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Mezcla de odio y armas: un coctel mortal y muy americano

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Después de cada asesinato en masa, decimos que ya es suficiente, que ahora si las cosas cambiarán. Pero nuestra atención se dispersa.
¿Crimen de odio o terrorismo? ¿Maldad o locura? A pesar de toda la práctica que hemos tenido con los años, todavía parece que tenemos problemas para describir o entender los asesinatos en masa.

¿De verdad debería sorprendernos que un estado que aun hoy ondea la bandera confederada produzca un joven convencido de la supremacía blanca?

¿O de que una nación que idealiza y que se niega a regular las armas está otra vez de duelo por un montón de vidas inocentes perdidas?

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A pesar de todos los meneos de cabeza y el restriego de manos desaprobando el ataque que mató a nueve fieles en una iglesia de Carolina del Sur, ¿podemos afirmar que realmente no lo vimos venir? Es más, no podemos terminar un juicio por asesinato en masa y ya tenemos que empezar a preparar el siguiente.

Es espantoso ver un lugar de adoración convertido en el objeto del odio de alguien, salpicado de balas y empapado en sangre.-

Al parecer, no logramos entender nada de un proceso de duelo que es obscenamente rutinario — y nunca parece hacer la transición de las obviedades hacia una conciencia real.

Por ahora, estamos atascados en la ira, el dolor y desaliento.

Es espantoso ver un lugar de adoración convertido en el objeto del odio de alguien, salpicado de balas y empapado en sangre. Y encuentro muy doloroso aceptar que alguien tan joven pueda odiarnos tanto.

Según lo que sabemos acerca de Dylann Roof, el sospechoso de los asesinatos, no llevaba una buena relación con sus padres, no lograba mantenerse fuera de los problemas y, a pesar de dos intentos, no pudo llegar más allá del noveno grado.

Sin embargo, a sus 21 años de edad sabía lo suficiente sobre historia como para glorificar a las banderas de los países africanos, las cuales fueron desbancadas por la supremacía blanca muchísimo antes de que él naciera.

Y logró escoger una iglesia que, por más de 200 años, ha sido emblemática del camino recorrido por los afroamericanos desde la esclavitud hacia la libertad.

Roof puede no ser parte de alguna campaña racista organizada, pero es un terrorista, tan ciertamente como lo fueron los hermanos Tsarnaev cuando atacaron el maratón de Boston.

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La misma noche del miércoles y al mismo tiempo que Roof rociaba con balas la clase de estudio de Biblia, yo estaba viendo recreadas en la pantalla grande, una serie sobre tiroteos más ordinarios en una proyección de Los Ángeles Film Festival de HBO “Réquiem por los muertos: American Spring 2014.”

CAPTIONIglesia Emanuel AME

David Goldman / Associated Press

Los feligreses entran a la iglesia Emanuel AME en Charleston, S.C., cuatro días después de que un tiroteo en masa reclamara la vida de su pastor y de otras ocho personas.

CAPTIONIgesia Emanuel AME

Brendan Smialowski / AFP/Getty Images

La gente llega el domingo para asistir a los servicios en la iglesia Emanuel AME en Charleston, S.C.

El documental sobre la violencia por medio de armas de fuego fue creado a partir de “metraje encontrado”: fotos, mensajes de Facebook, grabaciones del 911, reportes de las escenas de crimen. Se centra en ocho de las más de 8,000 personas muertas por armas de fuego en este país en los primeros tres meses del año pasado.

La película no es de inclinación política ni tampoco sermonea al espectador, pero sus intensos ejemplos dejan en claro que las armas cobran un alto peaje. No sólo deberíamos temer a los criminales o a los locos, si no al poder que tienen las armas para convertir un breve destello de ira o un gesto descuidado, en una vida de arrepentimiento.

Nos encontramos con el veterano del ejército que mata a su esposa porque ella le pidió el divorcio y luego se suicida. Vemos una novia convertida en viuda en su noche de bodas, cuando la pareja se dirigía en coche a su casa y de pronto se encuentran en medio de un tiroteo entre pandillas. Sentimos el dolor de un anciano cuya arma se descarga inesperadamente, enviando una bala a través de la pared del dormitorio y matando a su esposa, con quien estuvo casado más de 50 años. Escuchamos los gritos angustiados de un niño de 11 años que le disparó fatal y accidentalmente a su mejor amigo mientras le enseñaba el arma de su padre, que había sido guardada debajo de la cama, sin seguro.

El mensaje de la película es más sobre la seguridad en el uso de armas de fuego que sobre el control de las mismas armas.

Esto se está convirtiendo en la campaña por defecto en un país demasiado temeroso a la renuencia de los propietarios y vendedores de armas para hacer frente a la necesidad de reducir el número de armas y regular su posesión.

Durante un panel de discusión después de la película, hablamos de armas de alta tecnología con control de gatillo, regalar candados para armas y la presión social que haga que el manejo descuidado de armas sea tan inaceptable como conducir en estado de ebriedad.

Salí de allí pensando que esas medidas podrían ser suficientemente buenas. Luego encendí la radio de mi coche y escuche las noticias sobre la matanza en Charleston.

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Después de cada asesinato en masa, decimos que ya es suficiente, que ahora si las cosas cambiarán. Pero después de que las lágrimas se secan y los discursos terminan, nuestra atención se dispersa.

Me gustaría pensar que esto va a ser un punto de inflexión, pero la historia no me lo permite.

Si la masacre de 20 niños de primer grado no nos indignó lo suficiente como para ganar el apoyo para el control de las armas, el asesinato de nueve personas negras en una iglesia no hará que se mueva mucho la aguja.

No estoy sugiriendo que menos armas solucionarían todos los problemas. Esto es sobre raza, odio, debilidad; es sobre las excusas para enmascarar los defectos propios y por culpar a las víctimas cuyo color de piel es lo único que puedes ver.

Es sobre el miedo y la ignorancia que atrae fanfarrones hacia la ideología racista — y la cobardía que impide que la gente decente se los señale.

Dos cosas que se me quedan de este doloroso episodio:

El pesar entre algunos de los amigos de Roof, que ahora dicen que deberían de haber visto esto venir. Sus peroratas sobre la segregación, sus chistes racistas y amenazantes declaraciones. Sus cuentos sobre cómo iniciar una nueva guerra civil. Por supuesto, era un racista, un amigo dijo a los reporteros, “pero yo no juzgo a la gente”.

Los familiares y amigos de esos feligreses muertos tampoco juzgan a las personas. El viernes asistieron a la corte para la audiencia de fijación de fianza para Roof, llevando las fotos de sus seres queridos caídos y para ofrecer perdón al hombre que terminó con sus vidas.

“Te recibimos la noche del miércoles en nuestro estudio bíblico con los brazos abiertos”, dijo una mujer que sobrevivió la masacre, pero que vio a Roof matar a su hijo.

“Has matado a algunas de las personas más hermosas que he conocido”, dijo ella, tratando de no llorar. “Me duele cada fibra de mi cuerpo y nunca seré la misma.

“Pero Dios tenga misericordia de ti”.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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