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Hillary Clinton no logra convencer a las feministas jóvenes

Hillary Clinton, en campaña en Derry, New Hampshire.

Hillary Clinton, en campaña en Derry, New Hampshire.

(Matt Rourke / Associated Press)
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Poco tiempo atrás, Hillary Clinton disfrutaba de su estatus de ícono entre las feministas jóvenes, quienes aplaudían su capacidad de resistencia ante el ataque político, su uso del estrellato para avanzar en causas del género femenino a nivel global, e incluso sus clásicos trajes sastre.

Pero ahora, cuando Clinton necesita ese apoyo más que nunca, gran parte de ese respaldo se ha desvanecido entre las mujeres de la generación Millennial.

Encerrada en una batalla cada vez más tensa por la nominación demócrata, Clinton ha convocado directamente a las mujeres jóvenes con la promesa de romper ese ‘techo de cristal’ que el movimiento de mujeres ha intentado hacer añicos durante décadas. Sin embargo, la nueva generación de feministas parece responderle encogiéndose de hombros.

El personaje cultivado por la campaña de Clinton –la de una hermana mayor emocionante y pionera, con una lista de ‘canciones para chicas fuertes’ siempre a mano- no está dando frutos. Pareciera ser que las votantes jóvenes, en cambio, ven en Clinton a una madre demasiado cautelosa.

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En Iowa esta semana, las mujeres de hasta 29 años de edad votaron por el retador de Clinton -el senador Bernie Sanders- tanto como los hombres jóvenes, por un impresionante margen aproximado de 6 a 1, según sondeos de votantes y realizados por cadenas de TV y la agencia Associated Press.

Antes de la primaria de New Hampshire, este próximo martes, las encuestas demuestran que Sanders sostiene el apoyo de la mayoría de las mujeres jóvenes también aquí; un agudo contraste con el dominio de Clinton entre las mujeres más cercanas a su edad.

El problema no indica un rechazo del feminismo. Las encuestas sugieren que las mujeres millennial son las más firmes feministas entre las votantes de los Estados Unidos. Ellas desean ver a una mujer en la Casa Blanca; simplemente que esa figura no es esta mujer.

“Me emociona pensar que en el futuro tendremos una mujer como presidente, pero no creo que Hillary sea esa persona para esta generación”, afirmó Rachael Jennings, de 28 años de edad, una maestra de escuela en Dublin, New Hampshire. El mismo sentir fue compartido una y otra vez en las entrevistas realizadas a jóvenes votantes, tanto en este estado como en Iowa.

Estas votantes progresistas ven como su campeón a un hombre; un demócrata socialista de 74 años de edad. Por ahora, Sanders está de moda.

“Las mujeres jóvenes no recuerdan cuando Hillary no era un nombre conocido en sus hogares, y están confundidas acerca de lo que ella representa”, explicó Nichola Gutgold, profesor de artes y ciencias de la comunicación en Penn State y autor del libro “Almost Madam President” (Casi señora presidenta), acerca de la lucha de Clinton en 2008 para obtener su nominación. “Rechazarla a ella es su manera de rechazar el orden preestablecido”.

Para las más veteranas líderes feministas esas noticias resultan desconcertantes, y se han sumergido en la campaña para tratar de cambiar el rumbo –hasta ahora, con poco efecto-.

“Seré honesta. Nos hemos involucrado antes de lo pensado”, afirmó Eleanor Smeal, al frente de Feminist Majority Foundation, entidad que días antes de los caucus de Iowa aportó recursos para intentar aumentar las posibilidades de Clinton en el estado.

NARAL Pro-Choice America, una organización líder en el derecho al aborto, ha realizado decenas de miles de llamadas telefónicas y visitas a los hogares de las votantes en los estados iniciales de las primarias, en nombre de Clinton. Planned Parenthood Votes, el brazo político de la entidad de salud femenina, abarrotó a los demócratas de Iowa con correos a favor de Clinton y hasta una campaña de propaganda en TV.

Aun así, Clinton se encuentra atrapada en esa fricción entre las distintas generaciones de un mismo movimiento: por un lado, está tentadoramente cerca de lograr un objetivo que le fue esquivo por mucho tiempo; por otro, se siente frente a una nueva oleada de feministas, cuya experiencia con la brecha de género difiere de la de sus madres y abuelas.

Los problemas de Clinton para captar votantes millennials son parte de una dificultad más amplia a la cual se enfrenta; intentar diferenciarse de un orden político que muchos jóvenes votantes liberales detestan. Para los demócratas jóvenes, tener una mujer en la Casa Blanca no es una prioridad en la lista, pero sí lo es poner a Wall Street o a las gigantes aseguradoras de salud en su sitio.

Los hitos feministas en el currículo de Clinton no son muy destacados para este grupo, que estaba apenas en pañales cuando ella brindó aquel histórico discurso en Beijing acerca de los derechos de las mujeres, algo que sus partidarios tratan de vender como uno de sus más altos logros.

“Ellas ya están dentro de un orden que ha cambiado gracias al movimiento feminista”, alegó Kathleen Jamieson Sala, directora del Annenberg Public Policy Center de la Universidad de Pensilvania. “Ellas tienen oportunidades que las mujeres antes no tenían”.

Las votantes jóvenes están, por naturaleza, incómodas con el statu quo, explicó Jamieson, y Clinton tiene problemas para convencerlas de que ella es el agente de cambio en esta carrera.

“Soy estudiante. Voy a tener que pagar para ir a la universidad, y tener deudas me asusta”, afirmó Meg Renzelman, de 18 años de edad, después de un mitin en Keene, New Hampshire. El plan de Sanders para implementar la matrícula gratuita a la universidad es de gran atractivo para ella.

“Muchos piensan que, si eres mujer, deberías respaldar a Hillary Clinton porque ella también lo es”, afirmó Renzelman. “Yo siento que Bernie apoyará a las mujeres de igual modo”.

La influencia de ese punto de vista ha desencadenado una reacción negativa entre otras feministas jóvenes que están entusiasmadas con Clinton, y hasta generó una reciente publicación ofensiva que atrajo miles de comentarios al sitio web para millennials Pajiba.

La autora, Courtney Enlow, enfurecida por el abandono de su generación a Clinton, sugirió que la precandidata era presa de un doble estándar. A Sanders se le permite denunciar a viva voz lo que ella describe como la malversación corporativa, mientras que Clinton necesita evitar sonar enojada, escribió Enlow, y agregó que si la exsecretaria de estado dijera algunas de las cosas que Sanders dice, “Fox News... la enterraría viva entre tampones y crucifijos”.

Clinton se ha esforzado ampliamente en lograr un llamamiento feminista para las jóvenes votantes. Esa es una notable diferencia de su carrera anterior, hace ocho años, cuando optó por un enfoque más moderado acerca del ‘techo de cristal’ y evitó poner los temas de diferencia de género como centro de su campaña hasta bien llegado el final.

Ahora, el sitio web de Clinton tiene una almohada bordada que dice: “El lugar de una mujer es en la Casa Blanca”. La candidata –con aversión a las entrevistas- aceptó hablar cara a cara con fenómenos de internet cuyas producciones están dirigidas a las mujeres de la generación millennial”.

Pese a ello, esta semana en New Hampshire Clinton reconoció que su mensaje no está llegando a los votantes jóvenes y que necesita recalibrarlo.

En un debate televisado en Derry, New Hampshire, el miércoles por la noche, Clinton afirmó que el apoyo cosechado por Sanders entre las mujeres jóvenes en Iowa fue “sorprendente”.

“Puedo aceptar el hecho de que debo trabajar más para transmitir lo que represento, lo que he logrado, lo que deseo hacer por los jóvenes de nuestro país”, afirmó.

A pesar de los esfuerzos, existe un potencial consuelo, al menos según algunos estrategas demócratas. Si Clinton finalmente prevalece, la emoción que Sanders ha generado podría trabajar a su favor: Sanders está llevando a las urnas a un gran número de feministas jóvenes que, de otra manera, nunca se hubieran acercado a votar.

La encuestadora demócrata Celinda Lake espera que esas votantes vuelvan a presentarse en noviembre y que, si Clinton es la nominada, resulte la opción obvia contra el partido republicano, cuyos candidatos se oponen de manera uniforme a muchos de los valores clave de las feministas.

“En una elección general”, aseguró Lake, “éste es el grupo donde ella es la más fuerte”.

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