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Inundaciones en Tijuana exponen la deficiente infraestructura de la ciudad

Raúl Aguilar y su esposa, Dolores, en su casa inundada en Tijuana.

Raúl Aguilar y su esposa, Dolores, en su casa inundada en Tijuana.

(John Gibbins / San Diego Union-Tribune)
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El miércoles por la noche, la familia Aguilar esperaba celebrar el Día de los Reyes Magos con una rosca en forma de corona y tazas de chocolate caliente. Pero la fuerte lluvia que golpeó su vecindario, localizado en la ladera de un cerro, rápidamente puso un fin a esos planes, enviando una mezcla de barro y agua hacia su modesta casa.

“Había tanta agua, que el arroyo no pudo contenerla”, dijo Raúl Aguilar, de 45 años de edad, mientras el jueves por la mañana retiraba con una pala gruesas capas de lodo de su puerta principal. “El gobierno necesita venir y construir un canal”.

Escenas como esta se repitieron en diferentes partes de Tijuana después de que una serie de tormentas de lluvia cayeron en ambos lados de la frontera la semana pasada. Aunque no hubo informes de muertes ni lesiones, los residentes de Tijuana tuvieron que lidiar con pequeños deslizamientos de tierra, muros derrumbados, inundaciones y postes y árboles caídos.

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Los trabajadores de la ciudad realizaron labores todo el día para mantener abiertas las calles, retirar los desechos de los drenajes de aguas pluviales y responder a las llamadas de emergencia.

El miércoles por la noche al responder a una llamada proveniente del sudeste de Tijuana, los trabajadores del Departamento de Protección Civil, José Luis Pulido e Isis Rivera, aceleraron por el Bulevar 2000 para llegar a un barrio de trabajadores, con pequeñas casas conocido como Palma Real.

En una hilera de casas, los vecinos contaron acerca del lodo que caía sobre una pared, empujó a través de sus puertas y hacia sus cocinas y salas de estar. En una calle cercana, se había acumulado una piscina de agua y basura, la cual se estaba fugando a través de una pared de bloques de cemento hacia sus patios traseros.

“Si tengo que irme, lo haré, por el bien de mis hijas”, dijo Diana Flores Burrola de 34 años de edad, mientras los vecinos trataban de excavar una zanja para liberar el agua.

En los últimos meses la ciudad se ha preparado para las lluvias, limpiando la basura y el sedimento de los drenajes y los lechos de los arroyos, emitiendo advertencias a los residentes que se encuentran en las zonas de alto riesgo, preparando albergues y adquiriendo nuevos equipos de rescate. Pero las fuertes lluvias han dejado expuesta la necesidad de Tijuana para aumentar la capacidad de su drenaje pluvial.

“Tenemos que decirlo… La ciudad sigue necesitando mayor infraestructura”, dijo el alcalde Jorge Astiazarán durante una ceremonia en la estación de bomberos del centro de la ciudad. Los funcionarios de la ciudad dijeron que el sistema actual sólo satisface alrededor del 30% de las necesidades de la ciudad.

Las lluvias “ilustran las causas subyacentes de la vulnerabilidad social de Tijuana ante los fenómenos climáticos”, dijo Roberto Sánchez, un investigador del Colegio de la Frontera Norte en Tijuana quien se especializa en cuestiones ambientales y el cambio climático. Los desafíos incluyen el rápido crecimiento de la ciudad, especialmente en las áreas propensas a riesgos tales como los lechos de los arroyos y las llanuras aluviales, y una falta de fondos para proyectos de infraestructura.

La ciudad necesita evaluar la “capacidad actual de su sistema de aguas pluviales y su capacidad para hacer frente a los eventos de precipitación extrema”, dijo Sánchez. De acuerdo a los escenarios de cambio climático, dijo, “estos tipos de eventos son probables de convertirse en más frecuentes durante las próximas décadas”.

Construido sobre un estrecho cañón que desemboca en el canal del Río Tijuana, el vecindario localizado sobre una ladera del Cañón del Sainz fue una de las zonas más afectadas esta semana. El miércoles por la tarde, las corrientes de agua de la lluvia que cayeron a través de la carretera de acceso principal levantaron y jalaron un taxi vacío, dijeron los trabajadores de protección civil.

Para el jueves por la mañana, la lluvia se había detenido y los trabajadores de la ciudad utilizaron palas y excavadoras para retirar las gruesas capas de lodo.

En 1993, cuando semanas de lluvias trajeron grandes inundaciones a la ciudad, los habitantes de este cañón quedaron incomunicados durante varios días y se les tuvo que entregar alimentos por medio de helicóptero.

Las condiciones se han mejorado, “y aunque tenemos muchas deficiencias, la ciudad está más preparada que en 1993”, dijo César Romero, presidente de la Cámara de la Construcción de Tijuana, cuyos miembros ofrecieron sus excavadoras y otros equipos a la ciudad para ayudar con los esfuerzos de recuperación.

En la casa de los Aguilar, la familia contabilizó sus pérdidas: muebles, ropa, teléfonos, juguetes, equipo de cocina. Pero la familia de seis también dio gracias por sus bendiciones: Estaban fuera cuando comenzó a subir el agua.

“¿Qué habría pasado con mis hijos?”, dijo la esposa de Aguilar, Dolores. “Dios vio que no estuviéramos en casa”.

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