, a otros definitivamente no, y uno puntualmente lo vinculó con el aborto).

Aquí viene el sol

Para su siguiente aparición de alto perfil -el Día de la Inauguración del mandato, en enero de 2009- Obama acompañó a su esposo durante la ruta del desfile en un conjunto combinado de vestido y chaqueta de tela y encaje, de Isabel Toledo, en un estilo retro a lo “Mad Men” y en un optimista tono amarillo, entre el color limón y el de la mantequilla recién batida. Para completar el conjunto llevó guantes de cuero color verde oliva y unos zapatos de tacón de Jimmy Choo, dos accesorios que lograban hacer aún más memorable su elección.

No había forma de saberlo por entonces, pero la franja amarilla-naranja del arco iris se convertiría en el equivalente a un signo de exclamación dentro del guardarropas de la primera dama. El equipo más memorable se vio en enero de 2016, cuando eligió un vestido sin mangas color caléndula, de la colección prêt-à-porter de otoño 2015 de Narciso Rodríguez, para acompañar a su esposo en el último discurso del Estado de la Unión.

Diplomacia de vestuario

Otra pista importante para el guardarropa de Michelle Obama aconteció cuando el matrimonio organizó su primera cena de estado, en noviembre de 2009, en honor del primer ministro indio Manmohan Sing y su esposa, Gursharan Kaur. Para la ocasión, Michelle rindió homenaje a la democracia más grande del mundo con un vestido creado por el diseñador Naeem Khan, nacido en Bombay y residente de Nueva York, cuyo nombre se volvería muy familiar para los fanáticos de la moda de la primera dama a lo largo de los años. El vestido brillante sin tirantes, de color champaña y con apliques florales fue el primero de varios muy elegantes trajes sin mangas que se verían en sucesivas cenas de estado -habría una docena más de ellas-, siempre eventos muy seguidos por los fanáticos de la moda.

Otro impactante vestuario de una cena de estado fue el modelo de seda de crepe negro, estilo sirena, que vistió en septiembre de 2015 en ocasión de la cena de honor para el presidente de China Xi Jinping y su esposa, Peng Liyuan. La elección llegó a los titulares de los diarios no sólo porque la prenda resumía el glamour pasado de Hollywood o porque provenía de la colección de Vera Wang (cuyos padres emigraron a los EE.UU. desde China), sino porque algunos lo consideraron como una segunda oportunidad diplomática después de su elección de un traje de la casa británica Alexander McQueen para la cena, en 2011, en honor al predecesor de Jinping, Hu Jintao.

Los esfuerzos de Obama en la diplomacia del vestuario se extendieron más allá de los asuntos de alto perfil y de las fronteras del país. En 2014, por ejemplo, llegó a Beijing con un vestido de lana negra recubierto de retazos de cuero y gamuza color crema, de Derek Lam, un diseñador estadounidense de origen chino. En un viaje a Sudáfrica, en 2011, combinó un chaleco y pantalones de J. Crew con una blusa de ASOS Africa, una colección de la tienda en línea ASOS, del Reino Unido, que ayuda a financiar la construcción de negocios sostenibles en comunidades africanas desfavorecidas.

La constante de J. Crew

Hablando de J. Crew, ningún resumen del legado de Obama en la moda estaría completo sin destacar su influencia sobre esa marca. Un elemento básico de su vestuario casual (a veces combinado con piezas de lujo, para crear un look mixto), las ventas de ciertas prendas subieron notablemente después de que la primera dama las luciera, incluso antes de que su marido llegara a la Casa Blanca. Luego de mencionar la marca durante una aparición, en octubre de 2008, en el programa “The Tonight Show With Jay Leno”, la falda amarilla-dorada ($148), la blusa de seda italiana amarilla-marrón ($148) y la chaqueta de color amarillo mostaza ($118) se agotaron en línea al día siguiente.

Cuando la marca la acompañó en las páginas de la edición de marzo de 2009 de la revista Vogue (donde lució un vestido tubo color rosado de Jason Wu para la que se convertiría en la primera de sus tres portadas en la publicación), J. Crew se sintió lista para capitalizar la fascinación de la primera dama por sus prendas y publicó una imagen como adelanto de la sesión fotográfica de la revista para alertar a las clientas que el cardigan escote en V de cachemira, la camisola de satén y la falda de tweed de la colección otoño 2009 estaban ya disponibles para pedidos anticipados.

Cuando los Obama realizaron su primer viaje oficial a Londres, en 2011, el cardigan crema y plateado de J. Crew - que la primera dama combinó con una versión color verde menta de la ya mencionada falda- se agotó horas después de que se mostraran las fotos.

Un impactante momento final

Si el vestido de Narciso Rodríguez para la noche de elecciones en 2008 había sido un petardo rojo y negro en el cielo nocturno, entonces el atuendo que Michelle Obama eligió para la última cena de estado, el 18 de octubre, fue el gran final, con el máximo despliegue de fuegos artificiales imaginable. Los homenajeados de la noche eran el primer ministro italiano Matteo Renzi y su esposa, Agnese Landini. El país de origen de ambos se reflejó en la glamorosa elección de la primera dama, un brillante vestido largo y ajustado, de Atelier Versace, que dejó a muchos con la boca abierta.

Puede haber sido porque el vestido rosa-dorado con corte asimétrico en el cuello y detalles de drapeado era similar al usado por las ‘mujeres guerreras’ que habían desfilado por la pasarela de la Semana de la Moda de París unas pocas semanas antes (las mujeres poderosas en general -y el feminismo en particular- fueron un gran tema central del evento parisino). O quizás porque representó el poderoso simbolismo de colaboración entre mujeres al vestir un modelo diseñado para ella por Donatella Versace, semanas antes de una elección que podría haberle dado a los EE.UU. su primera presidente mujer en la historia. O tal simplemente por el hecho de que lucía -en términos no muy profesionales- espectacularmente bien, y punto.

Tal vez es por todo lo anterior a la vez. Cualquiera sea el motivo, apostamos a que ese vestido rosa-dorado estará entre los vestuarios más recordados de Michelle Obama durante sus ocho años como primera dama -primero en la lista, junto con las faldas de J. Crew-.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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