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Familiares lloran a las víctimas del incendio en South El Monte

Las fotografías de los tres jóvenes encontrados muertos en una tienda de neumáticos en South El Monte se muestran sobre una valla en la tienda.

Las fotografías de los tres jóvenes encontrados muertos en una tienda de neumáticos en South El Monte se muestran sobre una valla en la tienda.

(Barbara Davidson / Los Angeles Times)
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A primeras horas de la mañana del 25 de abril, el camión de bomberos 90 del Departamento de Bomberos del Condado de Los Angeles respondió a un incendio abrasador en la tienda de neumáticos Cheque Tire Shop en South El Monte.

Cuando los bomberos llegaron a la escena a las 5:33 a.m., se horrorizaron por lo que vieron.

Rodrigo González, de 17 años de edad, con su ropa en llamas, estaba tratando desesperadamente de escapar de detrás de una valla metálica cerrada.

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El inspector de incendios Christopher Reade dijo que un colega inmediatamente agarró una sierra rotatoria y atacó la cerradura de la puerta. El fuego era tan caliente que derritió una lona de plástico que se encontraba sobre la cerca y dejó al bombero con quemaduras de segundo grado.

Antes de que pudieran abrir la puerta, González se había retirado a la parte trasera de la tienda y no fue visto vivo otra vez.

“Eres un bombero porque quieres salvar a las personas”, dijo Reade. “Cuando no eres capaz de salvar a alguien, duele”.

En total, 55 bomberos combatieron el incendio esa mañana y encontraron los cuerpos de González y otros dos adolescentes entre las cenizas de la tienda.

Rápidamente se hizo evidente que el incendio no fue un accidente. Los investigadores descubiertos que horas antes se había realizado una fiesta de cumpleaños en el negocio y que el incendio fue causado por tres cócteles Molotov que fueron arrojados al edificio.

Tomó algún tiempo, pero los detectives ahora creen que saben lo que sucedió y el por qué. Las autoridades dicen que cuatro hombres que asistieron a la fiesta regresaron más tarde con los explosivos porque estaban enojados después de un altercado.

“Volvieron para vengarse por un desaire percibido”, dijo Sean Carney, el asistente del fiscal del distrito. “Estos tipos estaban enojados y tomaron represalias, y no fue placentero”.

No está claro si los sospechosos del incendio simplemente querían quemar la tienda o si sabían que los adolescentes estaban en el interior y pretendían asesinarlos.

En cualquier caso, German Monrreal, de 19 años; Mario Godina, de 19; Estevan Castillo, de 20; y Roberto Fuentes, de 20, han sido acusados con tres cargos de asesinato, un cargo de incendio provocado causando gran daño corporal y un cargo de uso de un dispositivo destructivo y explosivos con la intención de lesionar a una persona y destruir propiedad. Si son declarados culpables, todos podrían conseguir la pena de muerte.

Hace dos semanas, todos comparecieron ante la corte cuando su emplazamiento continuó y el jueves se presentarán de nuevo.

Sus abogados se negaron a dar un comentario o no se les pudo contactar.

Mientras el caso se ha desarrollado, los familiares de las víctimas han luchado para afrontar la pérdida de sus seres queridos quienes apenas entraban a la edad adulta.

González trabajó a menudo en la tienda de neumáticos, la cual era propiedad de su padre. Sus amigos lo llamaban “Rigo” y lo recuerdan como un bromista a quien le encantaba montar a caballo. Carlos “Christopher” Jiménez, de 17 años, estaba decidido a graduarse de la secundaria y convertirse en un abogado para así poder ayudar a los niños menos privilegiados

Destino Aguirre, de 18, tenía dos hijas, de 1 y 3 años de edad, pero eso no impidió su búsqueda de un diploma de la secundaria. Acababa de recibir su licencia de conducir y estaba tomando estudios independientes para obtener su título.

Su madre, Lena Aguirre, de 36, desea tener a su hija de vuelta para sostenerla y reír junto con ella. A la joven le encantaba maquillar a las personas. Esperaba asistir a Mt. San Antonio College y obtener un título en maquillaje artístico.

“Hacía que la casa fuera alegre”, dijo Aguirre, luchando contra las lágrimas. “Solamente quiero que todos sepan que ella era la mejor hija”.

El video tomado por una cámara de vigilancia la mañana del ataque muestra a los cuatro sospechosos subiéndose al Nissan Altima 2002 color dorado de Fuentes, dijo la policía. La noche anterior todos habían asistido a la fiesta de cumpleaños de Jiménez, quien estaba cumpliendo 18 años de edad, y González fue el anfitrión de la celebración.

En la fiesta, algunos miembros de la pandilla El Monte Flores habían molestado a los cuatro sospechosos y a uno de ellos los miembros de la pandilla le robaron su cadena de oro, de acuerdo a dos fuentes familiarizadas con la investigación.

Al terminar la fiesta, González, Jiménez y Aguirre se fueron a dormir adentro de la tienda. Pero primero cerraron la puerta de entrada, la cual queda de frente a la avenida Santa Anita y está rodeada por un muro de bloques de hormigón y una valla metálica.

Entonces, justo antes de las 5:30 a.m., la policía dice que, Monreal, Godina, Castillo y Fuentes incendiaron la tienda.

“Cuando lanzas un cóctel Molotov en un negocio como ese, una tienda de neumáticos automotrices con todo tipo de acelerantes, produce un fuego intenso y muy malo”, dijo el teniente del sheriff Victor Lewandowski a principios de julio.

Las autoridades dijeron que tres de los cuatro sospechosos huyeron a México, donde fueron capturados en el mes de julio. Una portavoz del Departamento del Sheriff dijo que el total de la recompensa de $30,000 dólares ofrecida por la ciudad de South El Monte y la Junta de Supervisores del Condado de Los Angeles produjo un informe y “desempeñó un papel importante” en las detenciones.

Una llamada telefónica realizada durante esas fatídicas horas es repetida una y otra vez en la cabeza de Lena Aguirre. A alrededor de las 2:00 a.m., su hija la llamó.

“Dijo, ‘Mamá, ¿me puedes recoger?’” dijo Aguirre. “Le dije, ‘sí, pero luego colgó”.

Su teléfono necesitaba carga, por lo que colgó, dijo su madre. Nada sonaba mal. Su hija solamente necesitaba cargar su teléfono y quería irse a casa.

“Pensé que me iba a regresar la llamada”, dijo Aguirre, “pero después nunca lo hizo”.

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