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Las familias de los desaparecidos dicen que son ignorados por las autoridades

En diciembre, una mujer se sienta con una foto de su hijo durante una protesta protagonizada por las familias de los 43 estudiantes que desaparecieron el año pasado en Iguala, México

En diciembre, una mujer se sienta con una foto de su hijo durante una protesta protagonizada por las familias de los 43 estudiantes que desaparecieron el año pasado en Iguala, México

(Felix Marquez / AP)
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En un cuarto del modesto y diminuto apartamento de dos habitaciones que Guadalupe Reyes comparte con Bernardo, su esposo y con su hija Tania de 10 años, Tania, hay una vela que permanece permanentemente encendida desde hace un año.

Al lado de la vela hay una imagen de su hija mayor, Mariana. Ella cumpliría 19 cumpleaños este mes, pero la familia no la ha visto desde que ella salió de su casa en una zona de clase trabajadora del municipio de Tecamac, estado de México, hace ya casi un año. Ese día, el 17 de septiembre, Mariana fue caminando a una tienda de fotocopias a no más de 10 minutos de distancia. Después de que había pasado una hora y ella no regresaba, sus padres lanzaron una búsqueda frenética que continúa a este día.

Denunciaron la desaparición de Mariana a la mañana siguiente, pero las autoridades sugirieron que probablemente ella se había dado a la fuga con su novio.

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“Las autoridades muestran muy poca humanidad [hacia nosotros]. Lo primero que la policía hace es cuestionar a los que desaparecen, cuestionan su honorabilidad”.

Desde 2006, alrededor de 25,000 personas han desaparecido en México, según las estimaciones de los grupos de gobierno y derechos humanos. No está claro cuántos de ellos han sido víctimas malas maniobras, pero algunos temen que muchos estén ya muertos debido a los altos niveles de violencia desde la represión federal contra los cárteles de la droga que comenzó ese año.

Uno de los casos de más alto perfil ocurrió en septiembre el año pasado, cuando en el estado sureño de Guerrero 43 estudiantes de una escuela rural fueron llevados por la policía de Iguala, misma que se cree estaba trabajando con un grupo dedicado a las drogas, causando la indignación nacional e internacional.

En el estado de México, más de 1,200 mujeres fueron reportadas como desaparecidas entre 2011 y 12, estado que tiene uno de los índices más altos de la nación por crímenes de odio contra las mujeres. Para las familias como los Reyes, la angustia de no saber dónde están sus seres queridos o lo que podría haber ocurrido a ellos, sólo es exacerbada por las autoridades.

A principios de enero, Guadalupe y Bernardo Reyes la fiscalía les dijo que habían encontrado los restos de Mariana en un canal de aguas pútridas llamado río de los Remedios, a pocos pasos de su casa. Suyas eran sólo algunas de las decenas de partes de cuerpo humano encontradas después de que el río fue dragado por las autoridades en octubre de 2014, solo un mes después de que Mariana desapareciera.

“Pedimos ver sus restos pero nos dijeron que ya habían sido enterrados. Y cuando pedimos que nos mostraran fotos, nos dijeron que no podíamos verlas, y cuando pedimos saber más sobre la investigación dijeron que era ‘demasiado delicado’ y ‘complicado’”, dijo Guadalupe Reyes, las autoridades les dijeron que simplemente aceptáramos los hechos “.

“Cuando fui a ver el expediente, estaba completamente vacío. No hubo ninguna investigación”.

Ella pidió que los restos fueran exhumados y estudiados por científicos forenses independientes, y la familia espera los resultados.

“Cualesquiera que sean los resultados de las pruebas, serán malas noticias”, expresó.

Abril Caldino Rodríguez, de 15, también desapareció en Tecamac. Ella desapareció en mayo de 2011 después de ir a un café Internet. Cuando su madre, Isela, denunció la desaparición a la policía, también le sugirieron que Abril tenía que haber huido con su novio.

Dos agonizantes años más tarde, se le informó a la madre de Abril que se habían encontrados restos de la jovencita. Pero la prueba de ADN demostró que el equipo forense del estado había cometido un error: los restos eran realmente los de un hombre. Isela dijo que descubrió que los restos no eran de su hija sólo después de estudiar el expediente. Ella nunca fue notificada formalmente de lo anterior por alguna persona dentro de la oficina del fiscal.

“La verdad es que todavía no tenemos idea [de que fue lo que le sucedió a Abril]. No sé si está viva o muerta”.

El mes pasado, el estado de México activó un protocolo legal llamado ‘alerta de género’, reconociendo que algo se tenía que hacer sobre el número de mujeres y niñas desaparecidas o asesinadas en algunas partes del estado.

Las autoridades aún tienen que determinar cuáles serán esas medidas, pero Dilcya García Espinoza, la fiscal que dirige la investigación y el procesamiento de las desapariciones y los crímenes de odio contra las mujeres en el estado, dijo, “estamos activando una brigada con el enfoque intenso dentro de esta agencia para cambiar las cosas, para crear una situación donde sean los investigadores loa que se pongan en contacto con las familias de las víctimas de odio, en lugar de que sea al revés”.

García Espinoza no comentó sobre los casos específicos de Mariana y Abril o sobre la manera que sus familias dicen que fueron tratados por los investigadores del estado, pero dijo que su puerta “siempre está abierta” para recibir las denuncias.

No hay ninguna base de datos federal completa sobre los desaparecidos. El gobierno federal está trabajando en una legislación sobre las desapariciones forzadas, una de las funciones primarias de las cuales sería crear dicha base de datos, así como para hacer que las desapariciones forzosas sean un crimen en cada uno de los estados, lo cual ahora mismo no es el caso.

Pero las personas con familiares desaparecidos no tienen muchas esperanzas de que las cosas vayan a mejorar.

El hermano de Mario Vergara, Tomás desapareció de la pequeña ciudad de Huitzuco, Guerrero, en julio de 2012. Desde entonces, Vergara se unió a un grupo de civiles que se dedican a la búsqueda cuando sintieron que las autoridades no estaban haciendo lo suficiente para encontrar a los estudiantes que desaparecieron. Trabajó con Miguel Ángel Jiménez Blanco, líder de los esfuerzos de búsqueda, que fue abatido a principios de agosto en su ciudad natal.

Vergara también ha ayudado en las investigaciones de parte del gobierno.

“No saben lo que están haciendo. Es como pedirle a un limpiabotas o bolero que realice cirugía de corazón abierto”.

“Si estas son las personas en busca de nuestros familiares desaparecidos, nunca los van a encontrar”.

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