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Las noticias falsas desalientan el uso de las estatinas, un medicamento que puede salvar vidas

Propaganda de internet que promueve críticas no científicas acerca de las estatinas le ha dado mala reputación a estas drogas, que pueden salvar vidas, advirtió el Dr. Steven Nissen, de Cleveland Clinic.

Propaganda de internet que promueve críticas no científicas acerca de las estatinas le ha dado mala reputación a estas drogas, que pueden salvar vidas, advirtió el Dr. Steven Nissen, de Cleveland Clinic.

(Peter Dazeley / Getty Images)
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La negación ya no está destinada únicamente al cambio climático. En un entorno político en el que abundan las acusaciones de exageraciones, engaños y noticias falsas, se suma una nueva polémica, y vuelve a los fundamentos que han demostrado ser fértiles para las teorías conspirativas: la medicina.

La más reciente acusación de “noticia falsa” fue contra aquellos que argumentan que los medicamentos conocidos como estatinas causan más daños que beneficios, y que las dietas de moda, los remedios naturales y el pensamiento ilusorio protegen mejor a las personas de las enfermedades coronarias que estos medicamentos ubicuos.

Las acusaciones están en todas partes en internet, afirmó el cardiólogo de Cleveland Clinic Dr. Steven Nissen. Al escribir ‘riesgos de estatinas’ en un motor de búsqueda se obtienen unos 3.5 millones de visitas, con acusaciones -abrumadoramente engañosas- contra estos medicamentos y elogios hacia alternativas cuya efectividad no ha sido demostrada por la ciencia, señaló.

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El médico descubrió con incredulidad que algunos sitios online sugieren que los pacientes con niveles más altos de colesterol LDL (el popularmente llamado ‘colesterol malo’) son más saludables. Quizás, expuso el especialista, estaban siguiendo el ejemplo de los negadores del cambio climático, quienes alaban la presencia de más dióxido de carbono en la atmósfera.

Si, por contraste, se escribe “beneficios de las estatinas” en un buscador, apenas se encuentran 655,000 resultados, notó el médico. “Las estatinas han desarrollado una mala reputación entre el público, un fenómeno impulsado en gran parte por la proliferación en internet de críticas extrañas y poco científicas, pero aparentemente persuasivas, de estas drogas”, escribió Nissen en un editorial publicado el lunes en Annals of Internal Medicine.

“Estamos perdiendo la batalla de los corazones y las mentes de nuestros pacientes, en manos de sitios web creados por personas con poca o ninguna experiencia científica, que a menudo venden remedios ‘naturales’ o ‘libres de drogas’ para los altos niveles de colesterol”, añadió Nissen. Este “culto impulsado por internet” niega los beneficios de las estatinas y eleva los temores de sus efectos secundarios, para luego beneficiarse de la confusión resultante vendiendo aceite de serpiente.

Los fuertes comentarios de Nissen concuerdan con lo que parecía una ciencia bien establecida: que las estatinas pueden -y logran, en efecto- reducir las tasas de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares cuando las ingieren quienes las necesitan.

Pero este consenso de los cardiólogos no ha generado una nación de devotos, lo cual lleva a expertos como Nissen a preguntarse por qué las estatinas no han sido más ampliamente aceptadas, y por qué tantos abandonan su ingesta.

De los 56 millones de estadounidenses que son considerados candidatos a ingerir drogas con nombres como simvastatina, lovastatina, pravastatina y atorvastatina, apenas la mitad las emplea. Y entre quienes reciben una prescripción de estatina por parte de un médico -incluso quienes han sufrido un ataque cardíaco o accidente cerebrovascular, y quienes reducirían drásticamente sus probabilidades de sufrir otro- la tasa de abandono se encuentra entre el 40% y 60%.

Para un país que pierde casi mil millones de dólares al día por ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares (ACV), los costos de dicha negativa a las estatinas son altos. Pero los pacientes que renuncian a ellas, o se niegan a tomarlas cuando se les indica, también sufren un alto costo.

En 19 estudios separados, los investigadores hallaron que los pacientes que interrumpen la medicación con estatina son entre un 22% y cinco veces más propensos a desarrollar enfermedades cardiovasculares que aquellos que siguen consumiéndola. Los mismos estudios evaluaron las probabilidades de morir prematuramente entre un 25% y dos veces y media más altas que aquellos pacientes que continúan su uso.

Los comentarios de Nissen en el editorial fueron en respuesta a otro estudio, que mostró que los pacientes que abandonan la prescripción de estatinas corren un riesgo significativo, aunque más modesto de lo que sugiere la prueba anterior.

La nueva investigación, también publicada el lunes en Annals of Internal Medicine, se basa en los registros médicos de más de 28,000 pacientes en el Beth Israel Hospital, en Boston, quienes recibieron la medicación con estatinas y luego se quejaron ante su médico por algún efecto secundario desagradable. También comparó los resultados durante cuatro años del 70% de quienes se quejaron pero continuaron tomando la estatina, frente al 30% de quienes abandonaron la medicación.

El nuevo estudio descubrió que quienes habían dejado de tomar la medicina tenían 14% más probabilidades de sufrir un ataque cardíaco, o ACV, o incluso la muerte, que aquellos que continuaban con ésta. Además, sugirió que por cada 59 pacientes que cesan la terapia con estatinas, uno sufriría un ACV, ataque cardíaco o moriría durante los próximos cuatro años. Y uno más moriría por cada 83 que dejaran de tomar la medicación.

Sin embargo, los investigadores están más divididos sobre por qué las personas dejan la medicación. El debate se centra en el impacto relativo de los efectos secundarios reales, y los efectos de aumento de las expectativas de los pacientes, que a menudo están fomentadas por relatos online. Hasta el 20% de los pacientes a quienes se les prescribe una medicación de estatinas para bajar su colesterol experimentan efectos secundarios como dolores musculares y debilidad, molestias estomacales u olvidos.

Para muchos, los problemas musculares y estomacales son muy reales, aunque hay creciente evidencia de que esos efectos secundarios han sido inducidos por la sugestión. Se trata del inverso del efecto placebo -a menudo se lo llama el ‘efecto nocebo’- y los investigadores en los últimos años se han sumado a un acalorado debate acerca de cuán ciertos son los efectos secundarios de las estatinas.

En un ensayo clínico, en el cual los investigadores advierten de posibles efectos como dolor muscular, el 10% de los sujetos que consumían estatinas se quejaron de ello. Pero el 5% de quienes consumieron un placebo también se quejaron. En una prueba ampliamente citada, con la cual Nissen colaboró, la tasa de efectos secundarios “inducida por nocebo” fue mucho mayor.

Dado el poder de la mente sobre el cuerpo, la sugerencia de un posible efecto secundario puede crearlo. “Somos una generación que recurre a Twitter, Facebook e internet para buscar información médica, y hay un gran culto de oposición a estas drogas”, expresó Nissen. “Estos hechos alternativos están allí, y lucen como verdades para mucha gente”.

El Dr. Paul D. Thompson, jefe de cardiología de Hartford Hospital y profesor de medicina de la Universidad de Connecticut, ha advertido largamente que los efectos secundarios -reales- son un problema de las estatinas que debe ser abordado, y cree que el Dr. Nissen, con sus polémicos ataques, podría estar jugando al provocador.

Nissen tiene razón en cierto punto, señaló Thompson, quien no participó de la investigación publicada el lunes. Pero los médicos no pueden descartar ligeramente las quejas de sus pacientes, agregó. “No, no creo que sea una conspiración de internet. Creo que hay mucha falta de documentación en internet, y que eso confunde a la gente. Pero eso es, en parte, culpa nuestra: un paciente tomará medicaciones si confía en su médico y si piensa que éste hace lo mejor para él”.

En cuanto a lidiar con los efectos secundarios, Thompson advirtió que “en mi experiencia, no es bueno decirle a la gente que está mintiendo o que está loca”. Los médicos necesitan reconocer las preocupaciones de sus pacientes y poner un alto al medicamento para ver si los síntomas desaparecen, sostuvo. También pueden volver a intentarlo con una dosis más baja o con una medicación estatina diferente, y reforzar al paciente que seguir tomando la droga podría crear una gran diferencia para su vida, agregó.

Nissen concuerda en que tratar de convencer a los pacientes de que sigan el tratamiento con estatinas es difícil. “Debemos darle a los pacientes hechos científicos y hablar de la ciencia”, afirmó, y resaltó que él discute lo que la investigación ha demostrado, les habla acerca del efecto nocebo y los envía a casa con lecturas varias. Pero, además, no tiene pelos en la lengua para hablar de los peligros de abandonar el tratamiento, agregó.

Los médicos, escribió Nissen, “debemos tomarnos el tiempo de explicarle a los pacientes que interrumpir el tratamiento con estatinas puede ser un error que cueste la vida. La aceptación pasiva de la nociva pseudociencia no es una opción”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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