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Los hogares de ancianos fallan en el control de infecciones, pero rara vez son castigados por ello

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Los pasos básicos para prevenir infecciones -como lavarse las manos, aislar a pacientes contagiosos y evitar que enfermeras y asistentes enfermos asistan al trabajo- son ignorados rutinariamente en los hogares de ancianos del país, una práctica que pone en peligro a los residentes y propaga gérmenes peligrosos.

Un análisis de Kaiser Health News a partir de cuatro años de registros de inspección federales muestra que el 74% de los hogares de ancianos fueron citados por fallas en el control de infecciones, más que por cualquier otro tipo de violación sanitaria. En California, los inspectores de salud citaron a todas menos a 133 de las 1,251 instalaciones del estado.

Aunque las infracciones repetidas son comunes, las medidas disciplinarias, como las multas, son poco frecuentes: en todo el país, sólo uno de cada 75 hogares con deficiencias en esos cuatro años recibió una penalidad importante que pueda dar lugar a una sanción económica, según el análisis.

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“Las instalaciones entienden entonces que no tienen que hacer nada”, afirmó Michael Connors, de California Advocates for Nursing Home Reform, una organización sin fines de lucro con sede en San Francisco. “Les dan advertencias de bajo nivel, año tras año, y ellas han aprendido a ignorarlas”.

Las infecciones, muchas de las cuales son evitables, causan una cuarta parte de las lesiones que los beneficiarios de Medicare experimentan en los hogares de ancianos, de acuerdo con un informe federal. Además, se encuentran entre las razones más frecuentes por las cuales se envía a los residentes al hospital. Según una estimación del gobierno, las infecciones asociadas a la asistencia sanitaria pueden provocar hasta 380,000 muertes cada año.

La propagación del Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM), y otros gérmenes resistentes a los antibióticos se han convertido en un importante problema de salud pública. Si bien Medicare comenzó a penalizar a los hospitales por las altas tasas de ciertas infecciones, no ha habido un castigo similar en los hogares de ancianos.

Mientras que las estadías hospitalarias promedio se acortaron a 4.5 días en 2012, de 7.3 días en 1980, los pacientes que hace una generación se hubiesen recuperado completamente en los hospitales ahora con frecuencia concluyen sus tratamientos en hogares de ancianos. Más débiles y, por lo tanto, más susceptibles a las infecciones, algunos necesitan apoyo respiratorio y tienen heridas quirúrgicas en curación, dos condiciones ante las cuales las infecciones son más probables.

“Hay una afluencia de pacientes vulnerables, pero los modelos de personal todavía están más orientados al residente tradicional de larga estadía”, aseguró la Dra. Nimalie Stone, epidemióloga médica de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) para cuidados a largo plazo. “[Ese] tipo de atención es mucho más complicada, y las instalaciones deben considerar una mayor dotación de personal”.

Los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS, por sus siglas en inglés), que supervisan las inspecciones, reconocieron que muchos hogares de ancianos necesitan hacer más para combatir los contagios. El año pasado, la organización exigió a las instalaciones de cuidados a largo plazo que implementen mejores sistemas para prevenir infecciones, detectar brotes desde el principio y limitar el uso innecesario de antibióticos a través de un programa de administración.

Pero la agencia no cree que haya escatimado en sanciones. CMS dijo en un comunicado que la mayoría de las infracciones al control de infecciones no justificaron multas porque no pusieron a los residentes en cierto peligro. Por ejemplo, si un inspector observó que una enfermera no se lavaba las manos mientras cuidaba a un residente, para la agencia tal conducta justificó una citación de bajo nivel “a menos que hubiera un resultado negativo real para el residente o existiera la probabilidad de un serio brote”.

En noviembre, CMS perdonó sanciones por 18 meses contra las instituciones que violen la nueva regla de administración; la industria había dicho que los hogares de ancianos necesitaban más tiempo para prepararse (la moratoria no afecta el requisito de administración de antibióticos de California, que entró en vigor el pasado enero).

Holly Harmon, directora sénior de servicios clínicos de la Asociación Estadounidense de Atención Médica, un grupo comercial de hogares de ancianos, aseguró que la industria avanzó en la lucha contra las infecciones mediante una mejor capacitación y estímulos para que los miembros del personal busquen brechas en el control de infecciones y las denuncien. El porcentaje de residentes de hogares de ancianos con infecciones del tracto urinario -el único tipo de infección que todos los hogares de ancianos deben informar a Medicare- disminuyó en más de la mitad desde 2011.

“El control de la prevención es una prioridad”, declaró Harmon. “El camino realmente está enfocado en la mejora continua”.

Sin embargo, James Morris no vio tal dedicación cuando su madre, Georgina Morris, ingresó al Astoria Nursing & Rehabilitation Center, en Sylmar, en octubre de 2015. “Los trabajadores entraban y salían sin lavarse las manos”, narró.

Mientras estuvo allí, Georgina Morris, de 86 años, enfermó de una cepa particularmente virulenta de Clostridium difficile, conocida como C-diff. James Morris insistió en que su madre, que estaba severamente deshidratada, fuera trasladada al hospital, donde finalmente permaneció durante 10 días. La mujer tuvo brotes subsecuentes de la infección por los cuales debió ser reingresada y, más tarde, necesitó un trasplante fecal -en el cual los médicos transfirieron heces de un paciente sano a sus intestinos-, un procedimiento que puede tratar la infección al introducir bacterias que contrarrestan los gérmenes C-diff.

James Morris se quejó de Astoria a las autoridades de salud poco después de que su madre se fuera de allí. Los registros muestran que los inspectores esperaron 18 meses -hasta una revisión programada regularmente, en mayo de 2017-, antes de investigar su caso. Tales retrasos son comunes: los casos del Departamento de Salud Pública de California permanecen abiertos, en promedio, durante casi 20 meses.

Aunque los inspectores culparon a los trabajadores de Astoria por no haberse lavado las manos mientras trataban a Georgina Morris, no pudieron determinar definitivamente si la paciente contrajo la infección allí o antes de llegar. Pero la inspección encontró otros fallos de control de infecciones en todo el hogar: una asistente limpió una pared con la misma tela usada para asear un inodoro; un paciente tuvo una línea intravenosa sucia por más tiempo de lo necesario; el inspector vio como un trabajador no se lavaba las manos después de entregarle una bandeja de desayuno a un residente contagioso en aislamiento.

Fue el segundo año consecutivo en que los inspectores citaron al hogar por un control de infección deficiente, que tuvo el potencial de dañar a los residentes. Ambas citaciones se encontraron por debajo del nivel que podría desencadenar multas.

Astoria no respondió a las solicitudes de comentarios.

En otros lugares, los reguladores de la salud son igualmente reacios a afirmar que los errores en las residencias de ancianos causaron infecciones en los pacientes, o los pusieron en un peligro inminente. Sólo 161 hogares, entre los 12,056 que infringieron las normas de control de infecciones, fueron citados en esos niveles más altos desde 2014, según el análisis de Kaiser Health News.

El valor disuasivo de las citas de bajo nivel es cuestionable: las autoridades han citado a 7,045 hogares más de una vez por lapsos de control de infecciones, incluidas 942 que acumularon cuatro o más violaciones, detectó el análisis.

“Tal vez un castigo mayor podría ser más útil”, expresó Joseph Rodrígues, ombudsman de cuidados a largo plazo de California.

Los registros de inspección muestran que las enfermeras y asistentes a menudo no están familiarizados con los protocolos básicos, como usar ropa protectora al entrar en contacto con residentes contagiosos y aislarlos de los demás en el hogar y los visitantes. Otros no están capacitados adecuadamente sobre cómo higienizar a los pacientes. Otras instituciones, apuradas y sin personal suficiente, toman atajos que comprometen las precauciones sanitarias.

“Siempre nos ha sorprendido la frecuencia con que presenciamos casos de quienes brindan atención en instalaciones y no se lavan las manos, lo cual tiene que ser lo más básico en el control y la prevención de infecciones”, expresó Sherry Culp, quien, quien como ombudsman de cuidados a largo plazo de Kentucky aboga por los residentes de hogares de ancianos agraviados.

Otro problema recurrente proviene de enfermeros y asistentes que infectan a los residentes porque acuden a trabajar cuando están enfermos, a sabiendas de que no se les pagará si faltan, afirmó el Dr. David Nace, profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh.

Durante un brote de norovirus, en enero, en el Centro de Salud y Rehabilitación Fir Lane en Shelton, Washington, al menos seis empleados infectados regresaron al trabajo sin esperar el mínimo de 48 horas después de que sus síntomas disminuyeran. Los inspectores descubrieron que el virus finalmente se propagó a 32 empleados y 43 residentes, más del 40% de quienes viven en el hogar. Fir Lane no respondió las solicitudes de comentarios de este periódico.

“Tienen unas políticas draconianas para progresar”, afirmó Nace, en una generalización sobre la industria de hogares para adultos mayores. “Y si no tienen las políticas draconianas, entonces todos progresan. Eso afecta a toda la industria de la salud “.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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