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Con vales de alquiler, pero sin un lugar a dónde ir; la lucha de miles de indigentes

Laura Luevano es una de las miles de residentes del condado de Los Ángeles con cupones de renta respaldados por el gobierno, que no pueden encontrar una vivienda. Luevano duerme en un sofá, en el patio trasero de una casa en Sylmar.

Laura Luevano es una de las miles de residentes del condado de Los Ángeles con cupones de renta respaldados por el gobierno, que no pueden encontrar una vivienda. Luevano duerme en un sofá, en el patio trasero de una casa en Sylmar.

(Barbara Davidson/Los Angeles Times)
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Nueve años después de perder su departamento en North Hollywood y comenzar a dormir en sillones prestados y en su camioneta, Laura Luevano recibió un vale federal de renta para volver al mundo de los hospedados.

Dos meses después -luego de llamar a 23 apartamentos para alquilar, sin suerte- esta mujer incapacitada, de 65 años de edad, duerme en un pequeño sillón ubicado en un patio trasero en Sylmar y es una de las 2,200 personas sin hogar en el condado de Los Ángeles que, pese a contar con un vale de renta, no puede utilizarlo.

Con más de 35,000 personas que duermen en aceras, callejones, pasajes subterráneos y lechos de los ríos, la ciudad y el condado dependen de estos alquileres subsidiados para que los propietarios privados brinden un rápido alivio a la gente sin hogar, mientras los funcionarios electos intentan financiar un programa de construcción de nuevas viviendas, valuado en $1,87 mil millones de dólares.

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Pero, en los últimos dos años, las rentas se han disparado muy por encima del valor de los cupones federales -$1,150 por un departamento de un dormitorio y $1,500 por uno de dos habitaciones-. Sumado a ello, con una ínfima tasa de alquileres vacantes (2.7%), los tenedores de estos cupones tropiezan unos con otros en su infructuosa caza de propiedades, que puede durar muchos meses.

“Mucha gente piensa que, cuando tienes un vale, ya está todo solucionado, tienes un boleto dorado”, afirmó Michelle Solis, trabajadora social que lleva el caso de Luevano en Housing Works, un proveedor de servicios de vivienda para gente sin hogar, con sede en Hollywood. “Pero no es así. Tienes que competir con todos los demás”.

La ciudad y el condado intentan atraer a más propietarios a tomar estos vales con incentivos financieros para endulzar el trato. “Sólo tenemos un número limitado de herramientas: podemos construir nuevas viviendas, podemos rehabilitar otras. Pero el resto que podemos hacer es usar las propiedades privadas existentes en el mercado”, aseguró la supervisora del condado, Sheila Kuehl.

La ciudad ha destinado $5 millones, y el condado otros $3, para cubrir depósitos de seguridad y la renta del primer y último mes, establecer fondos de daños y pagar facturas iniciales de agua y energía para los tenedores de vales.

Algunos gobiernos locales también pagan $1,000 en concepto de ‘reserva’ para sacar del apuro a los propietarios mientras se realiza el proceso de inspección y aprobación. Un nuevo programa en Santa Mónica ofrece un bono de $5,000 a los propietarios que alquilen a tenedores de vales. Pero algunos propietarios temen que estos inquilinos, alguna vez sin hogar, causen problemas o se atrasen con los pagos de la renta. Los subsidios se emiten a través de varios programas para personas sin hogar y de bajos ingresos, pero en general, los inquilinos contribuyen con el 30% de sus ingresos, mientras que el gobierno cubre el resto.

Las familias de veteranos que reciben estos cupones remarcaron que les toma cuatro meses hallar una vivienda; la espera para los veteranos solteros y mayores es de ocho meses.

“Hay alrededor de 800 vales de veteranos sin hogar vagando por las calles de Los Ángeles en espera de apartamentos”, señaló Philip Mangano, antiguo zar de temas de vivienda durante el gobierno del expresidente George W. Bush.

Además de los señuelos financieros, las autoridades pusieron en marcha campañas para educar a los propietarios acerca de los beneficios de estos cupones -renta garantizada, fuerte supervisión de cada caso y mediación de cualquier problema con el inquilino-. Y también apelan a su sentido de la responsabilidad civil o, para el caso de los veteranos, a su patriotismo.

“Muchos propietarios, incluso en este mercado competitivo, cuando descubren que su renta va a ser más consistente que en el mercado común, se suman al programa”, afirmó Alisa Orduña, encargada de temas de falta de vivienda en la administración del alcalde Eric Garcetti. “Tenemos que atraerlos”.

En una reciente reunión de propietarios en Van Nuys, la propuesta terminó con resultados mixtos. Alan Bernstein, quien dirige una empresa de administración de propiedades residenciales que maneja 500 unidades, afirmó que quiere colaborar para aliviar la falta de vivienda, pero que se arrepintió frente al largo proceso de documentación e inspección que el programa requiere. “Hay que quitar estas unidades del mercado por más tiempo de lo que ocurre cuando uno renta directamente al inquilino”, señaló Bernstein. “Con las personas sin hogar también hay otras preocupaciones… como asegurarse de que no hagan nada que cause preocupación a sus vecinos”, afirmó.

Melissa Aardema, quien alquila varias propiedades en el área de Lancaster a tenedores de cupones, expresó que tener una renta garantizada fue más importante que sus temores de posibles problemas con los inquilinos. “Sé que cada mes recibo un cheque y por eso me siento agradecida, agradezco que puedo enseñar a mis hijos y familiares la importancia de devolver algo a la comunidad”, manifestó.

Pero en una zona gentrificada como el centro de Long Beach, todos los propietarios se están retirando del programa en simultáneo, obligando a los inquilinos a trasladarse, señaló Alison Rey, de la autoridad de vivienda de la ciudad. Pasadena, en tanto, ha dejado de recibir referidos de vales porque no hay sitio donde llevarlos, comentó Anne Lansing, planificadora de proyectos de la ciudad.

El gobierno federal también ha intervenido para aliviar la escasez de viviendas para los tenedores de vales. El Departamento de Asuntos de Veteranos de los EE.UU. cubre los costos de mudanza para los veteranos, y el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano planea establecer límites de alquiler por código postal en lugar de por área metropolitana, de modo de los pagos de alquileres estén más “en línea con la realidad”, señaló el vocero Ed Cabrera.

Los límites de alquiler en Santa Mónica ya fueron elevados a cerca de $1,900 por un departamento de un dormitorio. Pero el dinero destinado a los vales no se ha incrementado, lo cual significa que menos gente puede obtener esta ayuda, precisó el administrador de la vivienda de Santa Mónica, Jim Kemper.

Kemper también observó que las personas con vales compiten contra otras personas pobres, por las mismas -y escasas- unidades de bajo alquiler.

Mollie Lowery, de Housing Works, remarcó que los gobiernos locales necesitan ser más proactivos, tener nuevas unidades durante todo el año, refugios que funcionen 24 horas y trabajar en la prevención de la falta de vivienda. También expresó que su agencia contrató recientemente a un abogado para impedir que un propietario que quería abandonar el programa desalojara a dos hermanas mayores de un edificio con renta controlada en Los Ángeles. “¿Por qué la autoridad de la vivienda no sabe nada al respecto, o por qué no le informan?”, preguntó.

La autoridad de la vivienda de L.A. ayuda a los inquilinos a prevenir desalojos ilegales, incluso brinda referencias a grupos de ayuda legal, señaló Carlos VanNatter, director del programa de cupones de la ciudad.

Solis señaló que ella se pregunta si las autoridades comprenden lo difícil que puede ser ordenar las complejas vidas de clientes como Luevano, para lograr que obtengan un hogar.

Luevano desarrolló diabetes y artritis, y el año pasado debió ser hospitalizada en seis o siete ocasiones a raíz de una herida en la pierna. La mujer paga $200 de su cheque de incapacidad -cuyo valor total es de $300, aunque Solis está intentando aumentar esta suma- para dormir sobre un sillón ubicado en un patio trasero en Sylmar, en medio de los perros de los propietarios y los objetos almacenados allí.

Ella puede dormir en el interior de la casa cuando hace frío, y usar la cocina y el baño, pero se espera que salga durante el día, mientras se dedica a visitar sitios en alquiler o recorre parques, asiste a la biblioteca o a McDonald’s. Hace poco, la mujer debió abandonar su camioneta en North Hollywood porque el vehículo recalentaba. “Siento como si el tiempo pasara volando y yo no llegara a ningún sitio”, expresó Luevano, con sus ojos llenos de lágrimas. Este miércoles, tiene una cita para ver un departamento en el distrito de Crenshaw. Pero hay otros dos portadores de vales que compiten por la misma unidad, informó Solis.

Si desea leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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